Parque Quinta de los Molinos

Aprovechando una tarde primaveral en Madrid, nos acercamos al Parque Quinta de los Molinos a disfrutar de un paseo y de sus maravillosos almendros en flor en esta época del año.

Aparcamos el coche prácticamente en la entrada principal del parque, muy cerca de la estación de metro Suanzes, en la Calle Alcalá 527-531.

      

Historia

Este jardín fue propiedad del conde de Torre Arias. En el año 1920 lo regala al arquitecto alicantino César Cort Botí, que era profesor de Urbanismo en la Escuela de Arquitectura así como concejal del Ayuntamiento. Éste construyó un jardín de tipo mediterráneo. A su muerte, el parque quedó semiabandonado.

En septiembre de 1980 y tras un convenio con la Gerencia Municipal de Urbanismo, se cede al Ayuntamiento de Madrid tres cuartas partes de las 28,7 hectáreas de la propiedad original, permitiendo que el resto del parque fuera de uso residencial.

Descripción del Parque

Con una extensión de 25 hectáreas, el parque incluye grandes extensiones de arbolado, en el que se puede encontrar una gran cantidad de especies (olivos, pinos, eucaliptos) aunque la estrella del parque son los almendros, que florecen en febrero, ofreciendo un fantástico espectáculo.

Sin duda, esta época es el momento perfecto para visitar este parque, ya que los almendros están en todo su apogeo y muchos madrileños aprovechan los primeros albores de la primavera para hacer picnic en sus praderas.

   







   





























   

También se halla, en el extremo norte del parque, un palacete de comienzos del siglo XX, con zonas de jardín con flores y extensiones de césped. También hay un estanque, un molino y el edificio conocido como Casa del Reloj. También cuenta con fuentes, albercas, estanques y dos molinos dotados de aeromotores para facilitar la red de riego y que dan nombre al parque: el Molino de la Casa del Reloj y el Molino de la Rosaleda de Palacio.

   











   







    

Como curiosidad mencionaremos que en este parque existe una de las pistas de tenis más antiguas de España. Fue uno de los últimos elementos construidos en el entorno del palacete, para lo cual fueron necesarios grandes movimientos de tierras, ya que se encuentra encajada en el sentido de la pendiente longitudinal del terreno. Esta situación topográfica permitió rodear el campo con sendas terrazas del césped, a modo de gradas para espectadores y construir un muro de contención en forma de arco en el extremo norte del mismo.