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Visita a Brujas 2012


Año 2012. 20 Aniversario de Disneyland París. La excusa perfecta para coger el coche y adentrarnos en Francia aventurándonos en Bélgica y visitando una de las ciudades más impresionantes de todas las que hemos visitado hasta el momento: Brujas, sacada de un cuento de hadas. 

Llegamos al hotel bastante antes de lo esperado. El camino desde Poitiers hasta Brujas resultó bastante rápido y tranquilo, salvo por los atascos en el famoso Periferic de París. Aún así, después del check-in, aún teníamos tiempo para empezar a descubrir esta preciosa ciudad. 

Gracias a la excelente localización del hotel en el que estábamos hospedados, en menos de 10 minutos a pie podíamos llegar al centro de la ciudad, la famosa Plaza Markt, nuestro primer destino en este recorrido ya que en la misma se encuentra el campanario al que se puede subir llamado Belfort. 

Enseguida llegamos a la plaza T Zand dominada dede hace unos años por un edificio contemporáneo: la Concertgebouw (sala de conciertos). Este es un claro mensaje de que Brujas, ciudad Patrimonio de la Humanidad, no está cerrada al futuro. 






De esta plaza salen las dos calles comerciales más importantes de Brujas, con tiendas de moda a un precio elevado para nuestros bolsillos. En concreto, nosotros cogimos la calle Zuidanstraat, imposible no quedarse maravillado por los edificios, por el ambiente y por cada rincón de esta hermosa ciudad, no dábamos a basto a hacer fotos y deleitarnos con la banda de música que nos dio la bienvenida. 






A lo lejos podíamos ya entrever la famosa aguja de la Catedral de San Salvador pero de momento no era nuestro destino. 



Por la calle Steenstraat llegamos a la plaza Markt o Plaza Mayor. Esta está dominada por el Campanario, un edificio majestuoso que es, desde hace siglos, el lugar ideal para divisar guerras, fuegos o cualquier otra calamidad. Es el centro neurálgico de Brujas, que reúne el espléndido edificio neogótico donde están las salas de la administración provincial, las casas de los gremios y la torre Belfort. 

Aquí mismo podrás degustar las famosas "frites" con multitud de salsas, una de las delicatessen de Brujas y sentarte en los bancos de la plaza observando minuciosamente cada rincón única de esta increíble plaza. 






No pudimos evitar la tentación de probar dos veces las famosas "frites" una con ketchup y la otra con mahonesa. Si mal no recuerdo el precio del envase que veis en la foto era de 2,70 más 60 céntimos por salsa, y os puedo asegurar que estaban riquísimas, recién fritas y con salsa abundante. 

Más o menos en el centro de la plaza se erige la estatua de Jan Breydel y Pieter de Coninck, dos héroes populares que en 1302 durante la batalla de las espuelas doradas o de Courtrai desarrollaron un papel principal en la resistencia flamenca durante la ocupación francesa. 


    



Cualquiera de los laterales de la plaza resulta impresionante. 






El lado norte de la plaza está ocupado por cafés y restaurantes ubicados en la planta baja de los clásicos edificios con fachada triangular tan típica en Brujas del siglo XVI y XVII. En las terrazas de estos restaurantes puedes degustar el plato típico de toda Bélgica: mejillones con patatas fritas. Los precios variaban desde los 17€ hasta más de 20€ el kilo de mejillones con diferentes salsas más las archiconocidas patatas fritas. 






En el lado oeste destacan las casas llamadas Bouchoutehuis, de ladrillo rojo y del siglo XV y el Craenenburg, en donde estuvo preso Maxiliano de Austria en el siglo XV.



En el lado este se encuentra el Palacio de la Provincia, Landhuis, de estilo neogótico. Hasta el siglo XVIII estuvo aquí el Waterhalle, la Casa del Agua, un almacén cubierto donde con gran esfuerzo humano se cargaba y descargaba la mercancía. En el pasado los canales atravesaban la plaza, hoy en día fluyen bajo el suelo. 






