Blog Los viajes de Dora De cómo la magia nos acompañó en nuestro viaje a Disney - Día 4 ~ LOS VIAJES DE DORA
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De cómo la magia nos acompañó en nuestro viaje a Disney - Día 4

A la mañana siguiente, nos levantamos temprano, desayunamos como siempre unos maravillosos croissants en el hotel y nos dispusimos a acercarnos hasta la localidad de Gante a una media hora de Brujas.

Llegamos a Gante en plenas fiestas que empezaban el día 15 de julio y al llegar el 14 nos encontramos la ciudad con multitud de puestos de comida y de escenarios para oír música por todos sitios, lo cual, en mi modesta opinión, no nos gustó, porque como veréis en las fotos algunos edificios estaban prácticamente tapados por los escenarios. Por ello, aún a riesgo a equivocarme, y aunque la ciudad me gustó bastante, preferimos Brujas, tal vez en alguna ocasión volvamos a Gante, no en fiestas lógicamente

¿Nos acompañáis en nuestro paseo por Gante?

Llegamos sobre las 10:30, teníamos por delante unas cinco horas. 

Aparcamos en la estación Gent-Dampoort, para evitar callejear por las calles de la ciudad y por el aparcamiento. Los precios de la estación para aparcar el coche son muy económicos, 1€ una hora, 2€ dos horas y 3€ todo el día, con lo que, después de pedir ayuda a una mujer que estaba en su coche porque no entendíamos el parquímetro, introducimos 3€ y nos dio fecha hasta el lunes entendimos que fue porque el día que llegamos a Gante era sábado y el domingo no es necesario pagar para aparcar, así que disponíamos de muchísimo tiempo, más del que íbamos a estar y tan solo por 3€. La estación se encuentra a una media hora de la Catedral, en el centro de Gante. 


Vamos, cómo para entender ese parquímetro, jejeje. Cogimos la calle Hagelandkaai paralela al río Lys y luego la calle Voorhoutkaai donde vimos un hotel barco que nos llamó bastante la atención.



Cruzamos el río y tomamos la calle Sint-Jacobsnieuwstraat, que va a dar a la Iglesia de Santiago del siglo XII. Desde lejos, podemos atisbar entre los edificos su puntiaguda torre. Por desgracia no pudimos acceder a su interior pues estaba cerrada por las fiestas. 




Como podéis ver en las fotos, habían instalado un auditorio para conciertos y una especie de Corylandia que nos tapaba parte de la iglesia.

Justo al lado de la iglesia donde ya comienza la plaza Vrijdagmarkt, encontramos un mercadillo con antigüedades y diversos objetos de toda índole. 





Desde allí, tomamos la calle Belfortstraat, para llegar al Belfort o Campanario.



A mano derecha nos encontramos con el Ayuntamiento (Stadhuis). Destacan claramente sus dos estilos arquitectónicos. A la derecha, el gótico flamígero de principios del siglo XVI y a la izquierda el estilo renacentista italiano. 



El Belfort o Campanario fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1999. En la cúspide de esta impresionante torre vigía, el dragón vela por sus habitantes. En otros tiempos, custodiaba celosamente los fueros adquiridos por la ciudad en 1180. Este dragón es el tercer ejemplar realizado según la estatua original de cobre de 1377. Tiene un peso de 400 kilos, las otras copias del dragón se pueden admirar en la sala de los centinelas. 



La Plaza de San Bavón (Sint- Baafsplein) es para Gante como la Ille-Saint Louis para París: el corazón de la ciudad. Aquí tuvo su origen Gante. Su nomre deriva de la palabra Ganda que significa literalmente confluencia, cerca de la desembocadura del Lys con el Escalda. 



Muy cerca está la Catedral de San Bavón, que pudimos visitar por dentro.

En otro tiempo, la catedral no era más que una sencilla iglesia parroquial. De la capilla original, consagrada en el año 942, no quedan vestigios. Los restos más antiguos que se conservan son dos naves románicas en la cripta que datan de 1150. 

En 1540, Carlos V mandó construir la cercana Abadía de San Bavón (Sint-Baafsabdij) para construir en su lugar, el llamado Castillo de los Españoles, los monjes y las reliquias (entre las cuales se hallaba un hueso de la parte superior del brazo de San Bavón) encontraron cobijo en esta iglesia. Con la creación de la diócesis de Gante, la iglesia se convirtió en 1561 en catedral. 



La catedral es conocida por albergar en su interior el retablo de la Adoración del Cordero Místico, conocido también como Políptico de Gante, obra de Hubert y Jan van Eyck. Es uno de los más importantes ejemplos de pintura medieval de Europa Occidental. El acceso a la catedral es gratuito, pero para ver el cuadro hay que pagar y está terminantemente prohibido hacer fotos. En una capilla tienen una copia del mismo. 







Continuamos nuestro paseo por Gante. Después de visitar la Catedral, nos dirigmos por la calle Sint-Baafsplein y luego la calle Cataloniestraat en dirección hacia el Puente de San Miguel.

Pasamos por la Iglesia de San Nicolás que es uno de los monumentos más antiguos y destacados de Gante. 




