Blog Los viajes de Dora Escapada de fin de semana a Milán - Día 1 ~ LOS VIAJES DE DORA
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Escapada de fin de semana a Milán - Día 1

Estamos cogiéndole el gusto a las escapadas de fin de semana a distintos lugares de Europa o España y después de barajar diferentes destinos, nos decidimos a volver a Milán (que conocíamos brevemente de nuestros viajes por Italia hace muchos años). 

Salimos con una hora de retraso de Madrid con destino al aeropuerto de Linate. Íbamos con la duda de si al llegar tan tarde a Milán, no tuviéramos que coger un taxi porque ya se acabaran los autobuses que te llevan hasta la Estación Central, cerca de la cual nos íbamos a hospedar. Pero afortunadamente, y a pesar del retraso del vuelo, llegamos in extremis a coger el último autobús que salía de Linate (las paradas están justo frente a la salida, no tiene pérdida). 





Como llegamos tan tarde al hotel (eran ya más de las doce de la madrugada), fue llegar a la habitación, y a dormir, bueno, más o menos, porque como suele ser habitual en los viajes, los nervios me impiden dormir, así que a las 6 y media de la mañana ya estoy despierta, con ganas de empezar a recorrer la ciudad e ir descubriendo miles de lugares nuevos. Pero antes un desayuno potente para recargar las pilas. 



Fuimos andando hasta la estación de metro de Repubblica, habíamos decidido que para aprovechar a tope la corta estancia, utilizaríamos los medios de transporte todo lo que pudiéramos, así que compramos el billete 24 horas que nos permitía poder tomar cualquier autobús, metro o tranvía durante ese periodo de tiempo. 


Nos bajamos en la estación del Duomo, justo en la plaza. Impresionante la fachada de la catedral y toda la plaza con la estatua ecuestre de Vittorio Emanuele II. 





Era tan temprano que prácticamente estábamos solos en la plaza, además, por desgracia, la lluvia nos acompañó durante todo el sábado, así que no había muchos turistas por la ciudad. En la puerta principal del Duomo nos acercamos a tocar la pierna de Jesús preso, dicen que quien lo hace vuelve a Milán. 


Si os fijáis en la foto, también está brillante la pierna del carcelero, dicen que si la tocas, se te perdona todo lo que hagas en Milán. Como nosotros nos íbamos a portar muy bien, dejamos que otros turistas lo hicieran. 

A continuación pasamos al interior del Duomo. Las entradas se pueden comprar por internet y elegimos la visita completa (Duomo, terrazas subiendo en ascensor) y Museo del Duomo. 

El interior del Duomo destaca por su altura y su majestuosidad. Entre las obras que más me impresionaron, mencionaré la estatua de San Bartolomé desollado de Marco da Agrate. 



Lo que no me gustó es que hay una zona para rezar, bastante amplia por cierto, y con la entrada no nos dejaron pasar a la misma, tienes que pasar por otra puerta rodeando el Duomo pero no te dejan hacer fotos, así que en realidad solo ves la mitad de la catedral. 

Después nos fuimos al ascensor para subir a la terraza. Rodeando la catedral, verás el acceso por escalera y posteriormente el acceso por ascensor. 

Al llegar a arriba, que creo que es un "must" de Milán, no pude evitar decepcionar un poco. Hace muchos años en una de nuestras visitas previas a la ciudad, habíamos subido y habíamos podido pasear sin problema por toda la terraza, pero en esta ocasión, estaban en obras y prácticamente solo te dejaban pasar por un lateral, por lo menos fue suficiente para ver las famosas gárgolas y la Madonnina de cerca, todo un símbolo de Milán. 

     


     




Después visitamos el Museo del Duomo, interesante porque en él se conservan las gárgolas y las estatuas de la fachada de la catedral (para protegerlas de la contaminación) y las vidrieras. Nos gustó bastante porque no es muy grande y se ve con facilidad. 




Visitando el museo también accedes a la iglesia de San Gottardo con una impresionante torre y un fresco algo deteriorado de la escuela de Giotto. 




Para terminar nuestra visita por la Piazza del Duomo, como es obligatorio, entramos en la Galería Vittorio Emmanuele II, del siglo XIX, en donde se pueden ver algunas de las tiendas más caras de Milán, nada de entrar en ellas, jejejeje. Teníamos intención de hacer lo del toro (en el mosaico centra está el escudo familiar de los Savoia con un toro. Según la tradición, quien dé un giro completo por encima del toro, con el pie derecho y los ojos cerrados tendrá buena suerte), pero habían colocado un precioso árbol de Navidad justo encima.

