Después de un mes de julio raro y difícil, decidimos dejar nuestro viaje de preparación para primeros de agosto y para huir del calor de Madrid, decidimos pasar un fin de semana en Cantabria, concretamente en el Gran Hotel Balneario Puente Viesgo, una vez que visitamos su página web y vimos una oferta en la que se incluía Media Pensión así como acceso al Templo del agua (una combinación de un circuito de piscina activa, circuito de sauna y sala de relajación).
El hotel tiene parking privado pero nos comentaron que no tienen control con el acceso de los coches, así que cualquier persona puede utilizarlo. De todas formas, no tuvimos ningún problema en dejar el coche a la entrada de Puente Viesgo, a dos minutos del hotel e incluso un día sí que lo aparcamos en su propio parking y es muy amplio así que no creo que tengáis problema en dejar el coche a buen recaudo, totalmente gratis.
Si queréis conocer un poco sobre la historia del hotel y del balneario, pinchad en este enlace.
Las zonas comunes del hotel son bastante amplias, con bar, restaurante de pago, el restaurante en el que nos servían los desayunos y la cena (o bien comida, si avisas con tiempo), recepción y salones para descansar.
Reservamos una habitación doble. La cama amplia y cómoda. El espacio de la habitación correcto así como el cuarto de baño.
El único problema que tuvimos con la habitación fueron los vecinos que tuvimos una noche que decidieron darnos la noche (está claro que el hotel necesita una renovación y las habitaciones deberían estar insonorizadas). También tuvimos problema con el WIFI que no funcionó durante nuestra estancia y con el agua de la ducha que salía más bien fría.
Por lo que respecta a las instalaciones, el hotel dispone de piscina al aire libre de buen tamaño y con amplia zona de hamacas, también tiene gimnasio (que no llegamos a utilizar, aunque parecía de pequeñas dimensiones), y luego toda la zona del balneario (nosotros simplemente fuimos al Templo del Agua, al spa, pero también hay un circuito cántabro y la posibilidad de reservar masajes). El Templo del Agua te ofrece una piscina cubierta dinámica con chorros, duchas con agua fría o caliente, zona de relajación, jacuzzis también con agua fría o caliente tipo termas, un jacuzzi al aire libre con agua caliente, etc... La zona de hamacas no es muy amplia pero a la hora en que nosotros fuimos, no tuvimos ningún problema. En el interior de esta zona no dejan hacer fotos.
Por lo que respecta a la restauración, reservamos Media Pensión (no necesariamente cena, porque en recepción que podíamos cambiar la cena por comida si avisábamos con antelación). Nos resultó curioso (sobre todo a la hora de la cena) que te dieran unas pinzas para coger la comida (medida COVID que han mantenido) y que los platos te los sirvieran los camareros en vez de uno mismo.
El desayuno correcto: zumos naturales, máquina de café, panes de diferente tipo para tostadas, tortilla de patatas, huevos revueltos, bacon, salchichas, fruta, yogures, cereales, embutidos, y la zona cántabra que constaba de quesada pasiega y sobaos. También había una zona de productos sin gluten.
La cena sin embargo fue bastante peor. En primer lugar los entrantes que venían ya emplatados (no tipo buffet al que estamos acostumbrados), otra medida COVID que han mantenido. Teníamos gazpacho o salmorejo, y diferentes tipos de ensaladas (de pimiento, rusa, de pasta, campera...) pero los platos eran pequeños. También había de embutido jamón serrano y queso.
El principal problema venía en los platos ya de segundo que te servían, puesto que la variedad era escasa: un plato de arroz, otro de pasta, otro de carne y otro de pescado, algo de cuchara (sopas o cremas), y para los niños pizza (que para ir con pequeños no es que tuvieran mucho donde elegir). Un buffet bastante escaso que como ya os he comentado, te lo servían los camareros.
Para nuestro gusto, los platos a elegir demasiado fuertes algunos para una cena y todo con mucha salsa. El arroz negro no me gustó nada. Muy mejorable en todos los sentidos. Incluso mi marido cogió un trozo de pan que estaba completamente duro y no de un día sino de varios. Respecto a la restauración, muy por debajo de categoría de un hotel de cuatro estrellas, y mantener las medidas COVID no da buena imagen, porque da la sensación de que lo único que les interesa es ahorrar en la calidad subiendo los precios (tal y como hemos podido constatar últimamente tanto en hostelería como en restauración a raíz de la pandemia).
En general el hotel merece la pena por la cuestión del balneario, y del spa. Si volviera, que no creo, no reservaría media pensión aunque por la zona no es fácil encontrar un sitio donde cenar (enfrente hay una cafetería pero pertenece al hotel por lo que no es barata). La ubicación del hotel está bien con fácil aparcamiento y el entorno es muy bonito con la vía verde del río para dar un paseo por la noche.
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