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Visita a Tours

Aunque sólo pasamos una tarde y cenamos en esta localidad del Valle del Loira, quedamos gratamente sorprendidos de su belleza. Desde el hotel en que estábamos hospedados, en la Jean-les-Joures, a escasas kilómetros de Tours, nos acercamos al centro de la ciudad en coche y nos dirigimos al aparcamiento de Vinci en en la Plaza Anatole France.

Desde allí, nos dispusimos a pasear por Tours. Nuestro primer destino sería, lógicamente, la Catedral de San Gatien. La catedral actual sucede a otras tres iglesias. Esta cuarta iglesia gótica necesitó de 40 años para la construcción del coro y tres siglos para su terminación, por lo que nos ofrece la sucesión del puro gótico, del gótico flamígero y del Renacimiento.

     

Las torres. Construidas sobre contrafuertes románicos, ofrecen un verdadero encaje de piedra. La parte superior de las mismas están construidas en tres niveles, inspirada en el arte italiano.


El ábside. Uno de los más bellos del gótico en su apogeo, se elva suave y armoniosamente. Los contrafuertes, de dos pisos, parecen levantarse dándole movilidad y variedad.



     

La nave central y las laterales. Expresan una armonía de conjunto cuando se las contempla desde el coro, y un contraste que refleja el arte de dos siglos, a medida que uno avanza hacia el fondo de la iglesia. 

     

      

El crucero.  Consta de dos rosetones de incomparable colorido, que cantan la Gloria de la Jerusalén Celestial. La primera (al norte) incrustada audazmente en un círculo ha tenido que ser sostenida por un contrafuerte; la segunda (encima del órgano) está dispuesta en un arco de vértice ojival.

     


Las vidrieras. Constituyen un conjunto excepcional del siglo XIII, encantador por sus juegos de colores. Podemos ver la vidriera del Génesis, la Capilla Absidial y la vidriera de San Francisco. También destacan las que muestran la historia de los grandes testigos que fueron Juan el Bautista o Juan el Evangelista y las que muestran la vara de Jesé.

      



      


      

La tumba de los hijos de Carlos VIII. Muestra el contraste entre las figuras yacentes y los ángeles, de estilo francamente gótico, y los elementos decorativos de carácter renacentista.


Basílica de San Martín de Tours.  Desgraciadamente la iglesia de San Martín de Tours sólo se conserva a nivel de planta.

A comienzos del siglo X ya había un gran cenobio y empieza a realizarse el edificio, de modo que se forma la primera girola plenamente románica.

Hacia el año 1050 ya se está realizando la zona del crucero. Tuvo una gran importancia, por lo que se remodeló en la época del gótico.

Era muy grande, con cinco naves. Se destruyó totalmente en la época de la Revolución Francesa.


      


Castillo de Tours. A orillas del río Loire están los restos del castillo real del S.XII, del que quedan la solitaria "Torre de Guise", cilíndrica y protegida por matacanes y aspilleras.

También queda el "Logis de los Gobernadores" del S.XV con una torre cilíndrica adosada, y todo el alrededor están los cimientos de la fortaleza, convertidos en jardines.


Iglesia de St. Julien. Del siglo XIII, construida en el lugar donde había otra iglesia del siglo VI. Los edificios monásticos están ocupados por el Museo del Gremio y el Museo de los Vinos. El campanario es del siglo XI.





      

Plaza Plumereau. Se encuentra en el centro de la ciudad vieja.  La plaza es pintoresca, sobre todo por las casas antiguas que conserva, de entramado de madera del S.XV.

Vale la pena sentarse en una de sus terrazas y admirar todo el conjunto de la plaza.  En verano, los malabaristas, los acróbatas, los vendedores de helados y los estudiantes en sus bicicletas, se mezclan con las pandillas habituales.  Es una gozada.



Algunas fotos más de las calles de Tours.


      

Museo de Bellas Artes. Se encuentra situado en el centro de la ciudad, muy cerca de la Catedral.

La construcción del edificio en el que se encuentra la colección de arte, data de los siglos XVII y XVIII, y fue en su origen un Palacio Episcopal.

En sus jardines se encuentra un enorme y precioso cedro.


Para terminar nuestro día por Tours, comimos en un restaurante italiano en una de las calles que dan a la Plaza Plumereau y luego nos tomamos un helado justo en la misma plaza.  cheers  cheers

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