En nuestro tercer día en Lisboa decidimos subir al Castillo de San Jorge. Para ello fuimos subiendo por callejuelas empinadas y con escaleras para llegar a este icónico rincón de la ciudad.
Cuna de la ciudad, este castillo ocupa una extraordinaria posición estratégica en una colina. Construido por los visigodos en el siglo V y agrandado por los árabes en el siglo IX, fue modificado durante el reinado de Alfonso Enríquez. Hoy en día es un sombreado y florido jardín.
Después de franquear el recinto exterior exterior que encierra el viejo barrio medieval de Santa Cruz, se llega a la antigua plaza de armas.
Desde aquí, puedes disfrutar de unas magníficas vistas de Lisboa. La explanada de la fortificación se ha transformado en un agradable paseo.
En esta explanada se puede visitar el Jardín Romántico y en las terraza se pueden ver algunos elementos arquitectónicos que formaban parte de la antigua residencia real que quedó muy damnificado por el terremoto de Lisboa de 1755.
Conserva 11 torres, de las cuales destacan la Torre del Homenaje, la Torre de Ulisses, la Torre del Palacio, la Torre de la Cisterna y la Torre de San Lorenzo, situada a mitad de la pendiente. En la segunda plaza se encuentran los restos de antiguas construcciones y de una cisterna.
Se puede subir al paseo de ronda del castillo, desde donde también se puede vislumbrar unas increíbles vistas de Lisboa.
También en el interior del castillo podemos visitar el conjunto de restos arqueológicos que dan testimonio de tres períodos significativos de la historia de Lisboa: 1º) las primeras ocupaciones conocidas, que se remontan al siglo VII a.C.; 2º) las ruinas de la zona residecial de época islámica, de la época de construcción del castillo, a mediados del siglo XI; 3º) las ruinas de la última residencia palatina de la antigua alcazaba, destruida por el terremoto de Lisboa de 1755.
Y también se puede visitar la colección constituida por un conjunto de objetos hallados en el área arqueológica (Núcleo Arqueológico), que permite descubrir las diversas culturas y formas de vida que, desde el siglo VII a.C. hasta el siglo XVIII, contribuyeron a la constrcción de la Lisboa actual, destacando los del período islámico (siglos XI-XII).
Sin duda, la visita al Castillo de San Jorge será el fin de fiesta ideal para nuestra visita al Barrio de Alfama en Lisboa.
Barrio de Belém
Cuna de la ciudad, este castillo ocupa una extraordinaria posición estratégica en una colina. Construido por los visigodos en el siglo V y agrandado por los árabes en el siglo IX, fue modificado durante el reinado de Alfonso Enríquez. Hoy en día es un sombreado y florido jardín.
Después de franquear el recinto exterior exterior que encierra el viejo barrio medieval de Santa Cruz, se llega a la antigua plaza de armas.
Desde aquí, puedes disfrutar de unas magníficas vistas de Lisboa. La explanada de la fortificación se ha transformado en un agradable paseo.
En esta explanada se puede visitar el Jardín Romántico y en las terraza se pueden ver algunos elementos arquitectónicos que formaban parte de la antigua residencia real que quedó muy damnificado por el terremoto de Lisboa de 1755.
Conserva 11 torres, de las cuales destacan la Torre del Homenaje, la Torre de Ulisses, la Torre del Palacio, la Torre de la Cisterna y la Torre de San Lorenzo, situada a mitad de la pendiente. En la segunda plaza se encuentran los restos de antiguas construcciones y de una cisterna.
Se puede subir al paseo de ronda del castillo, desde donde también se puede vislumbrar unas increíbles vistas de Lisboa.
También en el interior del castillo podemos visitar el conjunto de restos arqueológicos que dan testimonio de tres períodos significativos de la historia de Lisboa: 1º) las primeras ocupaciones conocidas, que se remontan al siglo VII a.C.; 2º) las ruinas de la zona residecial de época islámica, de la época de construcción del castillo, a mediados del siglo XI; 3º) las ruinas de la última residencia palatina de la antigua alcazaba, destruida por el terremoto de Lisboa de 1755.
Y también se puede visitar la colección constituida por un conjunto de objetos hallados en el área arqueológica (Núcleo Arqueológico), que permite descubrir las diversas culturas y formas de vida que, desde el siglo VII a.C. hasta el siglo XVIII, contribuyeron a la constrcción de la Lisboa actual, destacando los del período islámico (siglos XI-XII).
Sin duda, la visita al Castillo de San Jorge será el fin de fiesta ideal para nuestra visita al Barrio de Alfama en Lisboa.
Barrio de Belém
De Belém salieron las carabelas en busca de tierras y continentes desconocidos, desafiando al mar Océano.
Para llegar al Barrio de Belém se puede tomar el tranvía 15 en la Plaza de Figueira. En nuestro caso preferimos coger un autobús que salía justo frente a nuestro hotel y que llegaba a la mismísima puerta del Monasterio de los Jerónimos.
