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Monasterio de Santa María de Valbuena en San Bernardo

La fundación de Santa María de Valbuena se remonta al 15 de febrero de 1143, fecha en la que doña Estefanía de Armengol, hija de Armengol V, conde de Urgel, y nieta del conde Ansúrez, dona unas tierras junto al Duero para erigir un monasterio de clausura.

El monasterio que nacerá como benedictino, se adscribirá al Cister en 1151.

Los siglos XII y XIII van a suponer la etapa de mayor crecimiento material y espiritual de toda su historia. Por el contrario, durante el siglo XIV, las guerras, las pestes, el descenso de los conversos así como el cambio de estructura dentro de la sociedad iniciado en el siglo anterior, sumieron a nuestro monasterio en un gran periodo de crisis.

Habrá que esperar hasta que el reformador fray Martín de Vargas convierta a Valbuena en sede de la Congregación de Castilla, y él mismo empiece a desempeñar el cargo de abad de este monasterio. Su buena administración, permitirá un renacimiento económico y artístico que se plasmará en las intervenciones llevadas a cabo en el siglo XVI.

En los siglos venideros comenzará a sentirse un declive que culminará con al serie de desamortizaciones de principios del siglo XIX, que concluirán con siete siglos de vida monacal.

Tras la desamortización, el barón de Kessel comprará el monasterio, vendiéndolo muy pronto a Juan Pardo. Pertenecerá a esta última familia hasta que en 1950 la propiedad pase al Instituto Nacional de Colonización. El objetivo de éste será transformar la finca, de una extensión de 1191 hectáreas, en un poblado junto al monasterio. La iglesia se convertirá en la parroquia del nuevo pueblo de San Bernardo. En el año 1967, el arzobispado de Valladolid compra el resto de los edificios, que cede a Las Edades del Hombre, para que en ellos se constituya la sede de la Fundación.











Perfecta muestra de la austeridad del Cister es este monasterio. Su sobriedad, que nos traslada al siglo XII, se manifiesta en la pureza de líneas de la iglesia; así como en el claustro y sus dependencias, ejemplo de la transición del románico al gótico. Sobresale la sala de trabajos cuya armonía alcanza la perfección geométrica.











































El siglo XIII nos acerca a la capilla de San Pedro, en la que destacan sus frescos, admirable ejemplo del gótico lineal de Castilla.
















La austeridad va dando paso a la ornamentación propia del renacimiento, patente en el levantamiento del claustro alto, y en la decoración pictórica del bajo.











Gregorio Fernández nos deja su huella en la iglesia con dos relieves de gran calidad: la Sagrada Familia y la Lactación de San Bernardo. Esta barroquización latente tiene su culminación, ya durante el siglo XVIII, en el retablo mayor y las yeserías que ornan la sacristía. El primero, realizado por Pedro de Correas, está dedicado a la Asunción de la Virgen, mientras las segundas muestran una influencia hispanoamericana.





Horario:

De 10:00 a 13:30 horas y de 16:00 a 19:30 horas.

Tarifas;

General: 3€

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