En
un fin de semana del mes de Noviembre, para celebrar nuestros
cumpleaños, el del Administrador y el de una servidora, fuimos con unos
amigos a comer el famoso Cocido Maragato a la localidad leonesa de
Castrillo de los Polvazares.
Ya conocíamos este precioso pueblo de León y también habíamos probado el cocido en otra ocasión, pero ahora queríamos pasar un animado fin de semana con unos amigos especiales y de paso degustar uno de los platos más potentes de la gastronomía española.
En esta ocasión elegimos el restaurante Casa Coscolo y la experiencia fue estupenda, tanto que no dudaríamos en repetir en caso de volver por el pueblo de Castrillo.
Ya conocíamos este precioso pueblo de León y también habíamos probado el cocido en otra ocasión, pero ahora queríamos pasar un animado fin de semana con unos amigos especiales y de paso degustar uno de los platos más potentes de la gastronomía española.
En esta ocasión elegimos el restaurante Casa Coscolo y la experiencia fue estupenda, tanto que no dudaríamos en repetir en caso de volver por el pueblo de Castrillo.
De
los siete comensales que fuimos, cinco nos decantamos por el cocido.
Una pena no haber pensado de antemano reservar sólo cuatro cocidos, pues
sobró bastante cantidad, como para comer incluso dos personas más.
Y antes de poneros los dientes largos con las fotos de los platos, un poco de historia.
La historia.
Corre la leyenda popular de que tras perder Napoleón Austria en 1810 centró sus esfuerzos en conquistar España y Portugal para lo cual ordenó al general Loison la conquista de Astorga. El ejército francés dispuso en los alrededores de la ciudad más de 10.000 soldados, teniendo su cuartel general en Castrillo de los Polvazares. Una vez identificado el punto más apropiado de la muralla donde debían centrar sus ataques, comenzaron a cavar los atrincheramientos desde los cuales podrían lanzar la ofensiva. Sabiendo las tropas españolas la necesidad de entorpecer estos trabajos no dudaron en lanzar repetidos ataques a los mismos que obligaban a los franceses a repetir el trabajo echado a perder. Los españoles aprovechaban el momento del día en el que menos oposición podrían recibir coincidiendo éste con el de la comida. Hasta tal punto fue la persistencia de los ataques españoles que las tropas francesas tomaron por costumbre comenzar a comer el pote por lo más consistente, sabiendo que la batalla estaba a punto de comenzar. Aquellos días que tenían la fortuna de no ser atacados podían terminar la comida dando buena cuenta de los garbanzos y del caldo.
También se dice por la zona, que los arrieros maragatos en sus largos viajes a pie con las recuas de mulas y proviniendo de tierra de matanza,llevaban las carnes curadas y los finísimos garbanzos de secano para preparar el pote a la lumbre.Si comenzaban con el caldo, las viandas se enfriaban, así que empezaban a comer lo sólido y terminaban con el caldo caliente.
Y si no, como dice la gente mayor: Si sobra algo que sobre el caldo.
Y antes de poneros los dientes largos con las fotos de los platos, un poco de historia.
La historia.
Corre la leyenda popular de que tras perder Napoleón Austria en 1810 centró sus esfuerzos en conquistar España y Portugal para lo cual ordenó al general Loison la conquista de Astorga. El ejército francés dispuso en los alrededores de la ciudad más de 10.000 soldados, teniendo su cuartel general en Castrillo de los Polvazares. Una vez identificado el punto más apropiado de la muralla donde debían centrar sus ataques, comenzaron a cavar los atrincheramientos desde los cuales podrían lanzar la ofensiva. Sabiendo las tropas españolas la necesidad de entorpecer estos trabajos no dudaron en lanzar repetidos ataques a los mismos que obligaban a los franceses a repetir el trabajo echado a perder. Los españoles aprovechaban el momento del día en el que menos oposición podrían recibir coincidiendo éste con el de la comida. Hasta tal punto fue la persistencia de los ataques españoles que las tropas francesas tomaron por costumbre comenzar a comer el pote por lo más consistente, sabiendo que la batalla estaba a punto de comenzar. Aquellos días que tenían la fortuna de no ser atacados podían terminar la comida dando buena cuenta de los garbanzos y del caldo.
También se dice por la zona, que los arrieros maragatos en sus largos viajes a pie con las recuas de mulas y proviniendo de tierra de matanza,llevaban las carnes curadas y los finísimos garbanzos de secano para preparar el pote a la lumbre.Si comenzaban con el caldo, las viandas se enfriaban, así que empezaban a comer lo sólido y terminaban con el caldo caliente.
Y si no, como dice la gente mayor: Si sobra algo que sobre el caldo.
Curioso, ¿verdad?
Pues sí, lo más característico del cocido maragato es que se come al revés. Se empieza por la carne, el chorizo, la morcilla, y demás acompañamiento.
Pues sí, lo más característico del cocido maragato es que se come al revés. Se empieza por la carne, el chorizo, la morcilla, y demás acompañamiento.
Al mismo tiempo, nos trajeron una ensalada de lechuga y cebolla, supongo que para bajar el primer plato,
De
segundo los garbanzos con el repollo. Aunque el repollo no es de
nuestra devoción, los garbanzos estaban riquísimos, se te deshacían en
la boca. Y unas guindillas en vinagre, un poco fuertes para mi gusto.
Y para terminar, la sopa. Mmmmmm!!!!
De
postre, te daban a elegir entre un sorbete y unas natillas no con
galleta, sino con mantecada de Astorga. Nos decantamos por las natillas,
qué cosa más rica.
Por último, uno de los comensales pidió una café de puchero. Igualmente riquísimo.
De los dos comensales que no pidieron cocido, aunque uno de ellos sí que probó algunos ingredientes, uno de ellos pidió unos espárragos con una salsa de jamón igualmente exquisitos, y el pequeño del grupo probó una hamburguesa de buey, de buen tamaño y grosor.
Por último, uno de los comensales pidió una café de puchero. Igualmente riquísimo.
De los dos comensales que no pidieron cocido, aunque uno de ellos sí que probó algunos ingredientes, uno de ellos pidió unos espárragos con una salsa de jamón igualmente exquisitos, y el pequeño del grupo probó una hamburguesa de buey, de buen tamaño y grosor.
Aparte
de la calidad de la comida, destacaría también la atención del
personal, muy atentos y encantadores. Y la rapidez con la que nos
sirvieron, a pesar de que el restaurante estaba lleno y había
obligatoriamente que reservar.
Un 10 en toda regla para este fantástico restaurante. Absolutamente recomendable.
Un 10 en toda regla para este fantástico restaurante. Absolutamente recomendable.
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