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Fortaleza de la Mota en Alcalá la Real

Desde la prehistoria, Alcalá la Real se convirtió en un enclave de gran importancia estratégica. El cerro de la Mota sirvió como zona de control de los pasos hacia el interior, convirtiéndose en privilegiado lugar de asentamiento. Se ha podido documentar la presencia de una ocupación humana continuada que abarcaría desde el neolítico final, edad del cobre y Bronce Pleno, hasta alcanzar momentos de época romana.

Con la ocupación islámica y el inicio del proceso de encastillamiento del cerro, se produce el desarrollo continuado del conjunto amurallado y de su tejido urbano. Los musulmanes levantaron una ciudad cuyo trazado siguió las pautas propias de la época califal y almohade. En ella destacarían edificios como la alcazaba militar o la mezquita aljama, cuyos restos aún no han podido ser identificados.

Sin embargo, y a pesar de la evidente huella andalusí, la Fortaleza de hoy es producto principalmente de las reformas arquitectónicas que realizaron los castellanos, a partir de la conquista, en 1341.

El avance castellano sobre territorios musulmanes convertiría durante muchos en región de frontera este basto territorio que se caracterizó, básicamente, por la actividad guerrera entre castellanos y granadinos, en tiempos de enfrentamientos y relaciones comerciales en épocas de paz.

El nuevo orden territorial influyó de manera decisiva en el urbanismo y arquitectura de las plazas fronterizas, como la de Alcalá la Real, que situada en segunda línea de fortificaciones, actuó como castillo urbanizado durante los siglos XIV y XV.

Alfonso XI, interesado en que este estratégico lugar defendiera exclusivamente de la Corona, fundó una abadía de patronato real con jurisdicción propia e independiente de cualquier diócesis. Esta capitalidad eclesiástica y el hecho de convertirse en la puerta de castilla hacia Granada, dio a Alcalá la Real una especial fisonomía e influencia. A partir de este momento, se convierte en un enclave comercial y económico de primer orden, alcanzado los momentos de máximo desarrollo urbanístico en los S. XVI y XVII

Tras la conquista de Granada se estimuló desde las antiguas zonas fronterizas una intensa actividad repobladora en los nuevos territorios conquistados. Esto, unido a los numerosos privilegios que ya poseía Alcalá la Real, hizo que atrajera tal cantidad de población que el censo se quintuplicó en pocos años, viéndose obligada a sobrepasar el recinto amurallado y extenderse en nuevos barrios a partir de las partes altas de las laderas de la Mota. La antigua ciudad amurallada contaba con los edificios religiosos, administrativos y de gobierno así como con los centros comerciales y en ella residían las autoridades civiles y eclesiásticas.

Pero, poco a poco, la nueva situación política y demográfica hizo que la Mota se fuera despoblando paulatinamente. Se inicia el lento declive y abandono de la ciudad amurallada, a favor de la actual. Hasta el siglo XVIII, los edificios representativos de la ciudad – Palacio de los abades, Ayuntamiento, cárcel, etc. siguieron ubicados dentro del recinto fortificado de la Mota, mientras que la población ocupaba rápidamente la zona de expansión situada en las faldas del cerro en dirección este y en busca de la zona baja, donde se desarrollaba el nuevo centro neurálgico.

En el siglo XIX, varios hitos condicionaron el devenir histórico de la mota. La ocupación francesa de la ciudadela, que implicó el desmantelamiento de la iglesia Abacial y su uso como almacén y dependencias militares, de la ciudad. la desaparición de la abadía, a raíz del Concordato con la Santa Sede de 1851, y la instalación del cementerio municipal, agravaron su deterioro. A mediados del siglo XX, el desmantelamiento del citado cementerio y la utilización del espacio como escombrera y almacén significaron el punto de inflexión del abandono del recinto.

A partir de la segunda mitad del siglo pasado, se comienzan, primero de forma tímida y, posteriormente, de una manera sistemática, los trabajos de recuperación de la Fortaleza de la Mota, hasta conseguir lo que hoy en día es.








La antigua ciudad amurallada de Alcalá la Real, por su situación estratégica y adelantada, durante los tiempos de frontera en la Edad Media, se configuraba como un baluarte inexpugnable. En este sentido, para acceder al interior del recinto amurallado, en su parte superior, constaba de siete puertas de acceso.

Todas ellas se situaban en la parte oriental de la ciudad. para acceder a través de ellas, se hacía a partir de un acceso en rampa, hacia la izquierda. Este elemento venía a dificultar el posible a taque a la ciudad, facilitando la acción de los defensores.

De las siete puertas originales de la ciudad, tan solo han llegado hasta nuestros días tres de ellas.

Puerta de las Lanzas. De las siete puertas que tuvo la ciudad medieval, este fue el lugar de concentración de las milicias, donde se pasaba revista y se pagaba a los soldados de la tropa o “lanzas”, de ahí su nombre. Esta puerta renacentista de dos cuerpos, sufrió su última transformación en 1578 de la mano del maestro Martín de Bolívar. Las pilastras toscanas soportan el friso, que contiene inscripciones ilegibles y diversos escudos de armas desgastados. Corona el arco un frontón triangular flanqueado por jarrones flamantes y elegantes grotescos.


