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De Madrid a Paris, de Paris a Madrid - Día 1

En este primer viaje a Disneyland París, decidimos hacer dos escalas para llegar a París, y así poder visitar alguno de los famosos castillos del Valle de Loira. Nuestro primer destino sería Burdeos. Salimos de casa temprano, muy temprano, en torno a las 5:30 de la madrugada pues nos esperaban 724 kilómetros que sin paradas equivalía a unas 7 horas de recorrido.

Como evidentemente había que parar a desayunar, a comer, a estirar las piernas y demás menesteres propios de un viaje largo en coche y más yendo con niños, llegamos a Burdeos en torno a las 16:00 de la tarde.

Nos hospedamos en el hotel Residhotel Galerie Tatry, situado muy cerca del centro de la ciudad de Burdeos. Reservamos una habitación cuádruple con cocina, para así poder cenar en el propio hotel una vez visitáramos la ciudad.

Para acercarnos al centro de Burdeos podíamos coger el tranvía con una parada en la calle en la que estaba el hotel o bien acercarnos al centro en coche, elegimos esta segunda opción porque después de valorar el precio del tranvía y del parking en el mismo centro de Burdeos y disponer de navegador, nos resultó más cómodo acceder en coche para no tener que estar preocupados por los horarios del tranvía.



En primer lugar, nos dirigimos a la Torre Pey-Berland. Pey Berland, hijo de un campesino acomodado, fue uno de los grandes arzobispos de Burdeos. Durante su episcopado fundó la universidad de Burdeos e hizo embellecer la catedral de Saint-André. La construcción de la torre-campanario empezó en 1440, separada de la catedral para preservar su estructura de la oscilación de las campanas.

       


La aguja octogonal, coronada por la estatua de Notre-Dame de Aquitaine, forma el cuarto nivel. Rodeada por dos galerías, ofrece el panorama más alto de Burdeos. Y hasta arriba subimos,por una escalera de caracol que nos quitó el aliento pero desde luego desde lo más alto de la torre pudimos disfrutar de unas vistas impresionantes de la ciudad de Burdeos. 




Luego, visitamos la Catedral de Saint-André que adopta los cánones del gótico de los grandes edificios del norte de Francia entre el s. XIII y mediados del s. XIV.




      

       



En el templo se celebraron las nupcias entre Leonor de Aquitania y Luis VIII. La pareja no funcionó bien y hubo divorcio. Pocos meses más tarde, Leonor se casó con Enrique Plantagenêt, conde de Anjou. Esto fue un fracaso para el poder real francés, pues el recién casado heredó poco después la corona inglesa, y se originó un durísimo período de enfrentamiento.

      

      





Como las horas de cierre de los monumentos se acercaba, decidimos dar una vuelta por la ciudad visitando los lugares más emblemáticos de la misma, como la Plaza Gambetta, magníficamente ajardinada con su vegetación y sus pequeños estanques, que ofrece a los turistas un agradable descanso, y la Puerta Dijeaux, puerta monumental que se construyó durante la gran época de renovaciones del marqués de Tourny, a mediados del siglo XVIII.



      

Nuestro paseo nos llevó hasta el Gran Teatro de Burdeos que es considerado por muchos el más importante de toda Francia. Su inmenso pórtico está compuesto de doce columnas corintias, que realzan una fachada neoclásica de por sí importante.




Paseando por el centro de Burdeos, encontramos un verdadero manjar en las muchas pastelerías de la ciudad, los famosos Macarons que son un pastelito tradicional francés hecho de clara de huevo, almendra molida, azúcar glas y azúcar. El dulce procede del siglo XVIII, surgiendo del horno del pastelero de la corte francesa como cúpulas redondas con base plana parecidas a merengues. Los macarons se hacen de una amplia variedad de sabores, según la confitería y la época del año. Efectivamente, en los escaparates de las pastelerías los tenías de todos los sabores inimaginables: fresa, chocolate, trufa, crema, frambuesa, chocolate blanco, café, nata, naranja, limón, menta...


Nos acercamos también hasta la Explanada de Quinconces. Fue construida en 1818 y es la plaza más grande de Francia con 126.000 metros cuadrados. Está presidida por el monumento a los Girondinos de 1895, que tiene 43 m. de altura, y en su parte superior hay una estatua de bronce que representa la Libertad, rompiendo las cadenas de la opresión.


       



Para terminar nuestra visita relámpago a la ciudad de Burdeos, nos acercamos por la Quai de la Douane hasta la famosa Plaza de la Bolsa que se construyó en 1728 por el arquitecto Jacques Gabirel. Por el recorrido pudimos ver el imponente río Garona en cuya desembocadura se encuentra Burdeos.






Agotados después del madrugón, el viaje en coche, de más de 10 horas y del recorrido por Burdeos, volvimos al hotel a cenar y a descansar. Por la mañana saldríamos con destino a Tours y de camino nos esperaban dos de los más conocidos Castillos del Loira: Chenonceau y Chambord.

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