Y en el lado sur se encuentra el Belfort (Campanario), sin duda uno de los símbolos de la ciudad. La torre más conocida e importante de Brujas tiene 83 metros de altura y alberga una cámara del tesoro, un impresionante mecanismo del reloj y un carillón con 47 alegres y sonoras campanas. Después de subir exactamente 366 escalones podréis maravillaros con las inolvidables vistas panorámicas de la ciudad y los alrededores. 

Llegamos unos 10 minutos antes de la hora y no había apenas cola, tan sólo cuatro personas delante de nosotros. Afortunadamente en la subida a la torre te encuentras con dos descansillos con una sola donde te van mostrando la historia del campanario y algunas de las campanas del mismo, hasta que llegas a la sala del carrillón y del mecanismo del reloj. Las vistas desde lo alto son impresionantes y espectaculares. Merece la pensa subir los 366 escalones. 


     

     



     




Disfrutad de las vistas desde lo más alto del Belfort.













En la plaza también podéis aprovechar para alquilar un carruaje y explorar la ciudad durante media hora desde un coche de caballos por unos 40 euros 5 personas. 



Nos despedimos de la Plaza por el momento, para seguir nuestro recorrido por Brujas.



Desde el Campanario, hay que tomar la calle peatonal que emerge desde la esquina: la Breidelstraat, llena de tiendas de souvenirs, de restaurantes y de confiterías que despiden un olor único con verdaderas delicatessen de dulces y chocolates. 







Nada más llegar a la plaza Burg, uno no puede evitar sentirse sobrecogido por su belleza. Si la anterior plaza nos deslumbró, esta no se queda atrás. Merece la pena quedarse un buen rato observando con detalle una de las más majestuosas plazas de la ciudad.



En el lado norte, el Proosdij (Palacio Episcopal), se trata de un edificio construido en 1662 en estilo barroco por Van Hillewerve; al lado están los escasos restos de lo que fue la iglesia de San Donaciano del siglo IX, destruida en 1799 por los revolucionarios. 



En el lado este se encuentra el Gerechtshof o en cristiano el Palacio de Justicia, construido en el año 1727. Actualmente alberga el Museum Het Brugse Vrije. 



El edificio más importante de esta plaza es el Bruggemuseum-Ayuntamiento, ejemplo de majestuosidad gótica que sirvió de muestra para muchos otros; desde Lovaina hasta Oudenaarde o Bruselas. Data del 1376 y es uno de los consistorios más antiguos de los Países Bajos. Desde él la ciudad ha sido gobernada durante más de 600 años. 





En su interior destaca por encima del resto de salas, la sala Gótica, con sus pinturas murales del 1900 y su bóveda policromada. 




Justo al lado se encuentra el edificio del Franconato de Brujas, al que se accede con la entrada del Ayuntamiento. La función inicial de esta gran casa señorial fue gobernar los campos de Brujas para después pasar a ser sede de los Tribunales de Justicia. 



El edificio cuenta con una antigua sala del tribunal y otra renacentista del siglo XVI donde se puede admirar una monumental chimenea construida en madera, mármol y alabastro.





Al otro lado del Ayuntamiento, se encuentra la Basílica de la Santa Sangre, una doble capilla de aire místico. 




En el piso inferior se encuentra la iglesia románica de San Basilio.




En el piso superior se encuentra la basílica neogótica donde se guarda y venera la reliquia de la Santa Sangre desde tiempos inmemorables. Anualmente, y desde 1291, se organiza la procesión popular de la Santa Sangre durante el día de la Ascensión, una procesión popular que toda la ciudad celebra. Te puedes acercar a admirarla en profundo silencio y reverencia. El acceso a las capillas es gratis, mientras que el museo no pero no accedimos a él porque no se podían hacer fotos. En esta capilla tampoco se podían hacer fotos a la reliquia de la Santa Sangre. 



Abandonamos la plaza Burg por la pequeña callejuela que sale a la izquierda del Ayuntamiento, la Blinde Ezelstraat o la Calle del Asno Ciego. Nos llama la atención la ingeniosa solución abovedada que fue construida entre el Ayuntamiento y la Antigua Escribanía. Al lado izquierdo de Salomón, puede ver la imagen de la Prosperidad, y al derecho, la de la Paz. 


