La  actual Catedral de León, iniciada en el siglo XIII, presenta un diseño  del más depurado estilo gótico clásico francés. Ha sufrido diversas  restauraciones a lo largo de los siglos en las que han participado  numerosos y afamados arquitectos.
Ordoño II erigió el templo  sobre su palacio real como agradecimiento por vencer a los árabes en la  batalla de San Esteban de Gormaz. Allí fueron enterrados su restos.  Alfonso V fue coronado en este edificio en el año 999. La infanta Doña  Urraca, hija de Fernando I, favoreció la construcción de un nuevo  edificio en ladrillo y mampostería, con tres naves rematadas por  ábsides.
Su gran fachada occidental está formada por dos torres, la de las Campanas y la del Reloj, que flanquean el pórtico abocinado con rica decoración escultórica, en el que trabajaron el maestro Enrique, Juan Pérez y Pedro Cibriánez.
Lo componen cinco arcadas desiguales que preceden a  las tres portadas; la central está presidida desde el parteluz por una  copia de la imagen de la Virgen Blanca, cuyo original se encuentra en el  interior del templo.
El hastial central está adornado con el espléndido rosetón de la Gloria, que destaca sobre los ventanales del triforio.
A cada lado de la puerta hay tres esculturas de apóstoles, sobre los que cabalgan las tres arquivoltas decoradas con figuras que representan el Juicio Final. El Juicio Final es el tema que ocupa la parte inferior del tímpano de la portada y sobre el que se ve al Salvador, como Juez Universal, flanqueado por ángeles con símbolos de la Pasión, la Virgen y San Juan; las puertas de madera son del siglo XVI.
El hastial central está adornado con el espléndido rosetón de la Gloria, que destaca sobre los ventanales del triforio.
A cada lado de la puerta hay tres esculturas de apóstoles, sobre los que cabalgan las tres arquivoltas decoradas con figuras que representan el Juicio Final. El Juicio Final es el tema que ocupa la parte inferior del tímpano de la portada y sobre el que se ve al Salvador, como Juez Universal, flanqueado por ángeles con símbolos de la Pasión, la Virgen y San Juan; las puertas de madera son del siglo XVI.
Las  otras dos fachadas de la fachada principal son la de San Francisco,  dedicada a la coronación de la Virgen, a la izquierda y la de San Juan,  dedicada a la infancia de Cristo.
Portada del Apocalipsis.  En el tímpano del vano central de la fachada meridional se representa  la Visión Apocalíptica, con el Pantocrátor bendiciendo con una de sus  manos mientras que con la otra sostiene el Libro de la Vida, que a su  vez apoya en su pierna izquierda. Cristo se rodea de los símbolos de los  cuatro evangelistas, acompañados de las figuras que escriben en sus  pupitres. El dintel es ocupado por apóstoles sonrientes mientras que las  arquivoltas quedan para los reyes músicos y ángeles con candeleros. En  el parteluz se representa a San Froilán, ocupando las jambas diversas  figuras que representan la Adoración de los Reyes y la Anunciación, en  cada uno de los lados.
Interior de la Catedral.
Su colección de vidrieras es única y alcanza el número de 737, con una superficie de más de 1.765 metros.
La  portada Norte, en la actualidad envuelta por la construcción del  claustro, es una obra más tardía que posiblemente se compuso durante los  primeros años del siglo XIV. El tema central del tímpano está dedicado a  la figura de Cristo en mandorla sostenida por ángeles, rodeados por el  tetramorfos. otros temas secundarios son la Anunciación en las jambas y  la Virgen del Dado en el parteluz.
Interior de la Catedral.
La  planta de la catedral, parecida a la francesa de Reims, es de cruz  latina, con tres naves separadas por finos y altos pilares, cubierto  todo con bóvedas de crucería. La configuración final del edificio es el  resultado de la fusión de distintas notaciones estéticas entre las que  destacan la morfología gótica, las funciones de los nuevos espacios  litúrgicos y la audacia constructiva de las estructuras arquitectónicas  puestas a punto en la Isla de Francia.
Su colección de vidrieras es única y alcanza el número de 737, con una superficie de más de 1.765 metros.
Hay vidrieras de los siglos XIII al XX, algunas de ellas según cartones del pintor Nicolás Francés del siglo XV.
