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Visita a Dinant

Dinant se extiende entre un acantilado y un río, y realmente merece su apodo de hija del Mosa. La ciudad natal de Adolphe Sax, inventor del saxofón, está empotrada entre el Mosa y los peñascos, lo que le confiere un carácter realmente pintoresco. En el pasado, solo se podía acceder a Dinant en barco, ya que por un lado de la ciudad, el famoso peñón Bayard inclinado sobre el agua, bloqueaba completamente la orilla, y por el otro había una leprosería.

Aparcamos el coche en la Plaza Patenier y enfilamos la calle Adolphe Sax en dirección a la Ciudadela, sin duda una de las visitas obligadas de la ciudad. 

En el número 37 de la calle se encuentra el museo-casa de Adolphe Sax. En realidad, es un Centro de Interpretación ubicado donde nació el creador del saxofón el 6 de noviembre de 1814. Su entrada es gratuita. 




Después de una breve parada para tomar un chocolate caliente (hacía fresco a pesar de ser Agosto) y la famosa coque, una galleta especialmente dura pero de un sabor muy agradable, llegamos a la Ciudadela, pasando por la Colegiata, aunque en ese momento estaban en misa, así que pospusimos su visita a cuando bajáramos de la ciudadela. 


La Ciudadela fue edificada en el año 1051 por el príncipe obispo de Lieja. Para acceder a ella, se puede hacer subiendo la escalera de 408 peldaños o tomando el teleférico. De cualquier modo, el precio es igual: 8,50€ por persona, así que nos decantamos por el método menos saludable pero más rápido: el teleférico. En menos de un minutos llegas a lo más alto de la ciudadela y ya puedes empezar a disfrutar del Mosa y de la ciudad de Dinant, unas vistas preciosas. 

     

     



     


Algunas zonas de la ciudadela son de visita libre como la Galería 1914 o el patio central, pero la mayoría solo son accesibles con la visita guiada que se hace en francés y en neerlandés y dura unos 45 minutos. De todas formas, aunque estos dos idiomas no sean tu fuerte, te recomendamos que hagas la visita guiada para poder ver todas las dependencias de la ciudadela. Además te darán un folleto para que puedas seguir la visita sin problemas. 

Visitarás los calabozos, la sala de armas, la trinchera o el refugio derrumbado. Todo un recorrido por la historia de Dinant. Os dejo en esta entrada algunas fotos pero la ciudadela bien se merece una entrada propia con todo lujo de detalles. 





Dimos ya por concluida nuestra visita a la Ciudadela, y volvimos a bajar por el teleférico. Y después de comer unos bocadillos y una hamburguesa, accedimos al interior de la Colegiata. 

El primer edificio románico construido se derrumbó en 1227 tras la caída de un gran trozo de roca. Fue reconstruido en piedra caliza de Dinant. 

Varios sucesos dañaron el edificio como el saqueo de Dinant en 1466 por Felipe el Bueno o el paso de las tropas del duque de Nevers en 1554. La Colegiata fue restaurada en profundidad en el siglo XIX pero quedó gravemente dañada por los bombardeos y el fuego del ejército alemán durante la masacre de Dinant del 1914. Posteriormente fue de nuevo reconstruida entre 1919 y 1923. 

     

Su interior presenta planta de tres naves y una capilla con una pila bautismal. Destacan sus vidrieras, entre las que se cuenta una de las más grandes de Europa, obra del maestro Ladon. 





     

     



Por último decidimos cruzar el puente sobre el río Mosa, en donde hay unos saxofones pintados que representan a diversos países, entre ellos España. Preciosas las vistas de la Colegiata desde la otra orilla del río.






     

Entre la visita a la Colegiata y a la Ciudadela, cuando quisimos darnos cuenta, ya era hora de marcharnos si queríamos poder continuar con el planning previsto. Por desgracia, unas fiestas en una localidad cercana nos impidió acercarnos a Lovaina, aunque sí pudimos disfrutar de unas horas en la ciudad de Malinas. 

A la salida de la ciudad, pasamos por la famosa roca Bayard, una curiosa roca en forma de aguja. Lástima que solo pudimos ya hacer una foto desde el coche.


Por nuestra parte, Dinant se convirtió en una sorpresa muy positiva. Una ciudad diferente a Gante, Brujas o Bruselas, con un encanto especial. 

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