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Visita a Avilés

Avilés es una ciudad y un concejo español situado en el Principado de Asturias en el norte de la península ibérica, a ambas márgenes de la Ría de Avilés.

Empezamos nuestro recorrido por Avilés por la Plaza de España. Centro histórico de Avilés desde hace siglos. Destaca en la misma el Ayuntamiento, la casa de García Pumarino y el palacio del marqués de Ferrera levantados fundamentalmente en el siglo XVII.











Tomaremos la calle de la Ferrería que era en época medieval la principal vía entre las que discurrían dentro de las murallas de la villa. Se trata de una avenida recta que traspasaba de parte a parte la ciudadela medieval, sembrada de soportales que cambian de lado en el cruce con la calle del Sol, su nombre parece que responde a la actividad artesanal que en ella se desarrollaba: los ferreros (herreros).

    


En la esquina con la calle del Sol, nos encontramos con el Palacio de Valdecarzana. Data del siglo XIV y se trata del edificio civil más antiguo de Avilés. La única fachada que se conserva intacta es la que da a La Ferrería.




Seguimos por la calle de la Ferrería hasta llegar a la Iglesia de los Padres Franciscanos en la Plaza de Carlos Lobo.






Es el edificio de Avilés con mayor antigüedad conservado hasta hoy. Durante siglos fue la parroquia de San Nicolás de Bari. Construida entre finales del siglo XII y XIII, su factura original responde al estilo románico.


Destaca su portada principal, románica, parcialmente restaurada.


El interior ha sufrido profundas modificaciones que han desvirtuado la obra primitiva, de una sola nave.





     

Alberga en un mausoleo a la izquierda del altar, los restos del marino avilesino, Pedro Menéndez de Avilés, fundador de San Agustín de La Florida, la ciudad más antigua de los EE.UU. Fallecido en 1574, dejó dispuesto en su testamento su enterramiento aquí.


Justo al lado se encuentra la Capilla de los Alas, una de las más importantes joyas arquitectónicas del Avilés medieval, concretamente del siglo XIV. Lástima que no pudiéramos acceder a su interior, pues estaba cerrada.


En nuestro paseo por Avilés, cruzamos el precioso parque del Muelle, construido a finales del siglo XIX y edificado sobre antiguos terrenos de marisma.

Su extensión es de 14.000 metros cuadrados. Según diseño del arquitecto Bausá, combina una bella labor jardinera, que incluye soportales vegetales con abundantes esculturas.

Lo que termina de singularizar al elegante parque del Muelle son las doce estatuas aquí levantadas: diez están inspiradas en motivos alegóricos de la mitología griega, una de ellas conformando una preciosa fuente. Llama la atención al monumento a la foca, toda una leyenda en la ciudad.



      








Finalmente y en el extremo opuesto a la fuente de entrada, se levanta el conjunto escultórico dedicado, en 1917 a Pedro Menéndez de Avilés, "El Adelantado de la Florida", donde fundó San Agustín de la Florida, el núcleo urbano más antiguo de los EE.UU.


Continuamos por la Calle La Estación, para llegar a la Iglesia vieja de Sabugo, situada en el barrio medieval de Sabugo. Consagrada a Santo Tomás de Canterbury.





     

La iglesia se encuentra junto a la Plaza del Carbayo, centro neurálgico del singular barrio de Sabugo.




Bajando de nuevo hacia el centro, llegamos a la Iglesia de Santo Tomás de Canterbury.

A finales del siglo XIX, el templo románico de Sabugo, el viejo barrio marinero de Avilés, se había quedado pequeño para acoger a todos sus feligreses.

Toda la ciudad se movilizó para construir un nuevo templo que fuera el símbolo del progreso que entonces vivía Avilés.

El lugar elegido para la construcción del templo estaba ocupado por un Convento de la Orden de La Merced que fue demolido y cuyas piedras se aprovecharon para la nueva iglesia.

Las obras se inician en 1896, según proyecto del arquitecto diocesano Luis Bellido González. La iglesia fue consagrada el 15 de septiembre de 1903, bajo la advocación de Santo Tomás de Canterbury.

La iglesia es de estilo neogótico. Destaca su monumental fachada (coronada por el escudo de Avilés), con dos torres de 47 metros de altura.




En su interior, tiene planta de cruz latina con tres naves en el eje principal y una en el crucero, cubiertas todas ellas por bóveda de crucería.








