Blog Los viajes de Dora Hotel Ordóñez Sandoval en Úbeda ~ LOS VIAJES DE DORA
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Hotel Ordóñez Sandoval en Úbeda

Concurso del FB de la Oficina de Turismo de Úbeda y Baeza y premio de 90 Tubbas (unas monedas tipo monopoly) para gastar en diferentes actividades y / o alojamientos y / o restaurantes de estas dos localidades de la provincia de Jaén. Así que después de dos intentos de reserva y sabiendo que pocos fines de semana íbamos a tener libres ya pues viene época de exámenes, al final conseguimos reservar una noche en el Hotel Ordóñez Sandoval de Úbeda con desayuno incluido; además incluye también una copa de cerveza y un aperitivo en el restaurante Antique en la calle Real. 

Llegamos temprano al hotel pues habíamos madrugado y como es lógico, aún no tenían la habitación preparada pues los anteriores inquilinos no se habían marchado aún, eso sí, hicimos el check-in sin problemas y entregamos las 70 tubbas que correspondían a la estancia. 

El dueño muy amable nos recomendó donde aparcar cuando volviéramos por la tarde ya que teníamos intención de acercarnos a la localidad de Cazorla pues en Úbeda ya habíamos estado anteriormente y aunque siempre hay cosas nuevas por descubrir, preferimos conocer otros lugares de la provincia de Jaén. 

Así que ya a la vuelta, aparcamos en un parking gratuito situado en la Plaza de Santa Clara, encontramos un sitio con cierta dificultad pero la verdad es que el aparcamiento está muy céntrico y a escasos metros del hotel que se encuentra en la calle Antonio Medina 1. 

El hotel tiene categoría de dos estrellas pero el hotel es una casa neoclásica con mucho estilo, prácticamente un museo. 



Nada más entrar, hay un patio interior en donde se ubican una serie de puertas que dan a las distintas habitaciones, en la parte superior hay más habitaciones y el salón de desayunos. 



Nos ubicaron en una habitación de matrimonio con cuarto de baño, llamada Natividad, en honor a la bisabuela del dueño. 




     


La decoración de la habitación, a excepción del cuarto de baño que era moderno, muy acorde al resto de la casa, con toques antiguos como la palangana. La única pega es que daba directamente a la calle y antes de irnos a cenar, pensamos que íbamos a tener problemas con el ruido de los coches, afortunadamente, estábamos tan cansados, que en cuanto volvimos de cenar, nos quedamos dormidos enseguida, así que si pasaron muchos coches, no los oímos. 

El desayuno se tomaba en una sala en la planta superior, muy del estilo de Downton Abbey. Realmente la casa es un museo. 







Quizás en el buffet se echaba en falta algo más de caliente, como unos huevos cocidos. Había embutido y distintos tipos de dulces, fruta, yogures, zumo (de naranja natural con toda su pulpa), café o té, cereales y tostadas. 

Después de desayunar, el dueño nos habló de la capilla y nos dijo dónde se encontraba y luego nos estuvo contando cosas sobre su familia. Así mismo, visitamos un precioso jardín. 


     





     


Un museo convertido en un pequeño hotel céntrico, con todo lujo de detalles y con una persona al cargo muy amable y dispuesta a ayudarte en todo. 

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