    




La leyenda cuenta que el nombre de la Calle del Asno Ciego se debe a .... un asno ciego. En la esquina izquierda, junto al canal, existió durante muchos años un molino movido por un burro al que tapaban los ojos con la buena intención de ahorrarle una depresión por su monótono trabajo. Y así es como nació el nombre de la calle. 

Desde este punto puede verse a la izquierda el puente Meebrug, según dicen, el más antiguo de la ciudad. 




Una vez cruzado el puente se llega al Vismarkt, el mercado del Pescado. Originalmente el pescado se vendía en la esquina de la Plaza Markt, pero debido al fuerte olor los pescadores fueron trasladados a este lugar. En su original construcción de columnatas (1821) se vendía el pescado de mar, un valioso producto "delicatessen" que sólo los ricos se podían permitir. Hoy en día, aún se puede adquirir pescado fresco todas las mañanas de martes a sábado. 





Aquí al lado me encapriché de una tienda con todos los artículos más típicos de Brujas: encajes, bolsos con dibujos imitando los famosos tapices flamencos, artículos artesanales de madera... Un placer para la vista pero no para el bolsillo. 





Retrocediendo hasta el punte, cogemos a la izquierda la Huidenverttersplein, la Plaza de los Curtidores. Si decíamos que el mercado de pescado servía a los ricos, los pobres encontraban su lugar en la Plaza de Curtidores: nada de exclusivo y caro pescado de mar, sino el más económico pescado de agua dulce. La columna que se levanta en medio de la plaza tenía una hermana gemela, y entre las dos se colgaba la balanza donde pesar la mercancía. El gran y llamativo edificio que gobierna esa pequeña plaza fue la sede del Gremio de Curtidores, aquí es donde se curtía la piel de vaca en cuero. 




Desde aquí se llega directamente al Rozenhoedkaai, el muelle del Rosario. 




La esquina de la calle Rozanhoedkaai con la calle Dijver es el lugar más fotografiado de toda Brujas. Aquí se encontraba antes el puerto de la Sal. Este producto era considerado como oro en la Edad Media: conservaba la comida en buen estado y daba sabor a las comidas. 


    


Seguimos paseando por el Dijver. Siglos atrás, los druidas se reunían en el Dijver para honrar este sagrado lugar. 



A lo largo de todo el canal en esta calle y circundantes, se encuentran los 5 embarcaderos desde los cuales se puede visitar Brujas en barca. Cada uno de estos corresponde a las cinco familias que tienen permiso para ofrecer a los turistas esta experiencia maravillosa. Nosotros elegimos para nuestro paseo por los canales el embarcadero que se encuentra en la calle Dijver justamente enfrente del museo Groeninge.





Justo en la esquina de la calle Dijver con Wollestrat se encuentra un puente que tiene la famosa estatua de San Juan Nepomuceno.



A lo largo de este hermoso paseo a las orillas del canal, se puede descubrir el Europacollege, Colegio de Europa, un centro de estudios postuniversitarios especializado en Europa y el Hotel de Tuilerieen. 




    

Más adelante, se encuentra uno de los museos más conocidos de la ciudad, el museo Groeninge, en el que se puede disfrutar de los Primitivos Flamencos, maestros de la pintura de fama mundial, como Jan van Eyck, Hugo van der goes y Gerard David. Además, el museo ofrece una valiosa colección de expresionistas flamencos, trabajos neoclásicos de los siglos XVIII y XIX y arte moderno de después de la Guerra Mundial. Nosotros no entramos porque solo teníamos dos días para disfrutar de la ciudad y el precio es algo elevado. 