Monasterio de los Jerónimos
En el antiguo emplazamiento de una ermita fundada por Enrique el Navegante, el rey D. Manuel emprendió en 1502 la construcción de este magnífico monasterio, destinado a los Jerónimos, considerado la obra maestra del arte manuelino. Este arte glorificaba los Grandes Descubrimientos: Vasco da Gama regresaba de las Indias y sus carabelas habían atracado en el puerto de Restelo, cerca de Belém. Beneficiándose de las riquezas que fluían a Lisboa, los arquitectos pudieron lanzarse a una obra de gran envergadura. El francés Boytac adoptó el estilo gótico pero después de 1517 fue modificado por sus sucesores, que le añadieron el aparato ornamental que caracteriza el estilo manuelino y en el que se encuentran diversas influencias. Joao de Castilho, de origen español, dio a la decoración un giro plateresco. Nicolás Chanterene puso de relieve los temas renacentistas. Diogo de Torralva y Jerónimo de Rouen aportaron una nota clasicista.
Portada sur. Obra de Boytac y de Joao de Castilho, presenta gran abundancia de gabletes, pináculos y hornacinas decoradas con estatutas. Está coronada por un doselete rematado con la cruz de los caballeros de Cristo. El parteluz se adorna con la estatua de Enrique el Navegante y el tímpano con bajorrelieves sobre la vida de San Jerónimo. El arco está rematado por una escultura de la Virgen de Belem. A ambos lados de la portada admirar las ventanas, decoradas con ricas molduras.
El interior sorprende por su atrevida bóveda, que resistió el terremoto de 1755 a pesar de la ligereza de sus pilares. La nave principal y las laterales, de igual altura, forman una iglesia de planta salón. La decoración de los pilares, así como la magnífica bóveda del crucero se deben a Joao de Castilho. Los brazos del crucero, de estilo barroco, construidos por Jerónimo de Rouen, hijo de Juan de Rouen, guardan varias tumbas de infantes. En el prebisterio, reconstruido en época clásica, se pueden ver un sagrario de plata del siglo XVII y las tumbas de los reyes Manuel I y Juan III y sus esposas. Bajo la tribuna del coro alto, a la entrada de la iglesia, se encuentran las tumbas neomanuelinas de Vasco de Gama y de Camoens, cuya estatua yacente se reconoce por su corona de laurel.
Sacristía: Diseñada por Juan Castillo en estilo manuelino. Su bóveda se apoya en una columna situada en el centro. Guarda una buena colección de pinturas con el tema de la vida de san Jerónimo, de distintos artistas manieristas portugueses.
Claustro del Monasterio de los Jerónimos
Esta obra maestra del arte manuelino es de una riqueza escultórica deslumbrante. La piedra adquiere, al caer la tarde, cálidos tonos dorados. El claustro, un cuadrilátero de 55 metros de lado, tiene dos pisos.
El piso inferior, obra de Boytac, se abre con grandes arcos cuyas tracerías descansan sobre finas columnitas. Su decoración se inspira en el gótico final y en el Renacimiento.
El piso superior fue erigido por Joao de Castilho en un estilo menos exuberante.
El refectorio es bastante amplio, cubierto por una buena bóveda nervada y fue delegada su realizadción y contrata a Leonardo Vaz bajo los diseños Castillo. Sus paredes están decoradas con la línea de una soga y con azulejos del siglo XVIII.
En la sala capitular se encuentra la tumba de Alexandre Herculano (1810-1877), historiador y primer alcalde de Belem y fue diseñada también por Castillo dejando entre sus aparejadores a su hermanastro Diego de Castillo.
Una escalera conduce al coro alto de la iglesia, desde donde hay otra perspectiva de las bóvedas. La elegante sillería renacentista, de arce, es obra de Diogo de Carça.
El piso inferior, obra de Boytac, se abre con grandes arcos cuyas tracerías descansan sobre finas columnitas. Su decoración se inspira en el gótico final y en el Renacimiento.
El piso superior fue erigido por Joao de Castilho en un estilo menos exuberante.
El refectorio es bastante amplio, cubierto por una buena bóveda nervada y fue delegada su realizadción y contrata a Leonardo Vaz bajo los diseños Castillo. Sus paredes están decoradas con la línea de una soga y con azulejos del siglo XVIII.
En la sala capitular se encuentra la tumba de Alexandre Herculano (1810-1877), historiador y primer alcalde de Belem y fue diseñada también por Castillo dejando entre sus aparejadores a su hermanastro Diego de Castillo.
Horario: desde mayo a septiembre de 10 a 18 horas; de octubre a abril de 10 a 17 horas. Los lunes permanece cerrado.
Precio: la entrada a la iglesia es gratuita mientras que para el claustro y el resto de dependencias la entrada es de 4,50 euros para el público en general, de 2,25 euros para edades comprendidas entre 15 y 25 años y gratuita para los menores de 15 años. Los domingos la entrada es gratuita para el público en general.
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