Era nuestra tercera visita a Venecia y la primera de nuestros acompañantes. Eso sí también la primera para nosotros no en viaje organizado, así que tras mucho pensar y pensar, decidimos llegar desde Florencia hasta Venecia en coche, y dejarlo en Mestre para luego llegar a Venecia en tren, fundamentalmente por dos razones, teníamos un poco de reparo a que nos pillara atasco en el puente de la Libertad y por la dificultad que encontramos en reservar plaza en el parking de Venecia de antemano. Así que después de hacer lo propio en el parking de la estación de Mestre a través de parclick, salimos temprano del hotel en dirección a Venecia.
En un poco más de dos horas y sin nada de tráfico llegamos a Mestre, ningún problema en encontrar plaza en el parking de Mestre, de hecho teníamos reserva pero había sitio de sobra.
Tras aparcar, cruzamos la calle y ya en la estación, compramos las entradas en taquilla con dirección a Venecia. Nos informaron que podíamos tomar cualquier de los trenes que fueran en dirección a la isla, independientemente de su punto de partida.
Y así en unos 10 minutos, llegamos a la Estación de Santa Luzia en Venecia.
En un principio, teníamos pensado ir andando hasta la Plaza de San Marcos, pero a última hora, pensamos que no tendríamos muchas oportunidades de tomar el Vaporetto, así que nos pusimos a la cola para comprar las entradas. Muchísima gente, eso sí. Prácticamente íbamos como sardinas en lata, hasta que llegamos al Puente Rialto y una buena parte de la gente se bajó del vaporetto. No entiendo por qué no ponen más servicio de vaporettos en temporada alta para dar servicio a toda la gente que está visitando la ciudad.
Afortunadamente, pudimos incluso llegar a sentarnos en el Vaporetto pasando el Puente Rialto y así poder disfrutar del viaje por al Canal Grande hasta la Plaza de San Marcos.
Bajamos del Vaporetto y ante nosotros una marea de gente y el impresionante edificio del Palacio Ducal.
A pesar de la gente que podéis ver en las fotos, no me dio la sensación de que había mucha. Es como si mentalmente, me hubiera preparado para no poder ni siquiera andar de la multitud, y bueno, gente había, sobre todo en la Plaza de San Marcos y aledaños pero cuando empezamos a pasear por los canales, la gente desapareció.
En primer lugar nos dirigimos a visitar el interior de la Basílica de San Marcos. Teníamos entrada reservada para así no tener que esperar cola, entradas que habíamos reservado en la página venetoinside por 2€ por persona, y la verdad es que vista la cola que había, de aproximadamente una hora de espera o más, vimos que habíamos gastado el dinero de manera inteligente.
Eso sí, al entrar tuvimos un pequeño altercado con una señora que administraba una especie de pañuelos de tela a la entrada para cubrirte los hombros. La verdad es que íbamos preparadas para ello, puesto que al igual que en Florencia y otras localidades, sabíamos de antemano que era necesario no ir en tirantes pero claro, al tener que dejar las mochilas en un lateral porque tampoco dejan entrar con ellas, se nos olvidó coger los pañuelos que teníamos. Cuál fue nuestra sorpresa al ver que en esta ocasión, a diferencia de Florencia en donde eran gratuitas, te cobraban un euro por un papel, porque en realidad es un papel. Prácticamente la señora de la entrada nos persiguió y se puso muy desagradable, y todo por un mísero euro. Algo que nos molestó muchísimo pues luego al entrar vimos a chicas con un pantalón más que corto que iban en grupo y no les habían dicho nada. En fin, que tengáis mucho cuidado con esas normas tan estrictas y a mi entender, ridículas.
Además como sabréis, está prohibido hacer fotos en el interior de la Basílica, aunque he de reconocer que había menos personal a la busca y captura de infractores que en la Basílica del Sacre Coeur de París.
Y además queríamos poder ver el Palacio Ducal antes de comer, así que después de disfrutar de la Plaza que sin duda es impresionante, nos dirigimos al Palacio. De nuevo, sorteamos con nuestras entradas compradas por internet la larga cola que había.
El Palacio Ducal de Venecia es uno de los símbolos de la gloria y el poder de la ciudad. Edificio de estilo gótico, fue residencia de los dux, sede del gobierno y de la corte de justicia y prisión de la República de Venecia.
En la visita a su interior, se recorren todas las salas del palacio más un recorrido por la prisión a la que se accede por el interior del famoso Puente de los Suspiros.
Nos gustó mucho la visita pero teníamos que continuar con nuestro día en Venecia. Ya se nos hizo hora de ir a comer y como aún nos quedaban algunos lugares que visitar en la Plaza de San Marcos, comimos en un restaurante cercano en donde vimos una oferta de menú de pizza más bebida. Es Venecia, así que nos conformamos, que no es cuestión de pasarse horas buscando un sitio bueno, bonito y barato.
