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Visita a Sigüenza

Sigüenza está situada en la provincia de Guadalajara, en el alto valle del río Henares conocido como el «valle de Sigüenza». Estratégicamente emplazada sobre el valle —etimológicamente su nombre significa 'la que domina el valle'— cumplió una gran función defensiva durante la Edad Media. Sin embargo, se cree que su primitivo emplazamiento estuvo en la otra orilla del río, sobre el cerro del Mirón, donde se han encontrado restos de asentamientos humanos de la Edad del Hierro.

En la época romana la ciudad fue un importante centro de comunicaciones, ya que se encontraba sobre la calzada del Henares. En tiempos de los visigodos su crecimiento continuó alrededor del núcleo central fundado por los romanos. En la Hispania visigoda fue sede episcopal de la iglesia católica, sufragánea de la Archidiócesis de Toledo que comprendía la antigua provincia romana de Cartaginense en la diócesis de Hispania.

Durante la dominación musulmana el castillo, antigua torre de vigilancia, se convertiría en medina y la Sigüenza baja conservó sus iglesias, donde a los cristianos se les permitía practicar su religión y sus costumbres.

La Plazuela del Doncel es uno de los muchos rincones recoletos de la ciudad medieval de Sigüenza. Todo el callejero es azulejería del Alfar del monte, ceramistas de la vecina pedanía de Pozancos.

Durante la Edad Media, la ciudad, debido a su privilegiada posición dominante tuvo un destacado papel defensivo además de recuperar su sede episcopal. En 1121 Bernardo de Agén fue investido obispo de Sigüenza por el arzobispo de Toledo Bernardo de Sedirac y hacia 1124, tras haber conquistado la ciudad, inició las obras de la que sería la catedral que obispos posteriores continuaron hasta que se finalizó en el siglo XVI.

A mitad del siglo XV y antes de su ascenso al arzobispado de Toledo, fue obispo de Sigüenza, el famoso Cardenal Mendoza, canciller de Castilla durante el reinado de Isabel la Católica. A este poderoso mecenas se debe la construcción de la bella plaza porticada aledaña a la catedral.

La historia de esta ciudad, que conserva su trazado medieval, ha estado influenciada durante seis siglos por su obispado, dejando la impronta religiosa tanto en su desarrollo cultural, económico como artístico.

Catedral

La catedral, edificio construido en el siglo XI como fortaleza defensiva, es de estilo románico y desarrollada después siguiendo las líneas del gótico. Su aspecto exterior es el de una fortaleza medieval, con dos fuertes torres cuadradas y pórtico románicos y un imponente rosetón, de ahí que se la conozca como la "Fortis Seguntina".

Comenzó la construcción en el siglo XII, poco después de la reconquista de la ciudad, conseguida por el obispo don Bernardo de Agén a los árabes en 1124.

Este obispo fue el promotor de la edificación de una Catedral en Sigüenza, aunque fueron los siguientes obispos los que más impulsaron su construcción. Las obras continuaron en el aspecto arquitectónico hasta el siglo XVI, aunque en el ornamental duraron dos siglos más, hasta el siglo XVIII. También se han de tener en cuenta las obras de restauración que se llevaron a cabo tras la guerra civil, en 1939. Este desarrollo de la construcción determina la peculiar estructura de la catedral seguntina.





        



Fachada principal. En sus dos laterales se alzan dos torres cuadradas construidas con fines defensivos: a la derecha se le añadió el cuerpo de las campanas por deseo del cardenal Barroso, en el siglo XIV, haciendo lo propio con la izquierda el obispo don Fadrique de Portugal dos siglos después.

La fachada queda dividida en tres cuerpos con recios contrafuertes que realzan su aspecto militar. La puerta principal o de Los Perdones fue modificada a principios del siglo XVIII insertándose un medallón barroco con la escena de la imposición de la casulla a San Ildefonso.

Por encima un rosetón ilumina la nave central.

        

Interior. Nada más entrar, sorprende al visitante la enorme espaciosidad de la basílica, no en vano la nave mayor tiene altura de 27 metros, mayor que las laterales, siendo todas de aproximada anchura. Forman las tres el brazo mayor de la cruz latina, planta del templo. Se junta este brazo con el menor y constituye un bello crucero: es el corazón del templo, donde se confirma el asombro de quien por primera vez alza la vista ante semejante espectáculo arquitectónico, como ocurriera al erudito inglés George E. Street después de visitar las grandes catedrales de su país, además de las francesas y otras españolas.

