Nosotros dedicamos dos días y medio a visitar Florencia de arriba a abajo y aún así dejamos muchas cosas por ver, lo cual es la excusa perfecta para volver. O simplemente para pasear por sus calles, o para comer un gelato o para cruzar el río Arno por sus impresionantes puentes, porque Florencia siempre tiene algo que ofrecer al turista y no digamos a los enamorados del arte.
En esta entrada, os dejaré un pequeño resumen de los dos días enteros que pasamos en la ciudad, pero me permitiré el capricho de empezar por el último día, la despedida de esta bellísima ciudad desde la Piazzale de Michelangelo, una plaza siempre llena de turistas ansiosos por sacarse una foto con toda la ciudad a sus pies. Disfrutad de las fotos y no se os olvide sacar una hora al menos para ver la ciudad desde este mirador, sin duda uno de los famosos de Florencia, y si podéis hacerlo al atardecer, mucho mejor.
Con la idea clara de que pasaríamos dos días en Florencia, organizamos las visitas y compramos con antelación las entradas de prácticamente todo lo que queríamos ver, como las entradas para la Galleria de la Accademia o la subida al Campanile y a la Cúpula de Brunelleschi del Duomo.... Todo lo necesario para no tener que esperar colas que en algunos casos, como ya os contaré, eran superiores a dos horas.
Nos acercamos a Florencia en coche desde el hotel en el que estábamos alojados y después de meditar las diversas opciones de aparcamiento, y teniendo en cuenta que en la Piazza de Michelangelo ya no había mucho sitio para aparcar, elegimos el parking Parterre situado en la Via Madonna della Tosse. En principio, íbamos a aparcar allí como minusválidos pero está claro que intentar hacerse entender en español-inglés cuando la otra persona solo habla italiano y no hace ni el más mínimo esfuerzo para entenderte es algo difícil, así que decidimos no perder más tiempo y aparcamos aunque nos costará dinero, que después de todo no fue tan caro. Eso sí, ya vimos en la Plaza de la Libertad que había unas cuantas plazas de aparcamiento gratuitas para los minusválidos, así que en nuestro segundo día, fuimos directos a la plaza.
Nos costó un poco encontrar la entrada de la Galleria de la Accademia y nos pusimos un poco nerviosos, porque teníamos hora de entrada. Con tus entradas de internet, te tienes que acercar a las taquillas, que antes de las 10 de la mañana no había mucha cola. De hecho, entramos a nuestra hora sin problemas.
Una visita a Florencia no estaría completa sin ver el David de Miguel Ángel, la estatua más célebre del Renacimiento. Tras permanecer durante años en la Piazza della Signoria, en el siglo XIX fue trasladado a su actual emplazamiento y pasó a ocupar el lugar de honor en una academia fundada por el gran duque Pedro Leopoldo para albergar una colección de pintura y escultura florentinas.
Tan absorto estarás con esta impresionante estatua que pasarás de largo los famosos esclavos o prisioneros, también de Miguel Ángel, estatuas inacabadas que debían formar parte de una colosal tumba para el papa Julio II.
En la actualidad, se visita para admirar una de las joyas de la época, la Cappella dei Magi, una pequeña cailla decorada con un fresco de tres escenas (1460) de Benozzo Gozzoli.
Llegamos a la Iglesia de San Lorenzo en donde se ubica la Biblioteca Medicea pero al ver que no íbamos a poder hacer fotos en su interior, pues está prohibido, preferimos no entrar. Tal vez en otra ocasión. Y nos dirigimos a las Capillas Mediceas a ver si no había mucha gente en la cola. Tuvimos suerte así que accedimos a su interior.
Las Capillas Mediceas son famosas por tres grupos escultóricos de Miguel Ángel situados en la Sacristía Nueva, uno de los tres elementos elementos del laberíntico mausoleo privado construido para los Médicis.
En la Capilla del Príncipe se encuentran enterrados los seis grandes duques de la familia. Una pena que estuviera en obras.
Pero no sólo de cultura y monumentos vive el hombre. Así que ya que estamos al lado del Mercado de San Lorenzo, vamos a aprovechar para hacer unos cuantos compras. Aparte de los clásicos souvenirs, sin duda los bolsos y carteras de piel son de los productos que más venden en los puestos del mercado. Y ante todo, a regatear.
Volvimos al centro, concretamente a la plaza de la Catedral de Santa María di Fiore, no para entrar en ella, lógicamente porque ya teníamos planificado para el lunes la visita a la catedral junto con la cúpula, el batisterio y el campanile. Pero fue imposible quedarnos maravillados ante la belleza de la catedral, sobre todo su fachada y más en un día tan claro y tan soleado, que resaltaba aún más su belleza.
De paseo a la Plaza de la República entramos en la tienda Disney, mucho más grande que la de Venecia, pero aún así nada que ver con la de Londres en Oxford Street. Y también entramos en la tienda de Hard Rock Café.
