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Visita a Ocaña

Llevábamos ya tiempo sin dar uno de nuestros paseos por alguna localidad cercana a Madrid y aprovechando el puente de tres días, ya que no íbamos a hacer ninguna escapada, decidimos acercarnos a Ocaña en Toledo a menos de una hora de casa. 

Aparcamos algo alejados del centro para evitar la zona azul pero la localidad de Ocaña no es muy grande así que en nada llegamos a la Plaza Mayor. 

Antes de ello, en la calle Toledo vimos el exterior del convento de San Ildefonso del siglo XVI, antiguo convento de religiosas bernardas fundado con el título de San Ildefonso por el Ldo. Alonso Román de Herias en 1575.



Siendo uno de los principales atractivos de Ocaña es su Plaza Mayor del siglo XVIII, de estilo neoclásico. Plaza-claustro regular, de estructura cerrada y sistema arquitectónico abovedado, presenta una organización simétrica de fachadas organizadas por una arquería inferior con dos plantas de pisos y cubierta a dos aguas, sobre la que se disponen buhardillas siguiendo el eje de los arcos. Las obras de construcción comenzaron en el último tercio del siglo XVIII, culminándose la primera fase en 1791 bajo el reinado de Carlos IV. 


     




La fachada principal corresponde a las Casas del Ayuntamiento, en cuya puerta principal se puede observar las armas de la Villa. 



Nos desviamos de la Calle Mayor para llegar a la Plaza de los Maestres donde se encuentra el Convento de Santa Clara del siglo XVI, fundado en 1515 por doña Catalina Román. 




Justo enfrente se encuentra la Iglesia Convento de San José del siglo XVI, fundado por doña María Bazán, esposa del célebre don Alonso de Ercilla, caballero de Santiago, autor de La Araucana, cuyos restos mortales reposan en su cripta. 



Continuamos nuestro recorrido por la Avenida del Generalísimo pasando sucesivamente por la Casa Solar de los Alcaraso Luján, la casa Torre, el Palacio del Conde de Mora y el Hospital del siglo XVI. 





Subimos por la calle Madre de Dios para llegar al Palacio de Cárdenas, no teníamos ninguna esperanza de que estuviera abierto, al igual que nos estaba pasando con las iglesias, pero curiosamente una persona del pueblo nos vio haciendo fotos, se acercó a nosotros y se ofreció a enseñarnos el interior del palacio que actualmente alberga los juzgados de la localidad. 

El palacio fue construido en el siglo XVI y sus trazas muestran elementos de transición del Gótico al Renacimiento. La planta del edificio se articular alrededor de un patio rectangular al que se abren galerías en sus cuatro lados. 







En el interior hay una serie de interesantes artesonados planos policromados. 





Por lo que respecta a su exterior, la portada es de estilo gótico y está formada por un pórtico adintelado plano flanqueado por dos columnas ochavadas. 

Los muros exteriores son de mampostería de doble verdugada.




Todo un descubrimiento. Desde estas páginas agradecerle a esa persona que nos permitiera visitar su interior.

Nuestro siguiente punto en este paseo por Ocaña fue el Convento de Santo Domingo. 




Al mismo se accede por la calle lateral y en el convento se puede visitar el jardín huerto, la iglesia, el museo y el coro. También al principio te ponen unos diaromas en un belén sobre la obra de Dios, llamado Historia Salutis.



     






Mientras esperábamos a la visita al claustro, la iglesia y al coro que tiene un horario fijo, nos dejaron pasar al jardín-huerto.







Después de acceder a un pequeño museo en el que se muestran las obras de los dominicos por todo el mundo, llegas al claustro. Obra renacentista del siglo XVI, realizada por Alonso de Covarrubias. Primero se visita el claustro bajo y luego el claustro alto. 


     







Tuvimos suerte de que la iglesia estaba abierta, de planta rectangular y compuesto de tres naves, tiene en su interior seis capillas. Cuenta con importantes pinturas murales a 19 metros de altura, realizadas en la cúpula, de Fray Luis Santiago, entre 1888 y 1891. También destacan los lienzos del retablo, pintados por el padre dominico Julio Ibáñez, uno de los representantes de la corriente realista en España, en la segunda mitad del siglo XX.





     



Subiendo por una escaleras llegas a la joya de la corona: el coro, tallada en 1573 en madera de nogal y costeada por la Orden Militar de Calatrava. De estilo renacentista presenta en el coro superior santos y santas del Nuevo Testamento y en el interior personajes bíblicos del Antiguo. 







En la entrada del museo te dan unas fichas para introducir en una caja y así poder iluminar el coro. 

La vista de toda la iglesia desde el coro es también impresionante. Lástima que no estuviera iluminada. 



Seguimos nuestro paseo por Ocaña hasta llegar a la Torre de San Martín del siglo XVI. Único vestigio de la desaparecida iglesia parroquial de San Martín obispo, junto a su recuperada portada plateresca. 




     



Por la calle Puerta de la Fuente nos acercamos a la Fuente Grande del siglo XVI. Colosal obra de ingeniería hidráulica posiblemente de Juan de Herrera. Daba la impresión de que estaba en obras y no había agua.




Subiendo una cuesta pronunciada por la cale Alcolea llegamos a nuestro siguiente destino, la iglesia parroquial de Santa María con la esperanza de que estuviera abierta para misa, y así fue, pero por desgracia la misa ya había empezado así que entramos y nos salimos. Hay que ser respetuosos. 

En la misma plaza se encuentra un monumento al Sagrado Corazón de Jesús del siglo XX del escultor leonés Marino Amaya.





Por último y para dar por terminada nuestra visita a Ocaña nos dirigimos a la Iglesia de San Juan Bautista que nos encontramos cerrada, si bien aprovechamos para ver algunos de las casas palacios de los alrededores como la Casa Palacio del Marqués de Cusano, y el Teatro, frente al cual se encuentra el Rollo de Justicia, de estilo gótico del siglo XV. 

     

     



Y con esto dimos por terminada nuestra visita a Ocaña, no pensábamos que iba a ser tan productiva. Una localidad con una plaza impresionante que bien se merece un paseo de un par de horas por sus calles. 

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