        









        





        





       

Altar de Nuestra Señora la Mayor. Habiendo entrado por la puerta de los Perdones, aparece centrado, en primer plano, el altar de la patrona de Sigüenza, la Virgen de la Mayor. Es un gran retablo barroco, obra de Juan de Lobera, que lo levantó entre 1666 y 1688. En tonos rosas y negros, el pulido mármol configura un frente simétrico escoltado por grandes columnas salomónicas de capiteles dorados. En el centro, bajo hornacina iluminada, la imagen gótica (siglo XIII) de la Virgen con el Niño, tallada en madera de ciprés, en cuya mano derecha lleva una flor de lis.



        

Capilla del Doncel. Popularmente conocida así, aunque su denominación la de San Juan y Santa Catalina, es la más importante de la Catedral no sólo por albergar el símbolo de la ciudad, la estatua alabastrina del joven Martín Vázquez de Arce, el "Doncel de Sigüenza", sino por el notable conjunto de escultura funeraria que acoge. Bajo cúpula gótica del siglo XV, aparece en el muro izquierdo el celebérrimo sepulcro del Doncel en cuyo fondo quedan representadas, a lo alto, escenas de la Pasión mientras bajo ellas una recuerda la muerte del caballero. La estatua del Doncel, motivo recurrente de inspiración para escritores, poetas y artistas de toda índole, es magnífica. Y anónima. La perfecta ejecución de su autor - ¿el maestro Sebastián de Alminacid? - le confirió, ante todo, ilustrada serenidad ante la muerte. Es joya entre las joyas de la escultura mundial.

      

Retablo mayor. Se alza siete esbeltos ventanales que delimitan el ábside e iluminan la capilla, presidido en lo alto por el escudo de armas del obispo fray Mateo de Burgos, quien encargó su construcción. Es obra del gran Giraldo de Merlo, que lo hizo entre 1609 y 1611, aunque no se consagraría hasta ocho años después y está formado por tres cuerpos, jónico, corintio y compuesto.

Digno de contemplarse en su totalidad, nos centramos en el eje formado, de abajo a arriba, por el gran tabernáculo, de estilo herreriano, bajo el frontón que contiene el Espíritu Santo; sobre él, la Asunción de Nuestra Señora, titular de la basílica, rodeada de angelitos y en el último cuerpo, un Calvario. Es retablo bien conseguido arquitectónicamente con elegante composición y distribución de escenas en las que lucen vivas imágenes.


Coro. La silla presidencial y el doselete que corre por encima de los asientos superiores, claro ejemplo del gótico flamígero, luce constantemente el escudo de sus mecenas, el cardenal Mendoza, quien sufragó los gastos de la obra que transcurrió entre 1488 y 1491.




Altar de Santa Librada. Haciendo ángulo recto con el retablo mayor, se alza el altar de la patrona de la diócesis. La traza parece deberse también a Covarrubias, interviniendo en la obra de los mismos artistas anteriores de manera que el retablo se hizo entre 1515 y 1518. En lo alto, un frontón rectangular en cuyas pilastras figura el jarrón con azucenas, emblema del cabildo, acoge un relieve de la Anunciación. Bajo la urna, el altar, encajado, en cuyo exterior se continúan en líneas verticales las hornacinas que acogerán a las restantes cuatro hermanas pues, todas, además de Librada, nacieron de un solo parto según la tradición. Esta leyenda, revisada con minucioso celo, conllevó, tras la correspondiente consulta a Roma, que en mayo de 1961 se dispusiera: "que cualquier culto en honor a dicha Santa Librada de forma discreta y paulatina fuera desapareciendo absolutamente". Hoy, el culto a la Santa es pco menos que historia. Las pinturas del altar, en tabla, son de Juan de Pereda, quien entre 1525 y 1526 plasmó brillantemente escenas de su martirio. El retrato de Santa Librada ocupa la tabla central bajo otra de un Calvario.

        

Plaza Mayor

Muy cercana a la Catedral, como no podía ser de otra manera, se encuentra la hermosa y despejada Plaza Mayor, una de las más bellas plazas castellanas, que recuperó sus fachadas de piedra después de una afortunada restauración llevada a cabo en los años sesenta. Centro vital de Sigüenza renacentista, fue iniciada por el cardenal Mendoza y completada por los obispos Carvajal y Fadrique de Portugal. Se trata de un recinto rectangular discretamente ascendente hacia el sur, lado en el que se encuentran el Palacio del Ayuntamiento y el arranque de la Calle Mayor.

Cuenta, como todos los puntos de mercado con soportales donde guarecerse en días de lluvia, dispuestos en los lados este y sur. En aquél, entre las cercanas casas catedralicias de los canónigos y el tramo soportalado, el más amplio, que luce escudos episcopales y del cabildo, se abre un corte túnel de paso que comunica la Ronda y el antiguo viaducto.




