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Museo y la Cueva de las Brujas en Zugarramurdi

En el Pirineo occidental, superado el valle de Baztan y a escasa distancia de la frontera con Francia se encuentra Zugarramurdi, el pueblo de las brujas, donde fantasía y realidad se mezclan para regalar a la imaginación la posibilidad de hacer un apasionante viaje a través del tiempo. 

Ese verano visitamos ambos lugares, tanto el Museo como la Cueva; y si bien el segundo nos encantó porque el recorrido por el interior de la cueva es fascinante y estás más de una hora si haces todo el recorrido, el Museo nos decepcionó, esperaba algo más interactivo, más visual, y la verdad es que se compone de unas pocas salas con información sobre el contexto de la mitología, costumbres y ritos vascos junto con el proceso inquisitorial vivido en esta zona en el siglo XVII. Este museo fue inaugurado en julio de 2007. El precio del mismo es de 4,50€ para adultos y 2,00€ para niños de 6 a 14 años.

El Museo cierra los lunes y martes excepto en temporada alta (15 de julio a 15 de septiembre) que sólo cierra los lunes. El horario suele ser de 11:00 a 18:30, con media hora más en la primera quincena de julio y segunda de septiembre y en temporada alta cierra a las 19:30.

Por su parte la Cueva sólo cierra los lunes excepto en temporada alta que no cierra ningún día. Y su horario de apertura es siempre de 11:00 a media hora más que el museo. El 18 de agosto, Día del Zikiro-jate, la Cueva permanecerá CERRADA. El precio de la cueva es de 3,50€ para adultos y 2€ para niños de 6 a 14 años.

Una selección de fotos del museo:



        








        

        


Las Cuevas de las Brujas constituyen un impresionante complejo cárstico superficial situado a menos de medio kilómetro del casco de Zugarramurdi en dirección Oeste; en el viaje camino Zugarramurdo-Sara.







La cavidad principal de estas cuevas ha sido producida por una corriente de agua aún caudalosa, el Infernuko Erreka, que la atraviesa conformándola como amplio túnel cuyo eje se orienta de NE a SW en una longitud de 120m, una anchura de 10m y una altura media de 12m. Tiene dos galerías más altas aproximadamente con la misma orientación ambas desembocan en la cueva principal.

En cuanto al depósito arqueológico, en 1935 José Miguel de Barandiarán practicó una prospección, hallando algunos testimonios de cerámica prehistórica y láminas de pedernal de facies que él atribuyó a un Magdaleniense genérico. Sin embargo, no es esto lo que ha hecho famosas a estas cuevas; como su propio nombre indica, son conocidas por sus brujas.

La historia de estas brujas data del año 1610, en el que una ola de pánico brujeril, de las que periódicamente dominaban el País Vasco, se extendió sobre la zona del extremo Noroeste de Navarra, lindante con Labourd. Así, el inquisidor Don Juan del Valle Alvarado, del Tribunal de Logroño, fue comisionado para realizar una inspección en esta zona.

Pasó varios meses en  Zugarramurdi y recogió muchas denuncias según las cuales quedaban inculpadas por delitos de brujería hasta cerca de 300 personas, dejando aparte a los niños. De estas personas cuarenta fueron presas y llevadas a Logroño, a las cuales la Inquisición acusaba de tener al diablo por Dios y de celebrar misas negras con él.

También se les acusaba de metamorfosis, de provocar tempestades en el mar para perder los navíos que entraban o salían de San Juan de Luz, de maleficios contra campos, animales y personas e incluso fueron acusadas de vampirismo y necrofagia.

Con todo esto nos encontramos con que el 7 y 8 de noviembre de 1610, las brujas y brujos recibieron su sentencia: 18 fueron absueltos; 11 fueron quemados en la hoguera (5 de ellos en efigie ya que habían muerto antes en la cárcel) y al resto les impusieron penas tales como pérdida de bienes, cárcel perpetua, prisión limitada, etc.

Los quemados en la hoguera fueron personajes importantes de los aquelarres de Zugarramurdi celebrados en estas cuevas: Graciana de Barrenechea y su esposo Miguel de Goiburu, reina y rey respectivamente; Joanes de Etxalar que era el verdugo ejecutor de las penas que dictaba el diablo; María Chipía, famosa maestra en el arte de la brujería; Joanes de Goiburu, txistulari y Juan de Sansin, que tocaba el tambor.

Todo esto es lo que dicen los documentos de la época pero en  Zugarramurdi hoy solo nos queda el escenario de los aquelarres y las leyendas que nos cuentan las peripecias que mantenían los zugarramurdiarras con sus brujas. Leyendas como aquella que nos cuenta cómo las brujas raptaron a una chica, la del escarmiento que recibió otra bruja por "meterse donde no debía" o aquella otra leyenda sobre dos hermanas perdidas en el monte. También está la leyenda del bautizo de la hija de unos brujos, la de aquel que se atrevió a salir de casa antes de que sonara la argiezkila, o la que nos cuenta lo que le pasó al chio que tenía una novia bruja...

Estas leyendas también cuentan los métodos que se empleaban para espantar a las brujas, como por ejemplo, el de poner en la puerta de la casa una cruz hecha con dos ramitas de fresno y un ramo de laurel bendecido al lado para que así ninguna bruja pudiera entrar, o bien si la bruja había conseguido entrar en la casa, echar un puñado de sal la fuego bajo y que con el crepitar, la bruja se espantara. Si a pesar de todo alguien se encontraba cara a cara con una bruja bastaba con santiguarse y decir "Jesús" o bien trazar con los dos índices una cruz y decir "Púyes" y la bruja desaparecía en el acto. Otra norma a tener en cuenta es no salir de casa entre el ángelus del oscurecer y la argiezkila del amanecer.

Entre las leyendas también se nos cuenta cómo los habitantes de Zugarramurdi, en un intento de hacer desaparecer a las brujas, fueron en procesión a las cuevas un 15 de Agosto y allá el cura esparció un robo bendecido de mostaza para que las brujas desaparecieran y no volvieran en tantos años como granos de mostaza había en aquel robo.

Esta es, a grandes rasgos, la historia de las cuevas y de Zugarramurdi conocido en todas partes como "el pueblo de las brujas".
Algunas fotos del interior de la cueva:



 











        



        











Y ya sabéis, si no queréis que entren en casa, una flor de cardo (eguzkilorea) en la puerta y así evitaréis que entren en vuestras casas.

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