Siguiendo por la calle Dijver, ya convertida en Gruuthusestraat, llegamos al museo Gruuthuse, antigua residencia de los señores de Gruuthuse. La torre y el pozo son dos símbolos que muestran el estatus de abundancia de la familia, riqueza que acumularon gracias a su derecho exclusivo del gruut, una mezcla de hierbas aromáticas que mucho antes que el lúpulo se utilizaba para aromatizar la cerveza. Louis de Gruuthuse, además de conducir a las tropas de Carlos el Temerario y ser guardaespaldas personal de María de Borgoña, también fue gran amante del arte y dueño de los manuscritos Gruuthuse, una conocida colección de códices medievales que cuenta con ás de 147 textos. El lema de la familia "Plus est en vous", figura orgullosamente sobre la puerta de la residencia y se podría traducir como "Más poder está dentro de usted. 









Tampoco accedimos al interior de este museo que alberga una colección de objetos que muestran la vida entre los siglos XV y XIX. Una de las atracciones principales es la Sala de Honor, con sus tapices, la imponente chimenea y las vigas ricamente decoradas. 

El jardín del museo da a la plaza de Guido Gazelle, en honor al sacerdote y poeta flamenco. 


En esta plaza se ubica la Iglesia de Nuestra Señora. La iglesia fue construida en el siglo XIV alrededor de las reliquias de San Bonifacio. Destaca su gigantesca torre (122 metros) totalmente construida con ladrillo y la más alta de Europa, uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad. 


     


La iglesia tiene cinco naves. La nave central es la más antigua pues data del siglo XII. 


    

En su interior destaca la Madonna de Michelangelo, que es la única escultura del artista que se encuentra fuera de Italia. Si habéis visto la película Monuments Men, os acordaréis de ella. 



Volvemos un poco sobre nuestros pasos para dirigirnos a la Catedral de San Salvador por la calle Mariastraat donde está ubicado el Museo Arqueológico, que no pudimos visitar por falta de tiempo. 


Y llegamos a la Catedral de San Salvador, la iglesia más importante de la ciudad. Se construyó en el siglo IX. 

    

Destaca en su interior la galería con el órgano, las tumbas medievales, los tapices de Bruselas y la rica colección de arte flamenco de los siglo XIV al XVIII. 



Volvemos de nuevo a la Iglesia de Nuestra Señora para seguir con nuestro recorrido por Brujas. 

Justo frente a la iglesia, en la calle Mariastraat se encuentra el Hospital de San Juan. Los religiosos cuidaron aquí a peregrinos, viajeros y enfermos que muchas veces simplemente llegaban a este lugar para morir. Sus salas medievales y la iglesia albergan una impresionante colección de documentos de archivo, arte, instrumentos médicos y obras de Hans Memling. 

    

Seguimos por la calle Katelijnestraat y a pocos metros nos encontramos con una calle muy estrecha, Stoofstraat que cogemos y que desemboca en la plaza Walplein. 

     


En el número 26 de esta plaza, se levanta desde 1546 la cervecería De Halve Maan, la última fábrica artesanal de cerveza de la ciudad. Aquí se produce la "Brugse Zot" (El loco de Brujas), una cerveza de sabor característico y largo proceso de fermentación a base de malta, lúpulo y levadura. La marca ha tomado prestado el sobrenombre de los brujenses, los locos de Brujas, como bautizó Maximiliano de Austria a los habitantes de esta ciudad. A su llegada a Brujas, este organizó para la bienvenida un efusivo y desbordante cortejo con extravagantes desfiles. Cuando, un poco más tarde las autoridades le presentaron una petición para financiar un nuevo manicomio, su respuesta fue corta y contundente, "en esta ciudad solo me he encontrado a locos, Brujas es un gran manicomio, simplemente, cierren las puertas". 

    

Y cruzamos el puente que nos lleva al Beaterio. Desde allí se divisa el Minnewater, el Lago del Amor, sin duda el lugar más romántico de la ciudad.



Los beaterios eran recintos que surgieron en los Países Bajos durante la Edad Media, para acoger a las viudas y huérfanas que dejaron las Cruzadas. Con normas menos estrictas que los conventos, eran como ciudades en miniatura. El beaterio de Brujas fue fundado en 1245 y actualmente está habitado por monjas benedictinas. El impresionante jardín, las blancas fachadas de las casas y el silencio crean un ambiente aparte. 




