Catedral de la Asunción.
Restaurada la diócesis  oxomonse, Pedro de Bourges fue nombrado obispo, ocupando  la sede entre  1101 y 1109. A él se atribuye la construcción de la primitiva catedral  románica, que ocupó pare del solar donde con anterioridad estaba erigido  el antiguo monasterio benedictino de San Miguel. 
La  construcción de la catedral románica fue continuada por sus sucesores:  Raimundo (1109-1126) -después, arzobispo de Toledo-, Beltrán  (1128-1140), Esteban (1141-1147) y Juan (1148-1174). La catedral debió  de estar casi terminada a mediados del siglo XII, gracias a las limosnas  que aportaban los numerosos peregrinos que acudían a venerar los restos  del obispo restaurador de la sede oxomense, San Pedro de Osma.
La  primitiva catedral románica, como otras de la época, debió tener tres  naves -más alta, larga y ancha, la central-, capillas absidiales y un  crucero. Además, contaba con un claustro y diferentes dependencias  anejas. De ella, quedan pocos aunque destacables restos en el claustro y  la sala capitular.
La catedral románica tuvo poco vida, pues el  crecimiento y creciente importancia del El Burgo de Osma exigieron  espacios mucho más amplios. Imbuido totalmente por las corrientes  espirituales de la época, el obispo Juan Díaz de Medina (1231-1240),  ordenó la demolición de la catedral románica, para reedificarla  inmediatamente en estilo gótico. Las obras continuaron con su sucesor,  Pedro Peñafiel (1240-1246). La obra principal de la catedral de El Burgo  de Osma pertenece a esta época.
Diversos obispos continuaron realizando obras a lo largo de la Edad Media, atestiguándolas con sus respectivos escudos.
La portada meridional es soberbia, con grandes arcos apuntados con esculturas en el sentido de las mismas y también estatuas entre las columnas.
Interior.  La planta de la catedral gótica responde a los modelos cistercienses,  presentando una planta de cruz latina con tres naves de cinco tramos  cada una, estrechos y rectangulares los de la nave central y cuadrados  los de las naves laterales. El crucero consta de cinco tramos, al que se  abren las cuatro capillas y el presbiterio, formado por dos tramos  rectangulares y el ábside heptagonal. Las bóvedas que cubren cada uno de  los tramos de las naves y el crucero son de ojivas, mientras que la del  ábside es nervada de ocho nervios. Los pilares están formados por un  núcleo cilíndrico de cuatro columnas adosadas. 
Durante el mandato del obispo Pedro Álvarez de Acosta (1550-1554), se realizó el retablo mayor, obra de Juan de Juani y Juan Picardo.
Desaparecida la catedral románica en 1232, aunque no su claustro, éste fue derribado en 1505 y sustituido por el actual en estilo gótico y florido.
La  más importante y valiosa de las reliquias románicas que todavía se  conservan es la formada por el conjunto de dos dobles arcos que  comunican visualmente la sala capitular con el claustro  y proporcionan la iluminación a aquélla. El hueco de acceso debió estar  en su día entre ambas arcadas, como es habitual en todas las salas  capitulares, siendo convertido más tarde en un ventanal. En los años  1967-68 se llevaron a cabo obras de reforma en ese ámbito con motivo del  traslado a la sala capitular del sepulcro de San Pedro de Osma,  consecuencia de las cuales fue la desaparición del ventanal central y la  actual disposición de los dos pares de arcos embutidos en el liso muro y  protegidos por cristaleras externas que, como contrapartida, dificultan  su nítida contemplación por los inevitables reflejos luminosos. La  arcada de la izquierda es en todo similar a la anterior, tanto en la  disposición de los arcos y columnas, como en la abigarrada ornamentación  por la cara del claustro y la molduración lisa por la cara opuesta.
La  actual sala capitular situada en la panda oriental del claustro no es  la original románica. Como ya se ha dicho, a principios del siglo XVI,  siendo obispo de Osma D. Alonso Enríquez, se procedió al derribo del  claustro románico y a su reemplazo por el tardogótico que hoy vemos.  Durante el episcopado de D. Pedro de Acosta, en 1541, se llevó  a cabo  una profunda transformación del espacio capitular para construir sobre  él la capilla de San Pedro de Osma. La sala capitular se rehizo con  cobertura ojival y cuatro apoyos interiores constituidos por columnas  monolíticas que se rematan con capiteles románicos salvados de la  destrucción del claustro primitivo. 






































































 
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