Blog Los viajes de Dora Gofres, mejillones, frites y magia - Día 11 ~ LOS VIAJES DE DORA
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Gofres, mejillones, frites y magia - Día 11

Comenzamos el día de nuevo en Walt Disney Studios porque nos falta foto con Vaiana. Mientras esperamos a la hora, unos aguerridos valientes se van a pedir hora con Minnie en el otro parque (cómo odio este sistema, de verdad), y el resto decide pasar el tiempo montando en el Studio Tram Tour, algo tranquilo para empezar el día.






Hora de conocer a Vaiana en Art of Disney Animation. Qué simpática. 



Sin tiempo que perder nos va rápidamente a Disneyland para saludar a Minnie, qué guapo se nos ha puesto en el 25º Aniversario. 



Aún le queda al pequeño Rubén montar en una de las montañas rusas en las que en pasadas ocasiones por la altura no había podido montar: Indiana Jones. Así que nos vamos a Adventureland sin prisa pero sin pausa. 



Qué valiente y encima en primera fila. De las tres montañas rusas en las que no había montado aún, su favorita fue la de Rock 'n' Roll Coaster, sin duda seguro que en Navidades vuelve a montar. 

Y ya que estamos en Adventureland, nos vamos a dar un paseo por los puentes colgantes. Puede que este land no sea tan mágico como Fantasyland pero desde luego es de los más fotogénicos. 








Se nos hace ya la hora de comer y es que el tiempo pasa volando cuando uno está disfrutando a tope. Y para ello, nos acercamos al Cowboy Cookout Barbecue a probar el pollo asado. Me gustó bastante la variedad también de este restaurante de comida rápida y la cantidad. 




Se va notando ya el cansancio del viaje y los madrugones, así que qué mejor manera que hacer la digestión montando en el tren. Un paseo hasta la estación de Frontierland y a dar toda la vuelta cómodamente sentados y relajados. Qué suerte que esperando en la estación, Flynn y Rapunzel nos saludan. 





Intentamos montar de nuevo en la Big Thunder pero no es posible, primero una avería y luego muchísima gente, media hora para la cola de minusválidos, increíble. Así que decidimos dar un fuerte abrazo a Jessie. 






Se acerca la hora del espectáculo de las princesas en el Teatro del Castillo de Fantasyland, así que nos vamos para allá. Qué bonito está el castillo, no me canso de repetirlo. 








Aprovechando que estamos en Fantasyland, terminamos de montar en aquellas atracciones en las que aún no lo hemos hecho como Dumbo, el Carrusel o  Las Tazas. Hacemos el intento en Alicia pero se encuentra ya cerrado y si me acuerdo bien, eran las cinco, qué pena. 









     


Últimas horas en el parque y últimas horas de tiendas por Fantasyland. Al salir del castillo para ya dirigirnos lentamente al Disney Village, coincide justo con la hora en la que ha terminado la cabalgata. No cabía ni un alfiler en el parque. Viernes y puente del 15 de agosto. Hasta arriba. Menos mal que ya habíamos aprovechado los dos días anteriores para montar porque en el puente difícil poder hacerlo con tanta gente. 





De tienda en tienda comprando los últimos caprichos, nos dirigimos a la salida del parque. Casi sin querer despedirnos, casi sin decir adiós, porque se nos hace un nudo en la garganta aunque sabemos que en unos meses vamos a pasar unos días muy especiales en Navidad de nuevo en Disneyland París, pero no podemos evitar esa sensación en el estómago tan difícil de explicar para alguien que no sepa lo que es la MAGIA, con mayúsculas. 




     


Hemos quedado a cenar con unos amigos en el restaurante italiano Vapiano, que no me disgusta. Riquísima la ensalada César que me comí. Lo peor que éramos mucho y nos tuvimos que sentar en mesas separadas porque el restaurante no da la opción de comer todos juntos en una mesa corrida. 



Después de la cena y de la post-cena, nos despedimos de nuestros amigos. Unos acaban de llegar, otros se marchan pronto y nuestra querida CM aún tiene algunos meses más de contrato. En Navidades la volveremos a ver. 

Y ahora sí que llega el momento de poner kilómetros por medio entre Disneyland París y nosotros y encima el viaje de vuelta con parada en Bayona resultó una auténtica pesadilla porque tardamos más de 12 horas en cruzar de norte a sur Francia, atascos y más atascos. Un día horribilis que para nada consiguió amargar el fantástico viaje que estaba llegando a su fin. 

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