Blog Los viajes de Dora ´Bolonia, la ciudad de los pórticos - Día 3 ~ LOS VIAJES DE DORA
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´Bolonia, la ciudad de los pórticos - Día 3

En nuestro tercer día por Bolonia nos toca madrugar un poco más, tenemos muchos planes para esa mañana, así que decidimos atiborrarnos a croissants, jajajajaja. Es que estaban riquísimos. 




Ni qué decir que teniendo en cuenta que hasta nuestro destino teníamos unos 3 kilómetros de distancia, cuando ya llegamos a San Michele in Bosco, los croissants ya iban por los pies, jajajajajaja.

La primera parte del recorrido hasta las murallas bien pero las cuestas hasta la iglesia nos costaron un poco, vamos, que casi ni llegamos, menos mal que teníamos el hospital al lado ya que en el Complejo actualmente, la parte del monasterio es un hospital, tan grande que llegamos a perdernos buscando unos servicios. 


La iglesia ha sido reconstruida a lo largo de los siglos, e incluso durante la época napoleónica fue utilizada como prisión. Hoy en día, muchos turistas y boloñeses se acercan a la misma para disfrutar de una de las mejores vistas de la ciudad. 
















Para bajar de nuevo al centro estuvimos pensándonos en coger el autobús pero al final como valientes que somos volvimos andando.

En primer lugar volvimos a entrar en el ayuntamiento para ver si la sala que decían que abrían por la mañana estaba abierta pero seguía cerrada así que fuimos a Santo Stefano donde nos dedicamos a hacer fotos de la Capilla de los Reyes Magos ya que no había nadie en la taquilla y después preguntamos por la subida a la terraza panorámica; nos indicaron que la misma se encontraba en la parte posterior de la iglesia, por lo que dimos toda la vuelta a la iglesia y cuando llegamos nos quedamos atónitos, resulta que se podía subir por ascensor pero por el COVID ya no estaba permitido y además como estaban en obras tenías que subir por unas escaleras del andamio de las obras. Vamos que no se te ocurriera mirar hacia abajo porque ya no subías, algo que le pasó a mi compañero de viajes que a mitad de camino se tuvo que bajar. Afortunadamente, aunque a veces con las piernas temblando, yo llegué arriba, e hice rápidamente alguna foto porque he de decir que daba algo de impresión. Sin duda, las mejores vistas de la ciudad. 





Al bajar, mi marido me estaba esperando en los soportales de la plaza Galvani.


Hora de ir a comer. Para celebrar el día, ya que cumplíamos 28 años de casados, fuimos a uno de los restaurantes en los que puedes pedir una tabla de embutidos y uno de los que más aconsejaban por internet es Tamburini que tiene una tienda y luego al lado el restaurante en donde de nuevo pudimos entrar gracias a nuestro pasaporte covid. Pedimos una tabla de diferentes embutidos y quesos más una ensalada de frutos del mar y junto con el pan unos cuantos tigelle (sí, sí, esas tortitas de maíz que probamos el primer día frente al hotel). Todo riquísimo aunque particularmente me gustó más al que fuimos en Milán: La Prosciutteria pero es verdad que era más caro.

De camino pasamos por la Galería Cavour a comprar algún regalito (jajajajaja, ¿a qué os lo habéis creído? 








Y ahora, ¿qué es lo que toca? Pues claro, habéis acertado, un helado. Vamos dando un paseo a la Cremeria Santo Stefano, donde degusté otro heladito boloñés, este fue posiblemente el mejor de todo el viaje. 



A las 3 y media teníamos reserva para ver la cripta y las excavaciones arqueológicas en la Catedral de San Pedro, así que fuimos dando un paseo tranquilamente hasta la misma. Por el camino nos encontramos con el Museo Bargellini que era gratuito, así que para refugiarnos del calor entramos. 






El museo estaba entretenido y tenía mucha obra de pintores y escultores italianos, ninguna de los más conocidos, pero al ser gratuito, si te sobra tiempo, y te gustan ese tipo de museos, es una opción agradable. 

De camino a la Catedral, nos sentamos en una terraza porque nuestros pobres pies ya no podían más. 

Cuando llegamos a la catedral, vimos que también al ser fin de semana, hacían visitas guiadas al campanile, la verdad es que no nos apetecía mucho volver a subir más y más escaleras (ya habíamos abandonado la idea de subir a la torre Asinelli) pero como vimos que se iba formando grupo, nos animamos. 

Después de empezar la visita con media hora de retraso (supuestamente por el grupo previo), subimos hasta el Campanile. La subida se hace a tramos y se pasa a algunas habitaciones en medio de la subida más bien a descansar porque el guía explicaba las vistas y la historia del Campanile en italiano y no se percataba de si el resto lo entendíamos o no, de hecho en el último tramo se puso a hablar con una señora italiana y al resto ni caso. Además, la subida la hizo muy deprisa y algunos tramos estrechos en los que no se ve (tienes que encender la linterna del móvil) y llegamos arriba casi sin aliento. Y las vistas bueno, no es que sean malas porque al fin y al cabo son vistas de Bolonia pero a través de ventajas con lo cual me resultaron peores que las de la terraza panorámica de San Patronio. Lo gracioso es que cuando bajamos, dio por terminada la visita y nosotros le preguntamos que por qué no se podía visitar la cripta que es lo que habíamos reservado, nos contestó que el arqueólogo había tenido que suspender la visita por un problema personal, nos pareció una falta de respeto que no nos hubieran avisado. Al final el guía nos bajó a la cripta pero no a las excavaciones, una pena. La subida al campanile nos costó 5 euros por persona. 








Ahora sí que ya nuestros pies pedían a gritos un descanso por lo que volvimos al hotel hasta la hora de cenar. Para ello hoy sí que nos acercamos al Caffé Manzoni para probar el famoso aperitivo. Por 10 euros por persona pides un cocktail (con alcohol o sin él) y luego hay una especie de buffet variado incluso de postres de lo que puedes repetir. El único problema es que por el Covid, el buffet te lo servían y a veces se formaba algo de cola, sobre todo cuando uno de los camareros se dedicaba a reponer y se quedaba solo uno a servir. Os dejo unas cuantas fotos del buffet (que para cenar era más que suficiente) y de los cocktails. 










Estos son algunos de los platos que consumimos del buffet. Más que suficiente para cenar. 



Era ya el momento de dar por terminado nuestro aniversario en Bolonia que llevábamos arriba desde las 7 y media. Además había que hacer maletas que al día siguiente ya damos por concluido este viaje. La verdad es que al planificarlo ese último día estaba un poco en blanco pero como veréis en breve, nos dio tiempo a ver muchas cosas y a seguir paseando por la ciudad. 


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