La iglesia es de construcción sencilla, sin crucero. En 1584 un incendio la destruyó. Veinte años después fue reconstruida conservando el mismo aspecto. Hacia el 1700 recibió la forma actual de estilo barroco. 


    

El lago del Amor o Minnewater y su parque es uno de los lugares más románticos y encantadores de Brujas. 

Minne significa en neerlandés amor y de allí su nombre. Se trata de una superficie acuática canalizada que, si bien existen muchas leyendas al respecto, se habría originado por el río costero Reie que entró a la ciudad y se canalizó hasta llegar al centro, para así equilibrar el agua del resto de los canales. 

Según cuenta la leyenda, en 1448 el pueblo de Brujas ejecutó a uno de los administradores de la ciudad perteneciente a la corte de Maximiliano de Austria. El hombre se llamaba Pieter Lanchals, en neerlandés cuello largo, cuya familia presentaba en su escudo de armas la figura de un cisne blanco. Como castigo a la ciudad por el asesinato, Maximiliano condenó a la población a mantener los cines en sus lagos y canales hasta la eternidad. 





Para un día con estas visitas ya tendríais suficiente. Recordad que un viaje no solo incluye monumentos, sino poder descubrir cada rincón de la ciudad y enamorarte de sus tiendas, su atmósfera, relacionarte con los autóctonos, en suma, sentirte uno más, pero sorprendiéndote en cada esquina y en cada plaza. Así que ahora os dejo unos cuantos lugares más de Brujas para que acabéis completamente enamorados de esta bellísima ciudad. 

Plaza Jan van Eyckplein

Fue el Manhattan del periodo borgoñón, este era el lugar por donde pasaba todo. Aquí las mercancías eran cargadas a bordo y desembarcadas y se producía el pago de un peaje. Una frenética actividad con una banda sonora compuesta en diferentes idiomas, unos más ruidosos que otros. Eso sí, en cada una de las transacciones comerciales había un toque brujense: un agente de Brujas debía estar siempre implicado en la operación comercial y este, por supuesto, se lleva su buen porcentaje. 



En esta plaza se levanta la Antigua Aduana, donde se realizaba el cálculo de los peajes y a su izquierda, la Pijndershuisje, la casa de los estibadores y la más pequeña de todo Brujas. Que esta casa era de los cargadores portuarios se puede leer un par de veces en su fachada, si se observa atentamente. Los pijnders eran alquilados para cargar o descargar los fardos y barriles. 

    



En la esquina entre la Academiestraat y la Jan van Eyckplein se levanta otro notable edificio, y fácil de identificar gracias a sus llamativas torres. Este es la Poortesloge, la lonja de los Burgueses, una clase de club privado del siglo XV, lugar de reunión para los eminentes burgueses de Brujas y comerciantes extranjeros. 

      


Escondido detrás de la esquina te dará la bienvenida el Oso de Brujas, un importante símbolo de la ciudad. Según la leyenda, cuando Balduino "Brazo de Hierro", primer Conde de Flandes, visitó Brujas por primera vez en el siglo IX, el primer habitante con el que se encontró fue un oso pardo. Tras una violenta lucha consiguió acabar con él y a modo de publicidad para su hazaña, declaró al animal símbolo de la ciudad. Hoy en día se encuentra una estatua de un oso en una hornacina de la fachada de la casa Poorterstoge y en algunas fiestas populares es adornado con trajes populares.


Museo de la Patata Frita. Se encuentra en la plaza Beursplein y antiguamente era el consulado de Génova. Cuenta la historia de la patata, su aplicación más famosa, las patatas fritas y las salsas que las acompañan. 

    

Real Teatro Municipal. Construido en 1869, uno de los teatros mejor conservados en Europa. Enfrente de este imponente teatro neo-renacentista se levanta una estatua de Papageno el pajarero, un personaje de La Flauta Mágica, la famosa ópera de Mozart. 



Si desde el teatro caminamos todo recto y giramos a la derecha en la calle Kortewinkel, casi escondida al gran público podremos admirar una fachada única: construida en el siglo XVI y completamente de madera. 