     


     

Lo que da de sí una mañana si uno madruga. No eran ni las 11 de la mañana y ya habíamos visto el Duomo, la Galería, el Museo y habíamos subido a la terraza de la catedral, así que sigamos con nuestro planning, a buen ritmo pero sin correr que hay que saber disfrutar del paseo por la ciudad. 

Nuestro siguiente punto era la iglesia de San Bernardino alle Ossa, incluida en el recorrido no por la iglesia en sí si no por su osario, una sala llena de huesos y calaveras, la verdad es que te da impresión, así que hicimos unas cuantas fotos y seguimos adelante. 







Desde allí, nos fuimos andando hasta la Disney Store, situada en el Corso Vittorio Emanuele II, la calle de tiendas como Mango, Sephora, Foot Locker, Zara y algún que otro outlet, pero este no era un viaje de compras, si no de aprovechar al máximo los dos días para visitar cuantos más monumentos como nos fuera posible, así que nos conformamos con entrar en la Disney Store (en donde compré una taza de Italia) y en la tienda de Lego que también se encontraba al final de la misma calle (que por cierto me gustó muchísimo, sobre todo un árbol de Navidad de lego en el que podías colgar tus propias decoraciones hechas en la tienda). 



     

     


Menudo Duomo de Lego que tenían en el interior de la tienda. Impresionante. 

Como os podéis imaginar, y a pesar del buen desayuno que habíamos tomado, a esas horas ya íbamos teniendo algo de hambre y aunque cuando viajamos por Europa, solemos comer muy pronto, queríamos alargar un poco ese momento, así que nos acercamos a la famosa pastelería de Luini para comer los Panzerotti, una especie de empanadilla dulce o salada con relleno. Costaban cada uno 2,70 y solo nos compramos uno para probarlos, el mío relleno de chocolate y naranja, y la verdad es que no estaba malo, pero para mi gusto, demasiado pesado y empalagoso. Había algo de cola pero te atendían muy deprisa, eso sí, nos llamaron la atención por hacer una foto. 




A escasos metros de la pastelería, entramos en la Iglesia de San Fedele, en donde tienes que pagar un par de euros para poder visitar la cripta y además te hacen una especie de visita guiada, porque fue todo el tiempo con nosotros una mujer italiana explicándonos en una mezcla de italiano-español toda la iglesia. 





Incluso nos dio algunos consejos sobre los lugares que no nos podíamos perder en Milán y uno de ellos, la iglesia de San Maurizio fue una de los grandes descubrimientos del viaje. 

Pero antes había ya que comer así que buscamos y no encontramos nada a buen precio. Al final acabamos en un restaurante llamado Italy Restaurant en la Via San Prospero en donde comimos bastante bien, un risotto de marisco y unos spaghetti igualmente con marisco. Riquísimo pero nos costó con la bebida unos 20 euros por persona. 







Ya bien alimentados, proseguimos nuestro recorrido por la ciudad hacia la iglesia de San Maurizio al Monastero Maggiore, situada en la calle Corso Magenta. Su fachada simple no tiene nada que ver con la majestuosidad de su interior con frescos por todas las paredes perfectamente conservados del siglo XVI. Una de las sorpresas del viaje y lo mejor que es gratuita. 






Nuestro siguiente punto sería la basílica de San Ambrogio, reconstruida en el siglo XI en estilo lombardo. Lo que más nos gustó fue su fachada con la torre y el patio y la cripta en donde se encuentran los esqueletos de San Ambrosio, San Gervasio y San Protasio. 


     



El cansancio empezaba a hacer mella en el cuerpo y aún nos quedaban unas cuantas horas para la reserva de la Última Cena de Leonardo da Vinci, así que estuvimos barajando volver al hotel o seguir descubriendo la ciudad. Al final nos decantamos por esta última opción, volver al hotel podría haber sido peligroso teniendo en cuenta lo poco que habíamos dormido por la noche, eso sí, decidimos a partir de entonces sacar partido a nuestro billete de 24 horas y hacer los trayectos entre los diferentes lugares a visitar en transporte público, así que cogimos un autobús que nos llevó a la Basílica de San Lorenzo Maggiore, que en principio no íbamos a visitar pues se encuentra bastante lejos del centro. Del siglo IV, es la iglesia más antigua de Milán.



