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Catedral de San Martino en Lucca

Según la tradición, la primera iglesia situada en el emplazamiento del Duomo fue fundada en el siglo VI por san Frigdiano, un monje irlandés llamado en Italia San Frediano, y se convirtió en sede episcopal en el siglo VIII. 

Anselmo de Baggio, obispo de Lucca, encargó el actual edificio en 1060 y lo consagró diez años más tarde, cuando ya se había convertido en el papa Alejandro II (1061-1073).



La espléndida fachada (1060-1242) no se ve afectada por su curiosa asimetría, provocada por el hecho de estar adosada al campanile cuya parte inferior - construida originalmente como bastión defensivo - ya existía cuando se empezó a construir la catedral. 




El elemento más destacado de la fachada es una serie de relieves del siglo XIII, alrededor del atrio y en las puertas de entrada. Los de la puerta de la izquierda son, casi con toda seguridad, del célebre escultor Nicola Pisano, y representan la Anunciación, la Natividad, la Adoración de los Magos y el Descendimiento. Los paneles situados entre las puertas, también de gran belleza, son probablemente obra del principal arquitecto de la fachada, Guidetto da Como, activo a comienzos del siglo XIII. Algunos muestran episodios de la vida de San Martín, a quien está dedicada la catedral; otros, las labores y actividades asociados con los Doce meses del año. En estas escenas se distinguen fácilmente los trabajos representados: producción de vino, trilla del grano, matanza del cerdo, recolección de la fruta, etc. La luneta de la puerta de la derecha tiene un relieve que muestra la Decapitación de san Régulo, un mártir cristiano cuyas reliquias se veneraban en esta iglesia y a cuyo altar se accedía a través de esta puerta. 









A diferencia del de San Michele, el interior de San Martino está lleno de elementos de interés artístico. Al entrar, se puede ver la escultura del siglo XIII de San Martín a caballo con el mendigo, a la izquierda de la puerta principal, de autor desconocido. Muestra al santo del siglo IV compartiendo su capa con un pobre, en quien luego reconoció a Cristo. 


En la mitad de la nave, se llega al Tempietto, una recargada capilla octogonal proyectada por el prolífico escultor local Matteo Civitali. Fue construida para albergar el muy venerado Volto Santo (Santa Faz), un crucifijo de madera de cedro del que se decía que era un fiel retrato de Cristo tallado por Nicodemo, un testigo de la Crucifixión. 

Según la leyenda, la talla se puso en camino hacia Lucca por voluntad propia, viajando en barco y luego acarreada por unos bueyes guiados por la Voluntad Divina. Sea cual sea la verdad de su llegada, atrajo incontables peregrinos a la ciudad, lo que generó una gran riqueza para la iglesia. 



Mayor mérito artístico tiene la tumba de Ilaria del Carreto (1408), segunda esposa de Paolo Guinigi, uno de los principales gobernantes de la Lucca medieval. Esta obra maestra del escultor sienés Jacopo della Quercia es una de las esculturas más bellas de Italia. Resulta especialmente conmovedor el perrito, símbolo de la fidelidad de Ilaria. La obra se conserva en la sacristía, en el lado sur de la iglesia. 




En el transepto derecho podemos contemplar otra obra interesante de Civitali, la tumba de Pietro da Noceto, secretario del papa Nicolás V. Igualmente de Civitali, es el bello Altare di San Regolo, que alberga la tumba del santo, uno de los primeros obispos de Lucca, que fue martirizado. 


El interior del templo tiene tres naves, crucero y un inmenso ábside semicircular. La gran nave central está separada de las laterales por  unos grandes arcos, típicos de la construcción románica, pero las bóvedas son de crucería gótica, realizadas en la reconstrucción del siglo XIV. El ábside sigue siendo el original del siglo XI. Las vidrieras son de 1485, diseñadas por el pintor pisano Pandolfo di Ugolino. 





También se puede visitar la iglesia de Santi Giovanni e Reparata, donde las excavaciones realizadas han sacado a la luz edificios romanos, los restos de la primera catedral de Lucca y dos primitivos baptisterios de los siglos V y VIII.










Sin duda, una impresionante catedral que bien se merece una visita si dais un paseo por Lucca. 

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