Blog Los viajes de Dora El Invernadero en Gran Vía 65 ~ LOS VIAJES DE DORA
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El Invernadero en Gran Vía 65

No hay nada mejor que una reunión de amigas, de esas amigas que sin planear se convierten en parte importante de tu vida y con las que tienes muchas cosas en común, para descubrir un gastro-bar increíble, un jardín en medio de la Gran Vía de Madrid. 

Entramos en el número 65 de la calle, tienda de Salvador Bachiller, ¿cómo es posible que aquí podamos degustar un brunch? 


Nada a la entrada te hace presagiar lo que vas a descubrir en su interior, aparte de una preciosa tienda de la marca ya mencionada, con todo tipo de accesorios para la casa y para vestir de buena calidad a un precio no muy elevado.



Al fondo de la tienda hay unas escaleras que te bajan al restaurante. 



Al bajar, descubres ante ti un precioso restaurante decorado como un verdadero invernadero con plantas naturales donde, a pesar de que haya gente, reina el silencio y la tranquilidad y todo iluminado con una luz tenue. 

Muy atentamente, nos preguntan si tenemos reserva, y aunque respondemos negativamente, nos conducen a un precioso rincón. La verdad es que todo el restaurante es increíblemente bonito, decorado con muchísimo gusto, con plantas de todo tipo, espejos, biombos, azulejos de colores llamativos. Incluso hay una galería que simula un invernadero de verdad. 





 


Lógicamente pedimos el brunch que se sirve todos los días (de 11 a 13 entre semana y hasta las 16 horas los fines de semana).

Aquí tenéis el menú del brunch. De primero café o té. De beber, zumo de naranja o verde, mimosa o bloody mary. Para comer de dulce puedes elegir entre un crumble de yogur, tortitas, gofre o croissant. Por último de segundo y de salado, focaccia, bowl de akal, tosta o huevos benedict. 


Personalmente me decanté por el café, servido en una preciosa taza de porcelana (que luego servían en la planta de arriba), zumo de naranja, gofre con dulce de leche y los huevos benedict. 





Todo esto por 19,90 euros. Puede parecer algo caro, pero la verdad es que el sitio merece la pena y mucho. Un auténtico jardín natural en plena Gran Vía, un remanso de paz. 

Por cierto, con el zumo, te dan una pajita con un mensaje. Esta fue la mía. 

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