Volvimos ya comidos a la Plaza de San Marcos para dirigirnos al Museo Arqueológico, justo frente a la Basílica cruzando toda la plaza. En el interior del museo se visitan el Museo Correr, el Arqueológico y la Biblioteca Marciana. En esta ocasión, aunque no hubiéramos comprado las entradas con antelación, no habríamos tenido problema, no había nada de cola y no es de extrañar visto lo visto. La verdad es que si bien el museo correr tiene unas salas impresionantes, el arqueológico me decepcionó algo y la Biblioteca, bueno, en realidad son solo dos estancias, así que es uno de esos lugares que no repetiría si alguna vez vuelvo a Venecia.
Llegó ya el momento de poco a poco, irnos acercando a la estación de Santa Luzia, aunque para ello, tuviéramos que recorrernos toda Venecia, pero la verdad es que ese paseo fue, sin duda, lo más bonito de nuestra visita a la ciudad. Lejos de la multitud, sin rumbo fijo, y perdiéndonos como es de rigor entre canales y puentes. Si no llega a ser por una lugareña, no sé muy bien en donde habríamos acabado.
Así que después de hacer una breve visita a la tienda de Hard Rock Café para comprar una camiseta, volvimos a la Plaza de San Marcos para poder ver el Puente de los Suspiros, ya que hacía unas horas escasamente habíamos pasado por su interior.
Venecia, un auténtico laberinto de callejuelas, plazas, puentes, a cual más hermoso, recovecos... Un placer perderte por esas calles estrechas casi casi vacías. Y todo eso en dirección al Ponte Rialto.
En nuestro paseo, llegamos a la Iglesia de Santa María de la Formosa. Fundada en el siglo VII, fue la primera iglesia de Venecia dedicada a la Virgen que, según cuenta la leyenda, se le apareció a san Magno en la figura de una hermosa doncella y le pidió que erigiera una iglesia en el lugar indicado.
En la misma plaza se encuentra el Palazzo Querini-Stampalia, de estilo renacentista. Construido a comienzos del siglo XVI, fue donado a la ciudad por Giovanni Querini en el siglo XIX.
En la plaza tuvimos que hacer un alto en el camino y tomar un helado. El calor y la humedad y el cansancio ya acumulando en el día empezaba a pasarnos factura.
Y así callejeando, llegamos a la tienda de la Disney Store.
Llegamos al Puente de Rialto. Uno de los símbolos eternos de Venecia y uno de los tres puentes tendidos sobre el Canal Grande. El primer Puente de Rialto fue construido sobre barcazas en 1180. Le siguieron versiones más permanentes de madera en 1264 y 1310. Pero en 1444, ese último puente se desplomó bajo el peso de la multitud que se había congregado para ver pasar a la esposa del marqués de Ferrara y quedó claro que era necesario construir una estructura más sólida.
El puente actual fue construido en un periodo de tres años (1588-1590) pero no se ha podido determinar con certeza si el ingeniero fue Antonio da Ponte o el noble Giovanni Alvise Boldú.
En el puente hay tiendas especializadas en cosméticos, joyas y artículos de piel y de seda. Y por toda la calle en la que termina el puente y continúa hasta la igleisa de San Giacomo hay puestos de souvenirs y de todo tipo de detalles que te quieras llevar de recuerdo de Venecia.
La iglesia de San Giacomo di Rialto fue el único edificio que sobrevivió al catastrófico incendio de 1514 y podría ser la iglesia más antigua de Venecia. Su fundación se remonta al año 421, 428 o 540, y ha sido reconstruida y renovada en numerosas ocasiones, la última en 1600, aunque conservando siempre la planta original. La plaza en que se encuentra frente a la iglesia con su fuente de varios caños es el Campo Erberia, que desde 1097 hasta hace pocos años fue el mercado mayorista de frutas y hortalizas de Venecia.
Seguimos nuestro paseo en dirección a la estación de Santa Luzia, intentando no perdernos aunque la verdad es que no es tarea fácil. En Venecia un mapa te sirve de bien poco ya que las diminutas callejuelas no aparecen en el mismo.
Vamos terminando nuestro paseo por Venecia llegando al Ponte degli Scalzi. Al cruzarlo el cielo empieza a oscurecerse y conseguimos captar dos preciosas imágenes del Canal Grande. Decidimos cenar en el Burger King, algo que no os aconsejamos pero todo sea por el pequeño del grupo. Agotados pero felices, tomamos de nuevo el tren hasta Mestre y enfilamos el camino de vuelta al hotel. Un día largo, muy largo y muy completo.
A pesar de todas estas imágenes preciosas que Venecia nos dejó y el completo día, he de decir que de las tres veces que he visitado la ciudad, no puedo evitar marcharme con un ligero mal sabor de boca de Venecia. Desde mi humilde punto de vista, y teniendo en cuenta que la ciudad tiene un encanto muy especial y difícil de repetir, se nota en el ambiente una ligera aversión al turista y si bien es verdad que hay gente que no sabe comportarse, al fin y al cabo, Venecia no sería lo que es sino fuera porque la gente la visita a diario durante todo el año. No defiendo para nada a esos turistas que hacen verdaderas locuras pero no se puede ser desagradable como algunas de las personas que encontramos en la ciudad, mención especial a la mujer de la entrada a la Basílica.
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