El  coro es uno de los más antiguos de España; fue ejecutado en la segunda  mitad del siglo XV por el flamenco Jusquín, si bien la talla de las  sillas de nogal corrió a cargo de Juan de Malinas y de Diego Copin de  Holanda. En los ángulos de la sillería alta y en los de la baja se  añadieron, en el siglo XVI, unos tableros de Bautista Vázquez. Las  puertas de los corillos y los cuatro tableros de la parte delantera  fueron añadidos en el siglo XVIII. Está dividido en dos coros; el del  obispo, en el lado de la epístola, y el del Rey, en el del evangelio; el  coro bajo muestra escenas del Antiguo Testamento, y el alto está  ocupado en su mayor parte por santos.
En  el trascoro (1577) realizado en alabastro, un arco de triunfo coronado  por una típica Asunción, evangelistas y profetas, cobija en su  estructura una variada decoración con escenas mitológicas, que en parte  se deben a Juni. Se abren en él cuatro grandes paneles alusivos a la  vida de la Virgen estructurados en varios planos y con un acertado  sentido de la simetría y el volumen.
El  retablo mayor actual es un pequeño resto del que en la primera mitad  del siglo XV realizara Nicolás Francés, uno de los mejores  representantes de estilo gótico internacional en Castilla. Desde 1724  hasta la restauración del templo, a fines del siglo XIX, ocupó su lugar  un gran retablo barroco realizado por Simón Gavilán Tomé y su sobrino  Narciso Tomé, que luego fue trasladado al convento de san Francisco.
Las  puertas de madera dan acceso al claustro, esculpidas en 1538, según  figura en el pedestal del jarrón de la Anunciación. Esta escena, en el  arco de la hoja izquierda, se representa de modo atípico. Entre los  rayos que descienden del Padre Eterno hacia el oído de María, como  símbolo de la Palabra en que cree, obsérvese cómo baja ya Cristo  Encarnado, portando la cruz. Además, en el dosel que cobija a la Virgen,  aparece la Sagrada Forma con el anagrama de Cristo. En el siguiente  arco aparece la Visitación de la Virgen a Santa Isabel. El resto de los  tableros muestran a Santiago Matamoros, san Sebastián, san Miguel  pisando el dragón y san Roque, con sombrero y perro. En todos estos  relieves se ve la mano de artistas de primera línea, próximos a Juan de  Juni.
El  claustro, distribuidor de los espacios anexos a la Catedral por su  costado norte, se comenzó a construir a finales del siglo XIII,  concluyéndose durante el primer tercio del XIV. En el XV se pintaron los  frescos de sus muros y hacia el año 1540, bajo la dirección de Juan de  Badajoz el Mozo, se rehizo la cubierta con conjunto armónico y airoso,  donde se articula magistralmente lo medieval con lo renacentista. Es de  planta cuadrada, cuyos lados, de treinta metros cada uno, se dividen en  ocho tramos.
Las pinturas murales fueron realizadas en el siglo XV por Nicolás Francés, con la intervención de otros pintores, como Carrancejas, Lorenzo de Ávila. En ellas se narra la historia de la Redención, desde la familia de la Virgen hasta la venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés. El gran deterioro que sufren se debe al hecho de permanecer a la intemperie. Fueron muy restauradas a principios del siglo por Juan Torbado. Acaso lo más llamativo del claustro sea la obra de Juan de Badajoz el Mozo. Comenzó a trabajar el año 1540, y con él colaboraron escultores como Doncel, Bautista, Vázquez, Angers, etc. Las bóvedas de crucería están cuajadas de terceletes, cuyos elementos se cubren de grotescos, carteles filacteria, pinjantes en esviaje y hermosos medallones. Todo ello de gran trascendencia para el futuro del arte leonés.
Las pinturas murales fueron realizadas en el siglo XV por Nicolás Francés, con la intervención de otros pintores, como Carrancejas, Lorenzo de Ávila. En ellas se narra la historia de la Redención, desde la familia de la Virgen hasta la venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés. El gran deterioro que sufren se debe al hecho de permanecer a la intemperie. Fueron muy restauradas a principios del siglo por Juan Torbado. Acaso lo más llamativo del claustro sea la obra de Juan de Badajoz el Mozo. Comenzó a trabajar el año 1540, y con él colaboraron escultores como Doncel, Bautista, Vázquez, Angers, etc. Las bóvedas de crucería están cuajadas de terceletes, cuyos elementos se cubren de grotescos, carteles filacteria, pinjantes en esviaje y hermosos medallones. Todo ello de gran trascendencia para el futuro del arte leonés.























































 
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