Nuestro destino: el mercado del porcellino. Este mercado se llama así por la figura de bronce de un porcellino (cerdo). Dice la leyenda que si frotas su hocico con la mano mientras sostienes una moneda y la dejas, si cae en una rejilla y la traspasa, volverás a Florencia. Por supuesto probamos a ver si teníamos suerte y si no lo conseguíamos a la primera, habrá que volver a intentarlo, jejejeje
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Aunque ya el cansancio se iba apoderando del grupo, decidimos seguir descubriendo esta bellísima ciudad. Pusimos rumbo a la Piazza della Signoria, en donde se ubica el Palazzo Vecchio, sede del gobierno de Florencia durante siete siglos.
En la plaza también podemos ver la famosa Loggia della Signoria en donde se encuentran algunas estatuas conocidas como El Rapto de las Sabinas de Juan de Bolinia, o la estatua en piedra del Marzocco, emblema tradicional de Florencia de Donatello y la estatua de Perseo de Benvenuto Cellini.
Del interior del palacio, destacar la sala del Cinquecento, proyectada para alojar a los miembros del Consejo Mayor, la asamblea que gobernaba la república.
Una vez terminada la visita al Palazzo Vecchio, como aún teníamos algo de tiempo hasta la hora de cenar, decidimos ir a ver el famoso Ponte Vecchio. A esa hora las joyerías del puente ya empezaban a estar cerradas, una pena, afortunadamente lo solucionamos el segundo día que visitamos Florencia.
Nos acercamos a Florencia en coche desde el hotel en el que estábamos alojados y después de meditar las diversas opciones de aparcamiento, y teniendo en cuenta que en la Piazza de Michelangelo ya no había mucho sitio para aparcar, elegimos el parking Parterre situado en la Via Madonna della Tosse. En principio, íbamos a aparcar allí como minusválidos pero está claro que intentar hacerse entender en español-inglés cuando la otra persona solo habla italiano y no hace ni el más mínimo esfuerzo para entenderte es algo difícil, así que decidimos no perder más tiempo y aparcamos aunque nos costará dinero, que después de todo no fue tan caro. Eso sí, ya vimos en la Plaza de la Libertad que había unas cuantas plazas de aparcamiento gratuitas para los minusválidos, así que en nuestro segundo día, fuimos directos a la plaza.
Nos costó un poco encontrar la entrada de la Galleria de la Accademia y nos pusimos un poco nerviosos, porque teníamos hora de entrada. Con tus entradas de internet, te tienes que acercar a las taquillas, que antes de las 10 de la mañana no había mucha cola. De hecho, entramos a nuestra hora sin problemas.
Una visita a Florencia no estaría completa sin ver el David de Miguel Ángel, la estatua más célebre del Renacimiento. Tras permanecer durante años en la Piazza della Signoria, en el siglo XIX fue trasladado a su actual emplazamiento y pasó a ocupar el lugar de honor en una academia fundada por el gran duque Pedro Leopoldo para albergar una colección de pintura y escultura florentinas.
Tan absorto estarás con esta impresionante estatua que pasarás de largo los famosos esclavos o prisioneros, también de Miguel Ángel, estatuas inacabadas que debían formar parte de una colosal tumba para el papa Julio II.
Volvimos al Museo de San Marco, que antes habíamos pasado rápidamente, pero no entramos en su interior. Sí en la Iglesia cuyo acceso es gratuito.
Bajamos por toda la via Cavour en dirección a la Iglesia de San Lorenzo. Por el camino pasamos por el Palacio Medici-Riccardi y al ver que los minusválidos podían entrar gratis con un acompañante, dejamos que el fotógrafo del grupo pudiera disfrutar del interior del palacio.
El palacio fue la residencia de los Médicis durante casi un siglo y su principal sede en la ciudad desde 1462 - año en que fue terminado por Cosme el Viejo - hasta 1540, cuando Cosme I trasladó la corte de los Médicis al Palacio Vecchio.
En la actualidad, se visita para admirar una de las joyas de la época, la Cappella dei Magi, una pequeña cailla decorada con un fresco de tres escenas (1460) de Benozzo Gozzoli.
Llegamos a la Iglesia de San Lorenzo en donde se ubica la Biblioteca Medicea pero al ver que no íbamos a poder hacer fotos en su interior, pues está prohibido, preferimos no entrar. Tal vez en otra ocasión. Y nos dirigimos a las Capillas Mediceas a ver si no había mucha gente en la cola. Tuvimos suerte así que accedimos a su interior.
Las Capillas Mediceas son famosas por tres grupos escultóricos de Miguel Ángel situados en la Sacristía Nueva, uno de los tres elementos elementos del laberíntico mausoleo privado construido para los Médicis.
En la Capilla del Príncipe se encuentran enterrados los seis grandes duques de la familia. Una pena que estuviera en obras.