En la misma plaza de la Merced, se encuentra la casa de Eladio Muñíz, también conocida como de Josefina Balsera, que es una magnífica mansión construida en 1903. Presenta una facha espectacular, en rotonda, de tres plantas y un ático con bóveda y una preciosa torre mirador.


Entre las calles Rui Pérez y La Muralla se encuentra la Plaza del Mercado o de los Hermanos Orbón. Este original espacio arquitectónico fue construido en la segunda mitad del siglo XIX. De forma rectangular, vierte hacia las calles que lo rodean vistosos balcones y miradores y hacia el interior galerías de madera sostenidas por columnas de hierro adornadas con rejería.

El centro de la plaza está ocupado por un edificio que alberga los puestos de venta.










En la esquina de la calle La Cámara con Cabruñana, se encuentra el Palacio de Maqua, noble edificio construido entre los siglo XIX y XX, siguiendo los gustos de la burguesía de la época.


La susodicha calle La Cámara marca los límites de la antigua zona amurallada, siendo el primer eje comercial de la ciudad moderna.




Tomamos la calle San Bernardo para llegar al Palacio de Camposagrado. Consta de dos fachadas bien diferenciadas: la norte, situada en la calle de La Muralla consta de dos plantas, la primera compuesta por una hermosa galería de arcos, que constituían más un elemento de vigilancia hacia lo que viniese de amenazante por la mar, y la segunda que consta de balcones.


La fachada sur atribuida a los hermanos Menéndez Camina, presenta una construcción magnífica. Consta de dos torres laterales simétricas, ambas blasonadas, y un cuerpo central, rectangular, donde destaca el monumental escudo de Bernaldo de Quirós, marqués de Camposagrado.






Bajamos por la calle de La Fruta, una de las principales calles de la ciudadela medieval amurallada, de nuevo hasta la Plaza de España.






Pero en esta ocasión nos desviamos hacia la Plaza de San Francisco, para llegar a la Iglesia de San Nicolás de Bari, antiguo convento de la comunidad franciscana que se edificó en el siglo XIII.








El interior del templo tiene capillas llamativas, pero destacan sobre todo los sepulcros y entre ellos el de Martín Alas de finales del siglo XV.



       






En la misma plaza se encuentra la Fuente de los Caños de San Francisco. Es un monumento singular. Consta de un frontal de la que surgen seis cabezas humanas que manan el agua hacia un pilón rectangular que adopta forma ovalada en su centro. Por encima de tres de las cabezas figuran elementos heráldicos: en los laterales dos escudos de Avilés y en el centro el de armas del reino de Castilla.




Junto a la Plaza de San Francisco, se encuentra la Plaza de Álvarez Acebal. En esta última, destaca el Palacio de Balsera, conservatorio municipal de música actualmente, construido a principios del siglo XX.












Y la Casa Municipal de Cultura, de diseño vanguardista.


Tomamos la calle Galiana, una de las más singulares y populares de la ciudad, construida en el siglo XVII. El modelo constructivo se basa en lo que era tradición en la ciudad: el soportal, que cobijaba de la lluvia y del sol a los artesanos, cuya actividad era muy intensa, y los lugareños que se dedicaban a estos menesteres, podían trabajar bajo techado al aire libre, teniendo el almacén en la planta baja y la vivienda en el piso superior.










Más o menos al principio de la calle se encuentra la Casa de Arias de la Noceda, construido en 1883. Se trata de una casa de indiano, con su inconfundible firma vegetal al lado de la casa: la palmera. La fachada principal se compone de un cuerpo central y dos laterales, y en ella destacan elementos metálicos de un tono rococó, por ejemplo la marquesina de hierro y cristal.


La calle Galiana termina en la Plaza del Carbayedo, que en su tiempo fue una amplia zona boscosa.




Para terminar nuestro paseo por Avilés, nos acercamos al Parque de Ferrera, pulmón del centro de la ciudad.

Durante siglos fue propiedad de los sucesivos marqueses de Ferrera, formando parte de la finca del palacio del mismo nombre. El Ayuntamiento de Avilés lo adquirió para uso público siendo inaugurado por el Rey Juan Carlos I en mayo de 1976.














Y ya antes de volver a la Plaza de España para seguir visitando Asturias, por la calle Rivero, vimos la Casa de García Pumarino y el Teatro Palacio Valdés.




Una visita a fondo por una ciudad que nos sorprendió gratamente.

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