Puerta del Sol

La Puerta del Sol es uno de los accesos de la villa amurallada de Sigüenza. La Puerta del Sol y el Arco del Portal Mayor fueron construidos en la ampliación que hizo el obispo Girón de Cisneros en el siglo XV.


Iglesia de Santiago

El viajero podrá contemplar la soberbia portada, abocinada con siete arquivoltas de diferente y delicado trazado, sostenidas por capiteles con hojas de acanto sobre media docena de columnas. Sobre la puerta, en el tímpano, un medallón renacentista con el busto del Apóstol Santiago; y, sobre el bloque de la portada, con restos de policromía, aparece el escudo de armas del obispo don Fadrique de Portugal, posible patrocinador de obras restauradoras, a comienzos del siglo XVI.

        

Castillo (Parador de Turismo)

Situado en lo más alto de la ciudad, es su edificio más antiguo. En tiempo de los visigodos era una torre de vigilancia que dominaba el valle, siendo ocupado cuando la invasión musulmana para transformarse en el centro de la medina que se formó a su alrededor. El obispo don Bernardo de Agen, el 22 de enero de 1123, al reconquistar la ciudad, toma el alcázar el cual comprará en 1146 por algunas posesiones cercanas. A partir de entonces, y hasta mediados del siglo XIX, se convirtió en la sede de los obispos de Sigüenza.

Como tal residencia, vivirá durante siglos episodios importantes y visitas de personajes históricos. Doña Blanca de Borbón, repudiada por su esposo, estuvo prisionera hasta el año 1539. El cardenal Mendoza, que visita la ciudad en 1487 acompañando a los Reyes Católicos, reformaría la alcazaba con la construcción de una barbacana defensiva ante la puerta principal, además de adecentar las habitaciones interiores remodelando las techumbres mudéjares, dejando un castillo capaz de alojar con ocasión de la guerra de Granada mil hombres de a pie y cuatrocientos de a caballo. Muchos de los obispos dejaron su impronta, tal es el caso de don Juan Díaz de la Guerra que construyó un magnífico granero y muchas habitaciones, además de una casa tahona.

Como decíamos, bajo el pontificado de Don Francisco de Paula Benavides (1858-1875) dejó de ser el castillo de los obispos de Sigüenza trasladándose a partir de entonces al antiguo Colegio-Universidad, donde continúa su domicilio.

La ausencia de moradores trajo como consecuencia el estado ruinoso a que se vio abocado en no muy lejanas fechas, tras utilizarse como cuartel y asilo.

Afortunadamente para la ciudad de Sigüenza, la acertada creación de una red de paradores de turismo recuperadora de edificios históricos, hizo que se tuviera en consideración nuestro otrora glorioso castillo, en situación inmejorable.










Casa del Doncel

Data del siglo XV la llamada "Casa del Doncel", Palacio de los Marqueses de Bedmar que fue residencia de la familia Vázquez de Arce y se convierte en la casa gótica más bella de la ciudad. Mucho tiene que ver esta hechura con las construcciones de los Mendoza, y en particular con los Duques del Infantado.

En un rincón de la recoleta plaza, se levanta noblemente este edifio de tres cuerpos. El inferior queda ocupado prácticamente por el portal, al que bordea un gran arco de medio punto, mientras en sus extremos superiores aparecen dos escudos nobiliarios que testifican los linajes de la familia.

En el cuerpo medio, el más sencillo, otro blasón que hace de vértice superior al triángulo que forma con los anteriores, corona el único balcón de la fachada mientras una graciosa ventana central, ya en el último cuerpo, decorada con bolas, queda bajo la almenada cornisa de reparto impar que, junto al trío de gárgolas que cumplen de canalones, armonizan la verticalidad de la casa familiar del joven caballero Martin Vázquez de Arce.

        


Horarios de la Catedral

De lunes a domingo, de 9.00 a 13.30 h. y de 16.30 a 19.30 h.
Visitas guiadas, de martes a sábado, a las 11.00, 12.00, 16.30 y 17.30 h.
Domingos, a las 12.00, 17.00 y 18.00 h.

Tarifas
Entrada gratuita. Visita guiada: 4 €. Hay que pagar para visitar la Capilla del Doncel.


Horarios de la Casa del Doncel

De Martes a Jueves de 11h a 14h y de 17h a 19h. En invierno, el horario de tarde es de 16h a 18h. Viernes y sábados de 11h a 14h y de 17h a 20h. En invierno, el horario de tarde es de 16h a 18h. Domingos y festivos de 11h a 14h.

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