Comimos en el McDonalds del Puente de San Miguel desde el que se ven unas vistas impresionantes. Lástima los puestos de comida y las obras. Y desde el Puente tenéis una de las fotos más famosas de Gante con el canal y sus torres gantesas.



Justo al lado del puente, se encuentra la Iglesia de San Miguel. Su torre debería haber alcanzado una altura de 138 metros, pero no llegó a terminarse. Oficialmente por razones de seguridad. Pero en realidad, los planos eran megalómanos y los medios disponibles insuficientes.




Bajamos las escaleras hacia la calle Korenlei. Uno no sabe ni a dónde mirar con tan bello edificio. Nos encontramos en los Muelles de las Hierbas y del Trigo. Aquí estaba situado desde el siglo XI, el puerto comercial más importante de Gante. Los edificios a ambos lados del río Lys son únicos y de una belleza imperecedera. En muchas guías turísticas se cita este lugar como una de las vistas más hermosas de Europa, para nosotros no lo fue,  como ya os he comentado, los escenarios que habían levantado para las fiestas nos impidió disfrutar de tales vistas hermosas en su totalidad. 





Cruzamos el río para llegar a la entrada de la Lonja de la Carne. Allí se venden productos típicos de Flandes oriental, desde el Jamón Ganda hasta los cuberdons.


Volvemos a cruzar otro puente para dirigirnos al Castillo de los Condes de Flandes.



El Castillo de los Condes es el único castillo medieval en Flandes con un sistema de defensa casi intacto. Esto hace que el castillo se identifique de una forma peculiar. 

Se pueden visitar las diferentes salas, las murallas, la torre del homenaje y la residencia condal. En todas las salas se encuentra un museo, en donde expone la historia de la vida carcelaria en aquel entonces y cuenta con una impresionante colección de armas e instrumentos de tortura más doloroso de todos los tiempos. 

Por desgracia no pudimos acceder a su interior pues ya no teníamos más tiempo. Había que volver a donde habíamos aparcado el coche para proseguir nuestro camino hasta nuestro próximo destino. 



Por último y de camino a la estación de tren en donde habíamos dejado aparcado el coche, dimos un breve paseo por el Barrio Patershol, el barrio medieval lleno de restaurantes de todo tipo con sus calles estrechas y sus casas humildes.



Finalmente volvimos a cruzar el río por la calle Zuivelbrugstraat para terminar nuestra visita de Gante en la plaza Vrijdagmarkt, que también estaba llena de puestos y de una feria por las fiestas. 




Empezaba a llover copiosamente, así que nos dirigimos a la iglesia de Santiago de nuevo para desde allí volver a la estación. A pesar de las obras y de los puestos de comida y los escenarios que en algún momento nos impidió disfrutar de la belleza de esta ciudad, terminamos nuestra visita a Gante con una sensación de satisfacción, aunque personalmente Brujas me llenó más. Tal vez en otra ocasión deberíamos darle otra oportunidad a esta hermosa ciudad. 

Llegamos al coche y proseguimos nuestro viaje hasta Disneyland París, unas tres horas y media teníamos de trayecto y encima con la lluvia, no sabíamos si nos iba a dar tiempo a llegar ya que habíamos quedado con nuestros amigos para cenar en el King Ludwig's en el Village. Afortunadamente, llegamos de sobra e incluso a los peques les dio tiempo a darse un baño en la piscina del hotel antes de acercarnos al Village. 

En nuestros corazones una misma ilusión: pisar por fin de nuevo Disneyland París, aunque eso no iba en realidad a ocurrir hasta un día después. Para este día teníamos otros planes, igual de mágicos. Primero hacer el check-in en el hotel previo al Cheyenne, el Dream Castle, una breve pero intensa visita a la piscina y luego directos al Village, primeras compras en World of Disney, que no fueron las únicas y una cena especial con unos amigos en el King Ludwig's.

De camino, esos carteles que te van indicando que llegues a Disneyland París. Difícil, casi imposible, describir el hormigueo en el estómago de ese momento.





El hotel nos gustó muchísimo, muy limpio, muy claro, muy tranquilo, sin los agobios del Cheyenne y con autobuses también gratuitos hasta el parque con bastante frecuencia. Además habíamos conseguido una oferta a través del Race, con lo que la habitación cuádruple con desayuno incluido nos salía a tan solo 100€, un verdadero chollo. Nada más aparcar, a hacer el check-in.






Los chicos directos a la piscina, aunque solo fuera media hora. A disfrutar tirándose por el tobogán sin parar. 





Llegamos al Village, y lo primero que nos sorprendió fue tener que pasar un control de bolsos para entrar en el mismo. Pero no importaba, ante nosotros allí estaba, World of Disney.




Casi sin darnos tiempo a comprar nada, ¿dije casi?, directos al King Ludwig's. Reserva hecha ya hacía un mes más o menos. La tematización del restaurante de 10 y la comida bastante aceptable. 









Un corto paseo por el Village para bajar la cena, un "Hasta mañana" a nuestros amigos y de vuelta al hotel. Al día siguiente, volvíamos a la magia. 

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