Para nuestra mini escapada de fin de semana a Milán, nos hospedamos en el Hotel Marconi, situado en la Via Fabio Filzi, 3. La principal razón por la que elegimos este hotel fue su situación, a menos de 10 minutos andando de la estación central de Milán, ya que al aterrizar en el aeropuerto de Linate, íbamos a coger uno de los autobuses exprés que te llevan hasta la ciudad y que tienen parada en la estación, de ahí que necesitáramos un hotel que estuviera situado no muy lejos de la misma, para poder ir andando. La verdad es que no fue nuestra primera elección pero tuvimos un problema con el otro hotel porque se negaron a aceptar nuestra reserva por booking, ya que la persona que había hecho la reserva (yo misma) era diferente a la persona titular de la tarjeta (mi marido) y a pesar de que nos pusimos en contacto con ellos por email y que jamás habíamos tenido ese problema, no quisieron dar por buena nuestra reserva.
Llegamos al hotel el viernes por la noche, más tarde de lo previsto porque nuestro vuelo salió de Madrid con una hora de retraso. Afortunadamente llegamos a Milán a tiempo justo para coger el último autobús que salía del aeropuerto con destino la estación central de Milán.
Al llegar al hotel, al cual habíamos avisado de que íbamos a llegar tarde, casi a las 12 de la noche, nos dieron la habitación, en la segunda planta, la contraseña del wifi (que no iba muy bien) y nos fuimos directos a dormir porque estábamos agotados.
Habíamos reservado una habitación doble con cama de matrimonio. La misma estaba correcta, sin grandes pretensiones, ni lujos. Ni excesivamente amplia ni pequeña. El cuarto de baño sí que era bastante grande y con todos los amenities típicos de los hoteles.
- noviembre 22, 2019
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