Pero no sólo de cultura y monumentos vive el hombre. Así que ya que estamos al lado del Mercado de San Lorenzo, vamos a aprovechar para hacer unos cuantos compras. Aparte de los clásicos souvenirs, sin duda los bolsos y carteras de piel son de los productos que más venden en los puestos del mercado. Y ante todo, a regatear.
Y ya que nos encontrábamos cerca del Mercado Central, entramos en él y subimos a la planta superior en donde puedes comer de todo, sobre todo pasta y pizza claro, a un precio económico. Lo único difícil fue encontrar una mesa para los 7, pero unos amables españoles se iban y nos dejaron sentarnos. Riquísima la pizza, y hecha al horno a un buen precio, entre 7 y 10 euros por pizza. Mmmmmmm. Totalmente recomendable comer aquí al menos uno de los días que estéis visitando Florencia sobre todo si estáis por la zona en ese momento.
Ya con el estómago lleno, decidimos seguir con el planning previsto. Así que dando un paseo tranquilo, nos dirigimos a la Basílica de Santa María de Novella. Como siempre que hago un planning en alguna de nuestras visitas a una ciudad, los horarios mandan y más cuando son horarios europeos, es decir, algunos monumentos cierran relativamente pronto para ser Agosto.
La Iglesia Madre de la Orden de los Dominicos de Florencia empezó a levantarse en 1246. Con el tiempo se convirtió en la segunda iglesia de la ciudad, después de la Santa Croce. Tanto la fachada como el interior son excepcionales, y este último aloja frescos fascinantes.
Volvimos al centro, concretamente a la plaza de la Catedral de Santa María di Fiore, no para entrar en ella, lógicamente porque ya teníamos planificado para el lunes la visita a la catedral junto con la cúpula, el batisterio y el campanile. Pero fue imposible quedarnos maravillados ante la belleza de la catedral, sobre todo su fachada y más en un día tan claro y tan soleado, que resaltaba aún más su belleza.
De paseo a la Plaza de la República entramos en la tienda Disney, mucho más grande que la de Venecia, pero aún así nada que ver con la de Londres en Oxford Street. Y también entramos en la tienda de Hard Rock Café.
Nuestro destino: el mercado del porcellino. Este mercado se llama así por la figura de bronce de un porcellino (cerdo). Dice la leyenda que si frotas su hocico con la mano mientras sostienes una moneda y la dejas, si cae en una rejilla y la traspasa, volverás a Florencia. Por supuesto probamos a ver si teníamos suerte y si no lo conseguíamos a la primera, habrá que volver a intentarlo, jejejeje
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Aunque ya el cansancio se iba apoderando del grupo, decidimos seguir descubriendo esta bellísima ciudad. Pusimos rumbo a la Piazza della Signoria, en donde se ubica el Palazzo Vecchio, sede del gobierno de Florencia durante siete siglos.
En principio, no teníamos intención de entrar en el Palazzo Vecchio. No queríamos saturarnos de monumentos y la verdad es que aunque ya llevábamos muchas de las entradas compradas con antelación, es verdad que se te va una gran cantidad de dinero en ver monumentos; pero cuando accedimos a su interior, vimos que era gratis para minusválidos y acompañantes más para los menores de 18, así que una parte cogió la entrada completa y otra parte solo la entrada al palacio en sí.
Así que algunos vieron todo el pack que incluía los restos arqueológicos, la subida a la torre y el palacio y el resto solo el palacio.
Una pena que tardáramos tanto en subir a la torre. Había mucha cola pero las vistas desde lo alto merecieron la pena.
Del interior del palacio, destacar la sala del Cinquecento, proyectada para alojar a los miembros del Consejo Mayor, la asamblea que gobernaba la república.
Una vez terminada la visita al Palazzo Vecchio, como aún teníamos algo de tiempo hasta la hora de cenar, decidimos ir a ver el famoso Ponte Vecchio. A esa hora las joyerías del puente ya empezaban a estar cerradas, una pena, afortunadamente lo solucionamos el segundo día que visitamos Florencia.
Comimos en un restaurante cruzando el puente. Pensábamos que como era una zona menos transitada, íbamos a comer mejor por menos dinero pero no fue así. Eso sí, posiblemente después al ir a cruzar el puente de Santa Trinita para ver iluminado el Ponte Vecchio, compramos un helado en la gelateria Santa Trinita y para algunos de nosotros fue el mejor helado de todo el viaje.
Impresionantes las vistas del Ponte Vecchio de noche. En mi opinión, uno de los lugares más bonitos de Florencia.
Aún nos quedaba un largo camino hasta el parking donde habíamos dejado el coche, así que casi casi arrastrándonos por todo el centro de la ciudad, llegamos, pasando por algunas de las calles con las tiendas más caras de la ciudad. Había sido un día más que completo, ahora tocaba descansar y aún nos quedaba un día más para seguir disfrutando de Florencia.
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