A escasos metros, en el número 10, podemos descubrir el Monasterio Jesuita, que cuenta con un secreto jardín interior. Como encontramos la puerta abierta, accedimos a su interior, se respiraba silencio y paz. 



Iglesia de Santa Walburga. Esta hermosa iglesia barroca cuenta con un notable altar y banco de comunión, ambos trabajados en mármol y en verano se puede escuchar gratuitamente música clásica en este bello entorno. 


    


Corte de los Príncipes o Prinsehof. Este impresionante edificio, que fue originalmente siete vez más grandes de lo que hoy se puede ver, fue levantado en el siglo XV por Felipe el Bueno para celebrar su matrimonio (el tercero) con Isabel de Portugal. Cuando Carlos el Temerario contrajo nupcias con Margarita de York, el palacio fue ampliado con una piscina y un zoo. Este fue también el lugar de residencia favorito de los duques y rápidamente se convirtió en centro político, económico y cultural de la ciudad. Tanto Felipe el Bueno como María de Borgoña murieron en este lugar. La muerte de esta última supuso el inicio de la decadencia del palacio que finalmente pasaría a manos privadas hasta que en el siglo XVII una congregación de monjas inglesas lo transformara en una exclusiva escuela de niñas ricas. A partir de ahí, hubo un continuo cambio de dueños. Hoy en día el edificio pertenece a la prestigiosa cadena hotelera Kempinski y se ha convertido en el primer hotel de cinco estrellas de Brujas. 


Cerca se encuentra la Iglesia de Santiago, frecuentada en su época por los duques borgoñones y comerciantes extranjeros y aún se puede ver su estela en sus increíbles regalos que donaron a esta iglesia. 





    





En la calle de la Aguja, Naaldenstraat, verás la elegante torre de Hof Bladelin, la Corte Bladelin. Pieter Bladelin (representado sobre la puerta rezando a María), dueño original del palacio, prestó en el siglo XV esta vivienda a los Medici, la famosa familia de banqueros florentinos que tuvieron aquí una sucursal. Hoy en día es una pequeña casa propiedad de las hermanas de Nuestra Señora de los Siete Dolores. 


Museo del Diamante. El museo enseña la historia de Brujas como antiguo centro europeo de esta piedra preciosa. Hoy en día los diamantes son uno de los productos más importantes en las exportaciones de Bélgica. A diario hay una demostración de cómo se talla un diamante. 


Museo Arentshuis. El último piso de esta elegante casa señorial del siglo XVIII con su pintoresco jardín alberga la obra del polifacético artista británico Frank Brangwyn que fue arquitecto, pintor, diseñador de piezas de cristal, muebles, joyas... En la planta baja se organizan exposciones temporales de arte. 


Y esto es todo lo que dio de sí nuestro paseo por Brujas en Julio de 2012. Ahora os dejo con una selección de fotos de otros lugares, de esos rincones de los que antes os he hablado que hacen que sin casi darte cuenta te enamores de una ciudad tan mágica como Brujas. 





     













    





     






¿Impresionante, verdad? Una de las cosas, aparte de lo evidente que podéis suponer por estas fotos, que más me gustó de Brujas, fue el silencio, la tranquilidad, la paz que se respiraba en sus calles. Había incluso calles y lugares por los que prácticamente paseábamos solos, pero no con la inquietud propia de un lugar solitario y abandonado, sino tranquilos, disfrutando de cada rincón, cada casa, con sus canales, sus puentes, sus casas reflejadas en el agua. Me imaginaba una ciudad más bulliciosa, con más colas para visitar los monumentos, y me encontré con una ciudad preciosa, tranquila, apacible, cuidada, y llena de lugares con verdadero encanto. Me recordó mucho a Venecia y a Praga, otras dos de las ciudades que he visitado que más me han impresionado, y es que pasear por Brujas ya de por sí se merece un viaje a esta hermosísima ciudad. 

Y por último la famosa foto de Brujas que todo el mundo debe hacer. Disfrutadla.


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