Empezaba a anochecer y tan solo eran las 5 de la tarde y aún nos quedaba una hora y media para la visita a Santa Maria della Grazie. Volvimos a tomar un autobús que nos llevó cerca de la iglesia, entramos a visitarla, para hacer tiempo pero a las 18:00  nos echaron porque cerraban, así que hasta y media que teníamos la visita, nos fuimos a tomar un café que llevábamos prácticamente 12 horas por Milán sin apenar parar. Antes de nada os contaré que para tener controlados todos los medios de transporte de la ciudad, me descargué la app ATM Milano que os recomiendo, introduces tu localización (sin problema si tienes la ubicación encendida) y luego a donde quieres ir y la app te indica qué medio de transporte es el idóneo (metro, autobús o tranvía), cuánto tardas y cuánto tiempo te llevará el trayecto, nos resultó muy útil para saber en todo momento cómo movernos por la ciudad. 

Sigamos con Santa Maria della Grazie. La entrada a la iglesia es gratuita, y su interior es gótico. Pero evidentemente la visita obligada en la iglesia es su refectorio en donde se expone el cuadro de La Última Cena de Leonardo da Vinci, que tras su última restauración, se ha conseguido sacar a la luz los colores reales del mismo ya que a lo largo de los años y sobre todo con la Segunda Guerra Mundial había quedado muy deteriorado. Conseguir entradas para poder admirar esta obra de arte es toda una odisea. Con unos 3 ó 4 meses de antelación salen por internet las entradas en este enlace que es la página oficial, pero como este viaje había sido programado con poco tiempo de antelación, las entradas por internet ya estaban agotadas, habíamos leído que si llamabas por teléfono, podían aún tener algunas y así hicimos, pero fue imposible. Así que nos dedicamos a buscar desesperadamente en la red unas entradas en alguna página aunque fuera con visita guiada, desafortunadamente si bien las entradas en la página oficial son 10 euros, no encontrábamos ningún precio razonable ya que como la mayoría de páginas (civitatis, getyourguide...) incluían visita guiada, el precio subía a 50 euros o más por persona. Éramos conscientes de que una visita a Milán sin ver esta obra no estaría completa pero tampoco estábamos dispuestos a pagar una cantidad desorbitada. Cuando ya nos habíamos dado casi por vencidos, descubrimos tiqets en donde encontramos entradas a tan solo 25 euros por persona para las 18:30 de la tarde. Como era la primera vez que utilizábamos esta página, siempre te surgen dudas pero no tuvimos ningún problema, pasamos a la taquilla, cambiamos nuestros pdf por las entradas y accedimos a la hora exacta a la sala (el refectorio de la iglesia) en donde se encuentra La Última Cena de Leonardo da Vinci. Imposible explicar con palabras la sensación de encontrarse delante de esa obra maestra, era como si por fin hubieras hecho realidad un sueño. 









Esta era nuestra tercera visita a Milán (las otras dos hace ya muchos años y en tour) y por fin habíamos conseguido admirar La Última Cena de Leonardo da Vinci. 

Hora de irnos a cenar y para ello, habíamos oído hablar de la posibilidad de tomar el aperitivo en la zona de los Navigli, así que no lo dudamos ni un momento, tomamos un tranvía (de los antiguos) y nos dirigimos a esa zona. Nos encantó el ambiente, la gran cantidad de bares y restaurantes en donde cenar y el canal todo iluminado, muy romántico. Encontramos una pequeña mesa en el restaurante Spritz Navigli fuera, menos mal que tenían una gran cantidad de estufas, entre eso y lo que comimos, no tuvimos nada de frío. El aperitivo se sirve entre las 18:00 y las 22:00 de la noche, pagas la bebida y luego tienes derecho a un buffet de fríos y calientes, de ensaladas, pastas, postres, embutidos... de todo un poco, vamos que puedes acabar rodando. El precio es de 11 euros con bebida sin alcohol y 14 con alcohol. 








Y ahora unas fotos de la zona en donde además nos encontramos con Anna y Elsa de Frozen. 




     


A pesar del cansancio acumulado y de que llevábamos ya unos cuantos kilómetros en las piernas, como era la única noche que íbamos a pasar por Milán, nos acercamos al Duomo para verlo iluminado, lástima que el árbol de la plaza no estaba encendido. Del Duomo poco más que decir, impresionante de día y de noche y también nos acercamos al árbol que ya habíamos visto por la mañana de la Galería Vittorio Emanuele que ahora encendido estaba aún más navideño. De nuevo para acercarnos al Duomo, volvimos a utilizar nuestra app de los transportes de Milán y luego desde el Duomo hasta el hotel en metro hasta Estación Central. 

     



Más de 28.000 pasos, más de 14 horas sin parar, hora ya de volver al hotel a descansar, habíamos exprimido el día al máximo y aún nos quedaban unas horas por la mañana del domingo para terminar de recorrer la ciudad. 

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