Alcañiz dibuja entre sus calles los vestigios de las diferentes civilizaciones que han constituido la capital del Bajo Aragón.
Las primeras manifestaciones artísticas que encontramos en Alcañiz, son las pinturas rupestres de Arte Levantino de Val del Charco del Agua Amarga, declaradas por la Unesco patrimonio de la Humanidad.
Antes de la llegada de los romanos, los pobladores íberos dejaron numerosas muestras, uno de los mejores ejemplos lo encontramos en el yacimiento íbero-romano del Palao, que forma parte de la Ruta de los Íberos en el Bajo Aragón, también encontramos el Taratrato o la Necróplis del Cascarujo.
En la Edad Media tras la carta de población (1157) concedida por Ramón Berenguer IV, Alfonso II dona en 1179 un extenso territorio del Bajo Aragón a la Orden Calatrava como contraprestación a sus servicios en la Reconquista. Los siglos XIV y XV se van a caracterizar por la pugna entre la Orden y el concejo de Alcañiz. Pugna, en la que vencería poco a poco, la ciudad. Los principales testimonios del Alcañiz medieval son el propio Castillo, sede de la Encomienda Mayor que la Orden de Calatrava tuvo en la Corona de Aragón, con su magnífico conjunto de pintura mural gótica; la gran torre campanario de Santa María la Mayor; la Lonja situada en su Plaza Mayor; la portada trasladada de la antigua iglesia de San Pedro y el conjunto de pintura gótica en tabla conservado en su templo parroquial.
El poder de la propia ciudad frente a la Orden de Calatrava está simbolizado por su hermosa casa Consistorial construida en su plaza principal, formando ángulo con la Lonja gótica. El siglo XVI, considerado el siglo de Oro del humanismo alcañizano, deja también huella en el propio castillo-con el sepulcro de alabastro del comendador Juan de Lanuza-, en las tablas conservadas en su templo parroquial, en buen número de edificios palaciegos ubicados, la mayoría en la calle Mayor y la iglesia de Santa Lucía convertida hoy en día en Atrium, espacio de historia de Alcañiz y la Comarca.
Alcañiz posee un buen número de edificios monumentales barrocos. Entre ellos destacan la Iglesia Parroquial de Santa María la Mayor, la iglesia del Carmen, la iglesia de San Francisco, la Iglesia de Escolapios y el palacio de los Comendadores.
Hasta 1833, la ciudad será cabeza de uno de los corregimientos más ricos, poblados y extensos de Aragón. No obstante, la negra sombra de la guerra llena la mayor parte del siglo XIX. Por un lado la guerra contra los franceses en la que los alcañizanos se defenderán heroicamente en el monte de Pueyos, que dará nombre a la batalla que tuvo lugar allí, y por otro las guerras carlistas.
la gran figura artística alcañizana del siglo XIX fue Tomás Llovet, escultor y director de la Real Academia de San Luis de Zaragoza, será autor de varios retablos de Santa María la Mayor y de una profunda reforma del santuario de la Virgen de Pueyos. Será a finales de este siglo cuando se construyan el teatro y el mercado. También se construyen bellas casas modernistas como la del Paseo Andrade y la de la calle Alejandre.
Castillo de Alcañiz
Sin duda, la joya de la villa.
Tiene su origen probable en una pequeña fortaleza construida en la avanzadilla de la expansión de los ejércitos cristianos, hacia el 119. Se menciona por primera vez en 1157 en la carta puebla de Ramón Berenguer IV a los pobladores de las tierras recién conquistadas.
En 1179, Alfonso II donó el castillo y la villa surgida a su resguardo a la Orden religioso-militar de Calatrava, que consolidó el proceso de reconquista de la zona. Hacia 1200, los monjes calatravos construyeron una nueva fortaleza, que sustituía al precario castillo que habían recibido del rey. El castillo de Alcañiz fue uno de los primeros castillos españoles donde se aplicaron las novedades aportadas por la experiencia en las Cruzadas: un amplio espacio amurallado, con un gran patio interior y torreones en sus esquinas y lados intermedios.
La naturaleza religioso-militar de la orden hace que el castillo se defina como castillo-convento o castillo-abadía. De ahí que sus principales edificios y dependencias fueran defensivos y religiosos (iglesia, claustro, refectorio y sala capitular), además de los necesarios para la vida cotidiana: aljibe, cocinas, caballerizas, etc...
La orden religioso-militar cumplió las funciones de control sobre la taifa valenciana, y a lo largo del siglo XIII participó en las campañas de conquista de Jaime I El Conquistador. Alcañiz se convirtió en sede permanente del comendador mayor de Aragón.




