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Catedral de Girona

La Catedral de Girona está consagrada a Santa María. Su construcción se inició en el siglo XI en estilo románico, siguiendo en el siglo XIII con el gótico, conservando tan solo el claustro románico del XII y la torre de la misma época que data de 1040; se terminó en el siglo XVIII. 


Para llegar a la portada, hay que ascender una escalinata del siglo XVII, conocida de sobra por los seriéfilos de Juego de Tronos. 

La fachada principal es de estilo barroco-clasicista, dividida en tres cuerpos a modo de retablo. Sobre el último cuerpo se abre un gran óculo coronado por frontón. Los nichos de los tres cuerpos están separados por columnas pareadas y ocupados por esculturas. 



     

En lo más alto de la catedral hay una figura de un ángel. Inicialmente se trataba de una representación de la Fe, puesto que la figura llevaba los ojos tapados por una venda. Pero al restaurarla se colocó una cabeza sin los ojos vendados, puesto que todo el mundo conocía la figura como el ángel por sus alas y al no verse la venda por lo alejado del suelo de la figura.



El interior muestra la grandiosa nave única, gótica, cubierta por bóveda de arcos diagonales que se apoyan en grupos de columnillas. 




La capilla mayor se encuentra dentro del presbiterio. Tiene un original retablo del siglo XIV recubierto de plato. La comenzó el maestro Bartomeu en 1325, la continuó Ramón Andreu de Girona y la finalizó Pedro Bernés hacia el 1358. Está resguardado por un baldaquino también de plata, sostenido por cuatro columnas. El baldaquino fue elaborado entre 1320 y 1326, probablemente por los mismos artistas que el retablo. 





Las vidrieras de la catedral fueron, en su origen de tres tipos. Las primeras y más antiguas se atribuyen al Maestro del Presbiterio. Las segundas, atribuidas a Guillen de Letumgard se realizaron al inicio de la segunda mitad del siglo XIV. La más importante de estas es el Calvario situado en el centro de la girola. El tercer grupo son todas aquellas incorporadas con posterioridad hasta bien entrado el siglo XX, de las que destacan los dos rosetones del primer tercio del siglo XVIII, obra de Francesc Saladriga. 

A mediados del siglo XVIII buena parte de las vidrieras fueron destruidas, sin que se sepa exactamente cómo ni por qué. La restauración se llevó a cabo de inmediato pero con el tiempo los colores se desvanecieron. A finales del siglo XX se realizó una labor de reconstrucción. 



     

El interior de la catedral nos ofrece unas cuantas capillas con sarcófagos de diferentes siglos. 


     

     

     

     

Otro de los elementos arquitectónicos más destacables de la catedral es el claustro. Es obra del siglo XII, de planta irregular y en sus cuatro pandas muestra arquerías románicas apoyadas sobre columnas que conservan los capiteles que han dado fama y categoría a la obra. 







     




Para terminar la visita a la Catedral de Girona, el museo, instalado en la sala capitular y en la sacristía, que atesora una impresionante colección de arte. En sus cuatro salas hay piezas de diversas épocas, ténicas y estilos. 






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