Blog Los viajes de Dora Castillo de San Pedro - Ciudadela de Jaca ~ LOS VIAJES DE DORA
Ir al contenido principal

Castillo de San Pedro - Ciudadela de Jaca

Nos encontramos ante una fortificación de planta pentagonal, construida a finales del siglo XVI (las obras se inician en 1592) que conserva todas y cada una de sus partes características: foso, baluartes, escarpas, cuarteles, polvorines, túneles... además de una hermosa entrada a la que se accede mediante un puente levadizo.

Su construcción fue encomendada a Tiburcio Spanochi, ingeniero de origen italiano al servicio de Felipe II, dentro de un programa de defnesa de la frontera aragnesa con Francia, cuyo punto principal sería precisamente este castillo. Para la construcción se eligió un terreno extramuro, conocido como el Burnao.

El modelo para el Castillo de San Pedro corresponde ya a los nuevos esquemas de arquitectura militar derivados del uso de la artillería, en la que predominaan los muros más bajos y gruesos, con taludes y emplazamientos específicos para cañones y otras bocas de fuego.

Las vicisitudes bélicas que lo acompañan son escasas, siendo la más destacada la ocurrida durante la guerra de la Independencia. El 21 de marzo de 1809 era tomado por las tropas francesas ante la capitulación de la ciudad y el escasísimo número de tropas que la defendían. Los soldados españoles, al mando del General Espoz y Mina recuperaron el castillo tras varios meses de asedio, el 17 de febrero de 1814. A partir de entonces el castillo va perdiendo importancia militar. Sus muros y edificios fueron magníficamente restaurados en 1968 siendo merecedora del premio "Europa Nostra".

Actualmente el Ejército mantiene su presencia en el Castillo.



Entrada y Puente levadizo. La única entrada al castillo presenta en su exterior una "plaza de armas" con muros defensivos aspillerados que custodiaban dos puertas que precedían al puente, hoy ya desaparecidas.

Desde aquí se accede a un puente fijo que salva parte del espacio del foro y al puente levadizo que se manejaba desde el interior mediante contrapesos y cadenas. Sobre la puerta se alza el escudo en piedra de la Casa de Austria y sobre la entrada, una espadaña sujeta una campana que se usaba como medio de comunicación con las tropas.






Patio de armas. En torno a él se disponen los diferentes cuateles o edificios (originalmente se encotraban separados entre sí para evitar la propagación de eventuales incendios) y era el punto de encuentro de las tropas y el escenario ideal donde se realizan todo tipo de ceremonias y eventos de carácter militar y civil. Siendo originalmente un piso de tierra, fue empedrado en la restauración que tuvo lugar en 1968, año en el que se decidió colocar en el centro geométrico de la fortificación la escultura de Felipe II, rey que mandó construirla. La talla fue realizada por el escultor Ramón Casadevall durante el cumplimiento de su servicio militar.






Iglesia. La obra realizada ya durante el siglo XVII fue consagrada el 12 de enero de 1675. Presenta una portada de estilo barroco con frontón partido, una escultura de San Pedro y columnas salomónicas. En su interior destaca la pila bautismal de estilo románico que posiblemente perteneciera a la iglesia de Santa María de Burnao, el sepulcro del Maestre de Campo Juan de Velasco que lo fue del Castillo hasta 1597  y el retablo del altar mayor también de estilo barroco que presenta un lienzo con la imagen de La Inmaculada (patrona del arma de Infantería) realizada en 1985.






Baluartes. La aparición de baluartes en las fortificaciones del Renacimiento ya en el siglo XVI obedece a la necesidad de adelantar las defensas y los asentamientos de artillería para la protección de cada uno de los muros del propio castillo y el correcto y eficaz alcance de los disparos al exterior del mismo, contrarrestando la evidente disminución de altura con respecto a los altos muros de los castillos medievales que se demostraron ineficaces ante las nuevas piezas de artillería de mayor alcance y mayor efecto destructivo.

5 son los baluartes de esta fortificación pentagonal recibiendo cada uno de ellos los siguientes nombres: Santa Bárbara, España, San Francisco, Santa Orosia y San Pedro.





Casamatas. Por cada uno de los baluartes del castillo se construyeron dos casamatas. La función principal de éstas es el asentamiento de las piezas de artillería y puestos de tirador que debían defender los muros contiguos a ellos y el muro lateral del baluarte siguiente. Esto permitía una total defensa y vigilancia de todos y cada uno de los muros del castillo y sus proximidades, como el foso y los glacis que lo rodean. Pueden contemplarse aún las hornacinas donde se apilaban las municiones y pólvora de uso inmediato.


Polvorines. Los polvorines formaban una parte importante de las instalaciones que debían contener todo lo necesario para resistir un largo asedio de fuerzas enemigas: agua, alimentos, armas, municiones y pólvora.

En este caso están construidos al abrigo de los disparos del enemigo en la pared norte del castillo.

Su interior está revestido con un tipo de piedra especialmente poroso que absorbe la humedad y mantiene una temperatura estable para la correcta conservación de la pólvora; una cámara de ventilación trasera facilita esta función y eventualmente previene la destrucción del muro exterior en caso de explosión accidental.






Antes de visitar el museo de minuaturas militares accedimos a una zona en la que los niños disfrutaron haciéndose fotos con maniquíes vestidos con ropas de época, y armas desde la antigüedad hasta nuestros días.







Museo de miniaturas militares. El castillo alberga en uno de sus cuarteles un museo del todo singular y único en su género; un museo para niños y mayores, que amplia la oferta cultural y de ocio de la ciudad y en el que la colección de más de 32.000 figuras de soldados de plomo, como principal atractivo, nos enseña en cada uno de sus 23 escenarios, dispuestos de forma cronológica y serpenteante, la evolución de las armas, de los uniformes, de las tácticas de combate, la historia de los conflictos armados desde la época de los faraones hasta los albores del siglo XXI y sobre todo el camino hacia la Paz.








Para mi gusto, excesivamente caro para lo que tiene en su interior, yo daría la opción de visitarla sin visita guiada, de forma libre, y reduciría el precio de esa visita ya que hay gente a la que no le gusta ir en grupo, si no a su aire. Sin lugar a dudas, el museo de las miniaturas es lo que más nos gustó, sobre todo a los niños.

Comentarios