Las primeras manifestaciones artísticas que encontramos en Alcañiz, son las pinturas rupestres de Arte Levantino de Val del Charco del Agua Amarga, declaradas por la Unesco patrimonio de la Humanidad.
Antes de la llegada de los romanos, los pobladores íberos dejaron numerosas muestras, uno de los mejores ejemplos lo encontramos en el yacimiento íbero-romano del Palao, que forma parte de la Ruta de los Íberos en el Bajo Aragón, también encontramos el Taratrato o la Necróplis del Cascarujo.
En la Edad Media tras la carta de población (1157) concedida por Ramón Berenguer IV, Alfonso II dona en 1179 un extenso territorio del Bajo Aragón a la Orden Calatrava como contraprestación a sus servicios en la Reconquista. Los siglos XIV y XV se van a caracterizar por la pugna entre la Orden y el concejo de Alcañiz. Pugna, en la que vencería poco a poco, la ciudad. Los principales testimonios del Alcañiz medieval son el propio Castillo, sede de la Encomienda Mayor que la Orden de Calatrava tuvo en la Corona de Aragón, con su magnífico conjunto de pintura mural gótica; la gran torre campanario de Santa María la Mayor; la Lonja situada en su Plaza Mayor; la portada trasladada de la antigua iglesia de San Pedro y el conjunto de pintura gótica en tabla conservado en su templo parroquial.
El poder de la propia ciudad frente a la Orden de Calatrava está simbolizado por su hermosa casa Consistorial construida en su plaza principal, formando ángulo con la Lonja gótica. El siglo XVI, considerado el siglo de Oro del humanismo alcañizano, deja también huella en el propio castillo-con el sepulcro de alabastro del comendador Juan de Lanuza-, en las tablas conservadas en su templo parroquial, en buen número de edificios palaciegos ubicados, la mayoría en la calle Mayor y la iglesia de Santa Lucía convertida hoy en día en Atrium, espacio de historia de Alcañiz y la Comarca.
Alcañiz posee un buen número de edificios monumentales barrocos. Entre ellos destacan la Iglesia Parroquial de Santa María la Mayor, la iglesia del Carmen, la iglesia de San Francisco, la Iglesia de Escolapios y el palacio de los Comendadores.
Hasta 1833, la ciudad será cabeza de uno de los corregimientos más ricos, poblados y extensos de Aragón. No obstante, la negra sombra de la guerra llena la mayor parte del siglo XIX. Por un lado la guerra contra los franceses en la que los alcañizanos se defenderán heroicamente en el monte de Pueyos, que dará nombre a la batalla que tuvo lugar allí, y por otro las guerras carlistas.
la gran figura artística alcañizana del siglo XIX fue Tomás Llovet, escultor y director de la Real Academia de San Luis de Zaragoza, será autor de varios retablos de Santa María la Mayor y de una profunda reforma del santuario de la Virgen de Pueyos. Será a finales de este siglo cuando se construyan el teatro y el mercado. También se construyen bellas casas modernistas como la del Paseo Andrade y la de la calle Alejandre.
Castillo de Alcañiz
Sin duda, la joya de la villa.
Tiene su origen probable en una pequeña fortaleza construida en la avanzadilla de la expansión de los ejércitos cristianos, hacia el 119. Se menciona por primera vez en 1157 en la carta puebla de Ramón Berenguer IV a los pobladores de las tierras recién conquistadas.
En 1179, Alfonso II donó el castillo y la villa surgida a su resguardo a la Orden religioso-militar de Calatrava, que consolidó el proceso de reconquista de la zona. Hacia 1200, los monjes calatravos construyeron una nueva fortaleza, que sustituía al precario castillo que habían recibido del rey. El castillo de Alcañiz fue uno de los primeros castillos españoles donde se aplicaron las novedades aportadas por la experiencia en las Cruzadas: un amplio espacio amurallado, con un gran patio interior y torreones en sus esquinas y lados intermedios.
La naturaleza religioso-militar de la orden hace que el castillo se defina como castillo-convento o castillo-abadía. De ahí que sus principales edificios y dependencias fueran defensivos y religiosos (iglesia, claustro, refectorio y sala capitular), además de los necesarios para la vida cotidiana: aljibe, cocinas, caballerizas, etc...
La orden religioso-militar cumplió las funciones de control sobre la taifa valenciana, y a lo largo del siglo XIII participó en las campañas de conquista de Jaime I El Conquistador. Alcañiz se convirtió en sede permanente del comendador mayor de Aragón.
- mayo 02, 2012
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