          





           

           

Botica

           

           


Alcazaba.

Recinto fortificado de forma trianqular que consta de tres torres: la Torre del Homenaje, la Torre de la Campana y la Torre Mocha. La Torre del Homenaje es la mayor de las tres, con unos 20 metros e altura, desde cuya cúspide se puede vislumbrar Sierra Nevada hacia el sur. Ambas edificaciones son un hito visual para toda la ciudad y la comarca circundante, desarrollándose en la actualidad importantes obras de rehabilitación en las mismas.








           




Subimos en primer lugar a la Torre de la Campana donde pudimos disfrutar de unas bellas vistas.

           








Después subimos a la Torre del Homenaje

Se trata de una formidable obra prismática que cuenta con una planta de 17 x 16 metros y 20 de altuera. Epítome de estilos y épocas, servía de residencia al alcaide y se comunicaba, a través de pasadizos, con diversos puntos de la ciudad y del exterior.

Su parte baja tiene un pasadizo abovedado en recodo, con arcos de herradura dobles en el primer tramo. El salón del piso medio destaca por la armonía de sus proporciones y la belleza arquitectónica de su bóveda octogonal sobre trompas. Para llegar a él, hay que subir a la torre de la Vela y atravesar el adarve occidental. En la gran azotea pudo haber maquinaria de guerra.


          

          




Iglesia Mayor Abacial

Su primera sede fue un primitivo templo gótico remodelado tras la toma de Granada, ya en estilo renacentista. Se comienza su reconstrucción en el segundo cuarto del siglo XVI según las trazas de Martín de Bolívar, y su estructura gótica de bóvedas estrelladas se recubre con decoración plateresca. En este sector, las capillas funerarias se conciben como monumentales portadas platerescas, al igual que los arcos de acceso al Baptisterio.

El resto de la iglesia es fruto de la transformación llevada a cabo en el siglo XVI por Ambrosio de Vico; posteriormente, los maestros Luis González y Fray Cristóbal de San José levantan la cabecera a modo de gran arco de triunfo dividido en tres arcos a la misma altura; mientras la Sacristía, anexa al templo, la realiza Ginés Martínez de Aranda en el siglo XVII. Como testimonio de la iglesia primitiva sólo queda en pie la Capilla del Deán Cherinos y algunos restos góticos de la cabecera hallados en las excavaciones.

El espacio interior se organiza en tres naves de dos tramos cada una, con coro a los pies. Es muy notable su Capilla Bautismal, con doble portada renacentista y bóveda de casetones, que algunos autores atribuyen a Jacobo Florentino, notable arquitecto de origen italiano que trabaja en las zonas de Granada y Murcia a principios del siglo XVI.

Desde el exterior se accede a la iglesia a través de una portada con arco de medio punto decorado con palmetas de acanto en las dovelas. Existen otras dos portadas, que son de estilo manierista. También en el exterior se pueden ver los contrafuertes rematados por pináculos y la majestuosa torre coronada por un chapitel de cantería, que se levanta intencionadamente como símbolo de la victoria cristiana sobre el antiguo poder musulmán.

La soledad en la que quedó el templo a finales del siglo XVIII, pues la ciudad se había consolidado y extendido por el llano desde hacía ya más de dos siglos, y el incendio provocado por las tropas francesas en su huida de la ciudad después de su ocupación en 1810, pondrían fin a su actividad y a parte del edificio.










           





   





           




Palacio abacial.
El actual corresponde al siglo XVIII, cuando la población abandona el alto de la mota definitivamente para trasladarse al llano. Es un edificio neoclásico con influencia francesa e italiana. Posee un claustro interior, con un patio y tres galerías abiertas al mismo. En la actualidad alberga el Museo de Alcalá la Real y una oficina de información turística.
           



           

          

FORTALEZA DE LA MOTA  Tel. 902 702 067   /   953 10 27 17    

Horario de apertura:

De Martes a Domingo:

21 Septiembre - 31 Marzo: 10:30h a 17.30h .
Del 15 Febrero al 31 Marzo Sábados 10:30h a 18:30h

1 Abril - 31 Mayo: 10:30 a 14:00 h / 16:30 a 19:00 h

1 Junio - 20 Septiembre: 10:30 a 14:00h / 18:00 a 20:30 h

Lunes festivos abierto 10:30h a 15:00 h

25 Diciembre y 1 Enero cerrado.

MUSEO PALACIO ABACIAL Tel.  953 10 28 68    

Horario de apertura:

De Martes a Domingo:

21 Septiembre - 31 Marzo: 10:30h a 17.30h .
Del 15 Febrero al 31 Marzo Sábados 10:30h a 18:30h

1 Abril - 31 Mayo: 10:30h a 14:00h / 16:30h a 19:00h

1 Junio - 20 Septiembre: 10:30h a 14:00h / 18:00h a 20:30h

Lunes festivos abierto 10:30h a 15:00 h

25 Diciembre y 1 Enero cerrado.

Tarifas

NORMAL 6,00 € · REDUCIDA/REDUCED/RÉDUIT 3,00 € (Incluye audioguía)

Incluye centro interpretación "la Vida en la Frontera" y Museo Palacio Abacial.

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