Blog Los viajes de Dora Visita a San Gimignano ~ LOS VIAJES DE DORA
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Visita a San Gimignano

Visitar la Toscana y no dar un paseo por San Gimignano sería un pecado, así que lógicamente incluimos este precioso pueblo medieval famoso por sus torres en nuestro planning.


Es fácil recorrer San Gimignano a pie, se puede pasear de un extremo a otro del pueblo en cuestión de media hora y la mayoría de las lugares de interés están en la Piazza del Duomo en sus alrededores, en el centro del pueblo. 

Nada más aparcar en uno de los múltiples aparcamientos que hay ubicados rodeando la localidad, accedemos al interior intramuros a través de la Puerta de San Giovanni.



Avanzamos por toda la Via San Giovanni. Muchísima gente, muchísimas tiendas, es imposible marcharse de este pueblo sin acabar comprando de todo, pasta, vino, algún que otro recuerdo. Qué vida tiene San Gimignano.




Pasamos por el Museo de la Tortura y llegamos al Arco dei Becci, que da paso a la primera de las dos plazas conectadas entre sí, la Plaza della Cisterna. El Arco dei Becci formaba parte del cinturón original de murallas de la ciudad, construido con anterioridad a un segundo anillo defensivo levantado en el siglo XIII, cuando el pueblo se extendió.





La Piazza della Cisterna está rodeada de torres, edificios medievales y cafés. Recibe este nombre de la cisterna pública situada en su centro, construida en 1287 y ampliada en 1346, por orden de Guccio de' Malavolia, máxima autoridad civil, cuyo escudo de armas la adorna. 





En esta plaza se encuentra la famosa heladería Dondoli en donde dicen que se vende el mejor helado del mundo. Ni qué decir que probamos uno, y la verdad es que estaba riquísimo.


A continuación se encuentra la Piazza del Duomo en donde se ubica la Colegiata. En esta misma plaza también se encuentra el Palazzo del Popolo, sede de la oficina de turismo y del Museo Cívico y detrás, el Palazzo del Podestá. Según una ordenanza de 1225, la Torre della Rognasa de este palacio marcaba la altura máxima permitida a estas construcciones privadas: 52 metros. Muchos nobles ignoraban esta ley o la transgredían, como en las gemelas Torri Salvucci. La familia Salvucci construyó unas torres que estaban por debajo de la altura máxima regulada, pero las levantaron tan juntas que combinadas eran mayores que cualquier construcción del concejo o de las familias rivales. 





Intentamos acceder a la Colegiata, pero dio la casualidad de que era el día de la patrona de San Gimignano, Santa Fina, así que solo nos permitieron el acceso para rezar y la verdad es que más vale que entraras a rezar porque prácticamente te seguían en el interior para asegurarse de que no hicieras ninguna foto. Una verdadera pena porque el interior de la Colegiata es impresionante, casi totalmente cubierto de frescos.

Fue una gran decepción, así que para resarcirnos, accedimos al Palazzo del Popolo para ver el Museo Cívico.

Se accede a las taquillas a través de un bonito patio, decorado con piezas arqueológicas y tres frescos de Sodoma. 





En primer lugar accedimos a lo alto de la Torre Grossa, para disfrutar de unas impresionantes vistas de San Gimignano.







Sin duda, mereció la pena aventurarse por escaleras estrechas y empinadas para disfrutar de esas vistas y del paisaje de La Toscana. 


De nuevo abajo empezamos a recorrer el museo, que comienza en la Sala del Consiglio, dominada por la Maestà de Lippo Memmi. Esta sala también recibe el nombre de la Sala di Dante, ya que fue en ella donde el poeta -entonces diplomático de Florencia- se reunió con representantes del concejo de San Gimignano para buscar su apoyo. 






En el piso superior están las cuatro salas principales del museo, llenas de obras maestras de numerosos pintores sieneses y florentinos, entre los que destacan Benozzo Gozzoli y Filippino Lippi.

Los mejores cuadros se encuentran en la amplia sala situada inmediatamente a la derecha del final de la escalera, empezando por el Crucifijo, una pintura del siglo XIII obra de Coppo di Marcovaldo, un artista florentino capturado por los sieneses en la batalla de Montaperti en 1260. La obra fue ejecutada probablemente cuando el pintor estaba cautivo y figura entre las grandes obras maestras toscanas tempranas. 


Otras obras importantes son los dos tondos o pinturas circulares (1482) de la pared opuesta, obra de Filippino Lippi. Uno muestra al ángel Gabriel anunciando a María que será madre de un niño y el otro representa a María recibiendo la buena nueva.


También destaca una pintura del maestro umbro Pinturicchio - Virgen en el trono con San Gregorio y san Benito (en la imagen anterior).

En otra sala se puede contemplar algunas de las pinturas más seductoras de Toscana. Estas pinturas son obra de un pintor local menor, Memmo di Filipuccio, padre del célebre Lippo Memmi. Los paneles, de principios del siglo XIV, retratan tres escenas de una boda e incluyen dos notables escenas en la que la pareja comparte un baño y luego la cama. Algunos aseguran que se trata de inocentes relatos sobre la alegría del matrimonio, mientras que otros sostienen que son advertencias alegóricas a los hombres sobre los ardides de las mujeres. 





Seguimos descubriendo San Gimignano, así que tomamos la Via San Matteo con muchísima gente y ambiente. Quizás ese aglomeración de gente le restó encanto a la ciudad.





Nos desviamos a mano derecha por la Via Folgore hasta la iglesia de San Jacopo, del siglo XIII y con frescos de Memmo di Filippuccio.  






Volvimos sobre nuestro pasos para en este caso seguir rectos hasta nuestro último punto del planning, la Iglesia de Sant'Agostino. 



Al entrar, en el muro de la izquierda, se encuentra la Cappella di San Bartolo, que contiene la tumba de san Bartolo, otro santo de San Gimignano. Los relieves de la tumba que narran tres episodios de su vida, son de Benedetto da Maiano. En uno de ellos se muetra al santo leproso colocándose los dedos de los pies después de que se le hubieran desprendido en manos de una enfermera. 


Avanzando por el muro de la derecha, se pasa frente a una pintura de la Madona con el Niño y ocho santos de Pier Francesco Fiorentino.


Pero sin duda lo que más llamó la atención del interior de esta iglesia son los frescos del altar mayor. Obra del pintor florentino Benozzo Gozzoli, discípulo de Fra Angélico, son 17 paneles que describen episodios de la vida de San Agustín. Como mucho de los frescos de Gozzoli, estas pinturas son interesantes tanto por el retrato que hace de la Italia del siglo XV como por su temática religiosa. 






La impresionante pintura del altar mayor es la Coronación de la Virgen, de Piero del Pollaiuolo.


También visitamos el claustro de la iglesia.





Con esto dimos por terminada nuestra visita a San Gimignano. Os dejo algunas fotos más del camino de vuelta, de la que dicen que es la segunda mejor heladería (ni qué decir que nos tomamos otro helado) y una preciosa imagen de las torres de esta preciosa localidad de la Toscana. 








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